BIOGRAFÍA DE LEONARDO DA VINCI (15 de abril de 1452 – 2 de mayo de 1519)
Leonardo da Vinci nació el 15 de abril de 1452 en una casa de campo de Anchiano, cerca de la localidad de Vinci, a unos 30 kilómetros de la ciudad de Florencia. Leonardo era hijo de un notario llamado Ser Piero di Antonio y de Caterina de Anchiano. Numerosos documentados encontrados recientemente señalan que cuando Leonardo tenía cinco años vivía con sus abuelos paternos en la parroquia de Santa Croce de Vinci en compañía de su padre y la nueva esposa de éste.
Unos años más tarde, tras el fallecimiento de su abuelo, toda la familia se traslada a Florencia, donde Leonardo goza de una excelente educación gracias a que su padre consigue un buen trabajo como procurador del convento de la Santísima Annunziata.Florencia era considerada en aquellos momentos uno de los centros claves de la civilización renacentista, momento en el que las riendas de la ciudad estaban en manos de los Médici, famosa familia de banqueros que monopolizaban el poder desde mediados del siglo XV y reinaría en la Toscana desde el siglo XVI hasta el XVIII.
La juventud de Leonardo da Vinci en el taller de Andrea Verrocchio
Será en 1469, en la capital de la Toscana donde Leonardo entra como aprendiz en el taller del más conocido pintor, orfebre y escultor florentino, Andrea Verrocchio. En este lugar será donde el artista realizará sus dibujos iniciales, siendo el primero de todos el dibujo a pluma del paisaje del valle de Arno, realizado el 5 de agosto de 1473 y revolucionario tanto desde un punto de vista óptico y conceptual como por el protagonismo concedido a la profundidad espacial.
Entre las primeras obras en las que colaboró Leonardo, «Bautismo de Cristo» es sin duda una de las más representativas. La perfección con que la figura del ángel de la izquierda, pintado por Da Vinci, encaja en el conjunto otorga un sello de naturalidad a la estructura general del cuadro, cuyo paisaje de fondo anticipó las fórmulas utilizadas por el artista.
Por otro lado, encontramos otra serie de dibujos, estando la mayoría de ellos relacionados con la guerra, llegando incluso a presentar a la corte milanesa de Ludovico Sforza interesantes bocetos para crear nuevas máquinas de guerra, cañones y carros blindados.
Varios acontecimientos perfectamente datados ocurridos en la vida de Leonardo, tales como verse involucrado en una acusación de sodomía o el encargo de la Señoría florentina del retablo del altar para la capilla e San Bernardo del Palazzo Vecchio, encomendado después a Ghirlandaio y finalmente concluido por Filippo Lippi, permiten suponer que el artista se independiza del taller de Verrocchio entre 1476 y 1478.
La primera etapa milanesa de Leonardo da Vinci (1482-1499)
El período de la primera estancia de Leonardo en Milán es sin duda el más lleno de actividad de su vida, tanto por la gran cantidad de obras que realiza como por la calidad de éstas, ya sean terminadas o simplemente dejadas en el estado de esbozos. Leonardo aprovechó la política de exportación cultural de Lorenzo el Magnífico, quién enviaba artistas a las cortes de los diferentes Estados italianos, para desplazarse a la capital lombarda. Milán era en aquel momento la ciudad italiana más importante por su posición geográfica, sus riquezas y su potencial económico y político, además de ser un centro humanístico de bastante importancia.
En una carta destinada a modo de presentación al duque de Milán, conservada en el Códice Atlántico de la Biblioteca Ambrosiana de la ciudad, Leonardo insistió en su talento como artista y aprovechó intencionadamente una empresa que debía de ser muy importante para los Sforza. Leonardo se presentó ante el duque como uno de los más brillantes maestros y constructores de ingenios bélicos.
En 1490, Ludovico Sforza, más conocido como El Moro, pidió a Lorenzo el Magnífico que le encontrase maestros florentinos expertos en la fundición de estatuas ecuestres. En 1491, parece ser que Leonardo encontró una solución para sus problemas, según sus anotaciones, aunque después prevalecieron una vez más las preocupaciones por el resultado que daría el bronce y por el definitivo aspecto de la obra. El destino, sin embargo, le impidió poner en práctica sus reflexiones de artista y sus complejos estudios de técnica de la fundición. En 1499, el ducado de Milán fue invadido por las tropas francesas al mando de Luis XII. Ludovico Sforza escapó y el modelo del famoso monumento fue destruido. De él se han conservado numerosos bocetos en los que pueden verse diversas posturas y anatomías de caballos, además de otros dibujos en los que quedan detalladas las técnicas más adecuadas.
