UN GRAFITI DAÑA EL GUERNICA
El 28 de febrero de 1974 un ciudadano persa exiliado en Nueva York llamado Tony Shafrazi, entró en el Museo de Arte de la metrópoli estadounidense con un aerosol rojo y se dirigió hacia el Guernica, obra sobre la que escribió la siguiente frase: «MUERTE A TODAS LAS MENTIRAS». Afortunadamente, el desastre se pudo arreglar rápidamente por medio de un disolvente orgánico conocido como xileno.
Shafrazi, que con el tiempo se ha convertido en un reputado galerista, se niega a dar ninguna explicación sobre la imprudencia que cometió, limitándose a definir su comportamiento como «inadecuado» y añadiendo que no debió «inmiscuirse en el proceso creativo de Picasso».
23 años más tarde, el artista Alexander Breuer aludió a la necesidad de «establecer una comunicación real» y de «dialogar con el pintor» para justificar el haber pintado el símbolo del dólar con un spray de color verde sobre la obra Suprematismus, de Kasimir Malewitsch, que se encontraba en la Galería Tretjakov. El lienzo, cuyo título había servido para dar nombre a una corriente pictórica, había sido pintado entre 1920 y 1921 y representaba una cruz blanca sobre un fondo gris. Tras proceder a su detención, la policía recluyó a Breuer en un centro penitenciario en espera del juicio, porque carecía de residencia fija. Ante el tribunal, el artista se expresó con total claridad y sensatez y explicó que su comportamiento pretendía ser una manifestación artístico-deconstructivista que debía servir como protesta contra el consumismo. Según él, la única respuesta a la corrupción del arte era la destrucción. Al fin y al cabo, el propio Malewitsch había declarado que «todos los estilos debían ser incinerados como si fueran un cadáver».
Una respuesta a «Ataque al Guernica»
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