DEBATE SOBRE ARTE FIGURATIVO VS ARTE ABSTRACTO
Eres más de arte figurativo o de arte abstracto? Sin duda este es uno de los grandes debates que existen hoy en el mundo del arte. Nosotros nos hemos mojado para defender ambas propuestas, pero ¿y tu? Vota en nuestra encuesta y cuéntanos en los comentarios por qué prefieres uno u otro tipo de arte.
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Corren tiempos difíciles para el arte figurativo. Desde la irrupción de las primeras vanguardias en los inicios del siglo XX el arte ha ido adquiriendo un rumbo impredecible, alejado en la mayoría de los casos de la figuración que entendíamos como tradicional.
El arte figurativo se basa en la representación de imágenes reconocibles a nuestros ojos. A lo largo de la historia, los diversos estilos han ido evolucionando en busca de un mayor realismo a la hora de representar los objetos que nos rodean. Ésta difícil misión fue adquiriendo cotas muy altas y de gran perfección en los períodos del renacimiento y el barroco, los que son, a mi juicio, los dos grandes momentos de la historia del arte.
La representación figurativa resulta de fácil comprensión para nuestra vista y evoca en nosotros gran cantidad de sensaciones que en ambientes abstractos son más difíciles de provocar, ante la imposibilidad de encontrar paralelismos en nuestra mente con figuras que conozcamos.
«La representación figurativa resulta de fácil comprensión para nuestra vista y evoca en nosotros una gran cantidad de sensaciones que en ambientes abstractos son más difíciles de provocar.»
— Jesús Ruiz
Perder la figuración es perder la esencia del arte, que comenzó buscando desde sus inicios la perpetuación de nuestro medio, o de nosotros mismos, para la eternidad.
No quiero decir con ésto, ni mucho menos, que las representaciones abstractas no merezcan la calificación de «arte». Tampoco busco formar una opinión que clasifique las obras de arte en función de su grado de realismo. Pero si que pienso que en cierto modo la abstracción ha devaluado nuestro concepto de arte. A veces resulta muy difícil (o imposible) comprender como se pueden pagar auténticas fortunas por determinadas obras abstractas que, por muchas horas que empleemos en observarlas, no nos resultan más que un simple garabato o una mancha sobre un trozo de tela. Todo esto no sólo perjudica (esto es opinión) al mercado del arte, que deja fuera a numerosos artistas con un talento increíble pero que los marchantes no ven o no quieren ver, sino también al arte en general, que día tras día recibe mofas que ni siquiera nosotros, los historiadores, somos capaces de afrontar a pesar de nuestra formación.
El arte abstracto es el arte de las mentes imaginativas, el arte de la emoción, del sentimiento. Es, por tanto, el arte que más se ajusta a la sociedad contemporánea, el que sirve para reflejar lo que dice nuestro interior sin la necesidad de recurrir a las formas del pasado. Un arte que no tiene que por qué ser comprendido para ser valorado, y en eso reside su verdad y su justificación.
La abstracción artística surge cuando el arte llega a un punto de no retorno. Los preceptos que habían sido válidos hasta finales del siglo XIX ya no respondían a las necesidades de la sociedad de ese momento. Era el momento de cambiar, de dar un giro que dura hasta nuestros días.
«El arte abstracto nos ha demostrado que la línea y el color, por sí mismos, son capaces de generar emociones en nuestro interior.»
— Verónica Gómez
El arte abstracto nos ha demostrado que la línea y el color, por sí mismos, son capaces de generar emociones en nuestro interior, sin necesidad de establecer ningún tipo de paralelismo con objetos de nuestra realidad tangible.
Decía Mark Rothko: «En este mundo de imaginación, la fantasía es libre y se opone violentamente el sentido común». Eso es precisamente el arte abstracto, el imponer la imaginación al sentido común y, por lo tanto, afrontar la creación artística desde lo más profundo de nuestra mente.
Defender el arte abstracto es defender la modernidad, la capacidad inventiva y la evolución de lo que entendemos por arte, aunque deje de parecerse a aquello que venían practicando nuestros antepasados.