De la Última Cena a los retratos
Una vez asentado en Milán, Leonardo da Vinci recibió uno de los encargos más importantes de su vida: La Última Cena. A la vez, se inició en la temática retratística, ámbito que culminó años más tarde con el famoso cuadro de La Gioconda.
La Última Cena es una inmensa pintura que ocupa la pared norte del refectorio de la iglesia dominicana de Santa María delle Grazie, elegida por el duque Ludovico como capilla y mausoleo de familia. Leonardo estuvo ocupado en su preparación y realización entre 1495 y 1498. El tema de La Última Cena es tan antiguo como el mismo arte cristiano, pero sólo con la pintura conventual llegó a ser característico de los refectorios de los monasterios, donde generalmente era representado en obras murales de grandes dimensiones. En los primeros dibujos preparatorios realizados por Leonardo, parece que el artista pretendía seguir el tema tradicional, con Judas sentado en la parte opuesta a Jesucristo.
Entre las experiencias pictóricas iniciales de Leonardo, en su primera estancia en Milán, hay que situar la del retrato, que algunas fuentes recuerdan de un modo claro. La tradición lombarda era bien diferente de la florentina en cuanto a esta disciplina, ya que si esta última era celebrativa y en algunos casos sintética, la lombarda era realista, analítica, muy atenta a la moda de vestir, al peinado y a los accesorios. Sin embargo, se ha discutido siempre la adjudicación total o parcial a Leonardo de algunos retratos y la posible participación del taller que iba formando a su alrededor en Milán, con Boltraffio, Bernardino de´Conti y Gian Giacomo Coprotti il Salaino. En esas obras que la crítia ha indicado como obras del maestro se observan unas características comunes tales como el fondo del cuadro en penumbra y la figura vista de medio busto o poco más e inclinada de tres cuartos para dejarse reconocer por el observador. La identidad de los personajes retratados queda aún en la incógnita.
En torno a 1500, Leonardo realiza una serie de estudios sobre una máquina voladora a la que él mismo denominó “El gran pájaro”, encontrándose representaciones de las diferentes partes de la máquina en dibujos muy detallados pero, curiosamente, no existe ninguna imagen del conjunto. El problema de volar siempre estuvo presente en la mente de Da Vinci.
“Un pájaro es una máquina que funciona según las leyes de la matemática. Está al alcance del hombre reproducir esa máquina con todos movimientos, aunque sólo le faltaría el espíritu del pájaro, el que el hombre ha de imitar con su propio espíritu»
Leonardo da Vinci
La herencia manuscrita de Leonardo da Vinci
El patrimonio gráfico y escrito de Leonardo es inmenso y de un valor incalculable, en especial si se tiene presente que abarca prácticamente toda u trayectoria vital y, por ello, ejemplifica si heterogéneo interés hacia el mundo que lo rodeaba y con qué intensidad se anticipó su mente a la época que le tocó vivir. Se conservan más de 4.000 folios que forman parte del legado «literario» del artista. Las compilaciones de los folios individuales más importantes se conservan en la Royal Library de Windsor, en los Uffizi de Florencia, en el Museé du Louvre de París y en el British Museum de Londres.
Mantua, Venecia y, de nuevo, Florencia
En 1499 se lleva a cabo una invasión del ducado de Milán por parte de las tropas del rey Luis XII de Francia y esto provocó el abandono de la ciudad de numerosos artistas entre los que se encuentran Leonardo, Pacioli o Bramante.
La primera ciudad en la que Leonardo residió fue Mantua, junto a Isabella d´Este, esposa de Gian Francesco Gonzaga. De dicho período se tiene noticia epistolar de dos retratos de la duquesa.
Poco después, el artista se traslada a Venecia, ciudad donde encontraría en 1500 a Lorenzo Gusnasco, familiar de Isabella d´Este. De este periodo de vida se conservan pocos documentos.
Finalmente, aparece ya documentada su permanencia en Florencia en agosto de 1500, donde fue huésped de los Siervos de la Santísima Annunziata. Muerto Lorenzo el Magnífico en 1492, le sucedió su hijo Piero, pero éste fue expulsado por los florentinos a los dos años de gobierno y entró entonces en juego el intento de Savonarola por convertir la ciudad en una democracia de inspiración religiosa. Sin embargo, poco tiempo después, sus adversarios consiguieron que, una vez juzgado y condenado, fuese quemado como un hereje, a pesar de que la Iglesia nunca lo consideró como tal.
Mientras tanto, Pisa había aprovechado la situación para librarse del dominio florentino, al mismo tiempo que la presión de la política expansionista de los Estados Pontificios se hacía cada vez mas notoria, primero bajo el papa Borgia y su hijo Valentino y posteriormente con Julio II.
De entre los artistas de su generación, Leonardo encontró aún en activo a Lorenzo di Credi y Piero di Cosimo, mientras que el Perugino seguía en su provincia y Botticelli y Lippi se aferraban a la ya arcaica tradición formal florentina. Solo los más jóvenes como Bartolomeo della Porta, Andrea del Sarto o Rafael, mostraban nuevas inquietudes artísticas. Mucho más complejo es el caso de Miguel Ángel, llegado a Florencia en 1501 y con quien Leonardo mantuvo una constante rivalidad.
Leonardo da Vinci permaneció poco tiempo en Florencia, ya que en el verano de 1502 fue nombrado arquitecto e ingeniero al servicio de César Borgia, hijo de Alejandro IV, nombrado duque de Valentinois por el rey de Francia y conocido por ello con el nombre de Valentino. Leonardo permaneció junto a Valentino hasta la primavera de 1503, visitando gracias a ello lugares como Imola, Cesena, Rímini, Urbino, Pesaro y Piombino, es decir, los territorios que el condottiero iba anexionando con el apoyo de Luis XII de Francia.
Tras los servicios prestados a Valentino, Leonardo regresó a Florencia y alternó su actividad como ingeniero y arquitecto con una nueva empresa pictórica, donde tratará por primera vez el tema de la violencia y la crueldad humana. En abril de 1503, Pier Soderini le encargó, para decorar una pared del Salón del Consejo Grande del Palacio de la Signoria, un fresco sobre la Batalla de Anghiari, ganada el 29 de junio de 1440 por los florentinos y los pontificios, dirigidos por Giampaolo Orsini, sobre los milaneses de Filippo Maria, capitaneados por Piccinino. Más tarde, a mediados de 1504, Miguel Ángel recibió, para la misma sala, el encargó de pintar la Batalla de Cascina, ganada el 30 de julio de 1364 por los florentinos frente a los pisanos bajo el mando de Giovanni Acuto. Desgraciadamente, no se conserva nada de los originales de ninguna de las dos obras. Leonardo quiso realizar el fresco sobre una preparación de estuco, pero debido al calor, el fresco sufrió numerosos desperfectos. Por este y por muchos otros problemas, el artista decide abandonar la obra entre 1505 y 1506 y regresa a Milán. Más tarde, en 1557, la obra fue recubierta por unos frescos de Vasari.
El interés más difundido y popular frente a una obra de Leonardo es el que ha suscitado la sonrisa de La Gioconda. La ausencia de documentos precisos ha dado lugar a una amplia literatura acerca de la protagonista del cuadro. De medio busto, sentada y algo inclinada hacia delante, la estructura del retrato superó a todos los realizados hasta entonces y fue motivo de inspiración para artistas como Rafael, Lorenzo Lotto o Hans Holbein el Joven. Sólo la fama de La Última Cena puede ponerse en comparación con la que este retrato goza incondicionalmente desde hace siglos.
Luis XII y el regreso a Milán
Leonardo regresó a Milán en junio de 1506, donde permaneció hasta septiembre de 1513, salvo un retorno temporal a Florencia, entre septiembre de 1507 y septiembre de 1508, y otra breve estancia, por cuestiones vinculadas a la herencia paterna, en 1511. En relación con estos dos retornos a la ciudad de sus comienzos, le fue encargada para el altar mayor de la Santísima Annunziata la tabla de Santa Ana, la Virgen y el Niño con el cordero, que el maestro posiblemente realizó con la colaboración de sus alumnos. Cabe recordar que este tema ya había sido tratado por el artista durante su primera estancia en Milán, cuando se dispuso a la preparación del cartón con estas figuras. Sin embargo, esta pintura no es una derivación ni una versión de la otra.
En la ciudad de Milán, recuperado el viñedo que en su momento le había regalado Ludovico el Moro, Leonardo vivió bajo la protección del gobernador Charles d´Ambroise y de Luis XII, siempre rodeado de sus alumnos. Los encargos que recibió el artista en aquellos momentos recordaban los años del Moro, por ejemplo, un segundo monumento ecuestre, proyectos arquitectónicos y estudios de ingeniería hidráulica. Actividades que no le impidieron seguir profundizando en los estudios y los dibujos de anatomía humana.
Si bien los años en Milán fueron poco a poco productivos en el plano artístico, los cuadernos muestran que Leonardo estudió más que nunca, como su estuviese empeñado en resolver enigmas de la naturaleza antes de morir. En Florencia había investigado todo lo referente a la anatomía; realizó disecciones por las noches y dejó constancia de sus hallazgos, realizados bajo numerosos enfoques que demuestran su interés científico.
A pesar de su alejamiento artístico en esta época se lleva a cabo la ejecución de una obra discutida y pocas veces reconocida como auténtica, considerada una derivación de taller a partir de la existencia de un modelo. Se trata de San Juan Bautista visto en Fontainebleau. El tirso y la corona de pámpanos, así como la piel de pantera y el racimo de uvas, fueron repintados en esta obra,al principio un San Juan Bautista y ahora un Baco. El hallazgo de dibujos similares entre los papeles de Leonardo ha permitido constatar que el concepto de esta obra es suyo, pero el cuadro es bastante interior a sus posibilidades y ha sido atribuido en varias ocasiones al pincel de algunos de sus ayudantes en especial a Cesare de Sesto.
León X y la corte pontificia
En su segunda etapa en Milán, Leonardo consiguió encontrar poco a poco un cierto equilibrio en su vida, dedicada cada vez más a la investigación y la profundización de los temas que paulatinamente habían incitado desde su juventud tanto su curiosidad como su afán de saber. En 1512, Massimiliano, hijo del Moro, recuperó el ducado gracias al papa Julio II y a los suizos, quienes le mantuvieron en un régimen de tutela. Toda Lombardía se vio envuelta en la lucha entre el emperador y Enrique VIII, sus aliados y Luis XII. Por todos estos motivos, Leonardo abandona Milán en septiembre de 1513. Sin embargo, tras una etapa en Florencia, en diciembre el artista se encontraba en Roma, donde se alojó en el recién construido Belvedere Vaticano de Bramante.
Al mismo tiempo, continuó con las disecciones anatómicas de cadáveres, una de sus grandes pasiones, pero los romanos empezaron a murmuran acusándole de practicar la magia y la hechicería, y el papa le ordenó abandonar las investigaciones.
Francisco I y Amboise, última ciudad de adopción
En el invierno de 1516-1517, Leonardo fue llamado a Francia por Francisco I, gran admirador suyo, quien en 1515 había reconquistado el ducado de Milán tras haber derrotado a Massimiliano Sforza y a los suizos en Melegnano. Las intenciones del monarca eran tener a Leonardo, ya con 65 años, a su entera disposición. Para ello, lo nombró <<premier peintre, architeecte et méchanicien du roi>> y le cedió para su estancia el Castillo de Cloux en Amboise.
Colmado de atenciones por Francisco I y por la corte, Leonardo retomó por última vez aquellas funciones artístico-ingeniero de corte y Estado: diseño los vestidos para la fiesta de máscaras de Windsor y trazó varios proyectos arquitectónicos relacionados con el castillo de la reina madre de Romorantin.
El 23 de abril de 1519, poco antes de morir, Leonardo redactó su testamento: legó a Francesco Melzi de Milán, sus bienes más preciados, como los códices y los manuscritos, además de los instrumentos y los cuadros; su viña milanesa y otras propiedades se repartirían a medias entre los dos servidores, Battista de Vilanis y Salaino; por otro lado, un vestido, una saya y dos ducados fueron destinados a la criada Maturina, y 400 escudos del sol que había dejado en Florencia, más una finca en Fiésole, a sus hermanos.
Leonardo da Vinci muere el 2 de mayo de 1519, al lado de su fiel ayudante Melzi, quien fue el encargado de dar la noticia a los amigos del artista y a sus familiares. Finalmente, fue sepultado, tal y como él lo había pedido en su testamento, en Saint-Florentin de Amboise.
BIBLIOGRAFÍA
CASTELFRANCO, Giovanni: Leonardo da Vinci. Milán, 1952.
FIELD, D. M.: Leonardo da Vinci. Madrid, 2007.
GARCÍA SÁNCHEZ, Laura: Genios de la pintura. Leonardo da Vinci. Madrid, 2001.
NICHOLL, Charles: Leonardo. El vuelo de la mente. Madrid, 2005.
RACIONERO, Luis: Conocer a Leonardo da Vinci y su obra. Barcelona, 1978.
WHITE, Michael: Leonardo. El primer científico. Barcelona, 2001.
Una respuesta a «Biografía de Leonardo da Vinci»
[…] Biografía de Leonardo da Vinci […]