UN PASEO POR NUESTRO PASADO
¿QUIÉNES CONSTRUYERON LOS SEPULCROS?
Nos situamos hace unos 7.000 años. Nos encontramos en el Neolítico, un momento de transición hacia sociedades más sedentarias. En este momento, las sociedades europeas comienzan a monumentalizar su entorno. Será en este punto donde empiece nuestro viaje para conocer a quienes construyeron estos monumentos megalíticos y su significado, tanto en su tiempo como en nuestros días.
El Neolítico es un periodo revolucionario, repleto de cambios y uno de los momentos cumbre de la Historia de la Humanidad, pues aparecen los primeros signos de civilización agraria. En torno al 7.500-4.700 a.C. se encuentran las primeras evidencias de sociedades que ya vivían «a la manera» neolítica.

Este primero Neolítico Occidental no es un proceso autóctono, más bien fue el resultado de la recepción de algún tipo de ola externa que fue modificando tanto la manera de subsistir de esas sociedades como sus creencias hacia a una manera de vivir «más neolítica».
En el sur peninsular, a finales del VI milenio o principios del V milenio empezarán a aparecer grupos humanos con indicios de actividades productivas y en la zona malagueña se han encontrado evidencias de ocupación neolítica en cuevas, tanto en el litoral como en el interior, además de algunas evidencias de posibles asentamiento. En todos estos lugares se advierte gran cantidad de cultura material de fragmentos cerámicos, cuencos y ollas en su mayoría.
Será dentro de todo este contexto histórico cuando las sociedades neolíticas, sobre todo en la fachada atlántica, empiecen a levantar construcciones megalíticas, fenómeno que se extendió de forma bastante rápida al resto del territorio, sembrando así amplias zonas de monumentos y creando un paisaje sin precedentes.
DEL NEOLÍTICO MONUMENTAL A LAS CONSTRUCCIONES FUNERARIAS.
Ya desde el inicio del V milenio a.C. las poblaciones neolíticas de la zona europea occidental se encuentran construcciones. Estas construcciones (o monumentos) son el resultado de una empresa conjunta, debido a la gran magnitud del trabajo que requerían este tipo de edificaciones. Una vez erigido, se convertía en un hito o referentes con gran significado para quienes participaron en su construcción y para las futuras generaciones.
Sin duda, serán los dólmenes las construcciones más conocidas pues, además de las construcciones funerarias, en el Neolítico Occidental encontramos también construcciones no funerarias, aunque nosotros nos centraremos en las primeras.
¿Qué es un dolmen?
Los dólmenes (o sepulcros megalíticos) están formados, básicamente, por una estructura en forma de contenedor. Al fin y al cabo, esa era su función, contener los cuerpos. Estos contenedores se construían con losas verticales, llamadas ortostatos, y otras horizontales a modo de cierre, llamadas cubiertas. Todas se unen a piedra seca, sin argamasas alguna. Estas losas crean un espacio adintelado que acogería, directamente depositados en el suelo, los cadáveres.

Una vez selladas, estas construcciones se cubrían con un montículo artificial, conocido como túmulo, quedando completamente oculta la estructura interior de piedra. Los sepulcros que conforman el conjunto de Antequera conservan sus túmulos, cosa rara en este tipo de construcciones. Quizá por que la mayoría se han hallado sin ese montículo, se ha extendido la idea errónea de esa morfología, desprovistos de cubrición.
LOS SEPULCROS MEGALÍTICOS DE ANTEQUERA.
Sepulcro megalítico de Viera.
Está considerado un sepulcro de corredor, con un largo pasillo que desemboca en una cámara funeraria, de planta cuadrada. Conserva el túmulo pero ha sufrido varias alteraciones a lo largo del tiempo, por lo que no se conocen exactamente sus dimensiones.

Es frecuente que exista comunicación entre el interior y el exterior del sepulcro, para ellos se hacen los corredores o pasillos. El corredor del dolmen de Viera ha perdido casi por completo su cubierta, pero conserva gran cantidad de ortostatos de la estructura original: trece a la izquierda y catorce a la derecha. En algunos ortostatos se pueden ver grabados típicos del arte esquemático, como son las cazoletas. El corredor está dividido en tres tramos separados por dos puertas perforadoras.

Al final de este pasillo, la cámara funeraria, una pequeña habitación de planta cuadrangular con cuatro losas y una de cubierta. La primera losa la encontramos perforada, a modo de puerta, que es el acceso a la cámara. Una única losa cubre la cámara. Mide cinco metros de ancho. Es la losa de cubierta más amplia de todo el sepulcro.

Sepulcro megalítico de Menga.
Considerada una de las obras cumbre de la arquitectura adintelada de este tipo de monumentos. Es un sepulcro de corredor, igual que el de Viera. Presenta un atrio abierto al exterior que da paso a un tramo rectangular, a modo de pasillo, que desemboca en la cámara, de planta ovalada.

Está cubierto por cinco losas, de las que falta la primera. Doce ortostatos forman cada lado. Si lo vemos en planta, se distinguen tres zonas: el atrio, el corredor y la cámara funeraria.
Sin duda lo más destacado es el monumental trilito de entrada (dos ortostatos verticales y una losa de cubierta) que se ha convertido en la imagen icono del monumento.

En el corredor, si nos fijamos en el segundo ortostato de la izquierda, se ven diversos motivos grabados (petroglifos), como cruciformes y otro en forma de estrella, típicos del arte megalítico.

La cámara funeraria ocupa casi tres cuartas partes del monumento. Es de planta alargada y tendente a lo oval, diferenciándose del corredor por un ligero estrechamiento. Lo más destacado son los tres grandes pilares alineados a lo largo de la cámara y que dotan al conjunto de un aspecto más habitacional que funerario.

Uno de estos pilares esconde un pequeño pozo, descubierto en 2005. Aún no se sabe su función, pero todo parece indicar que es producto de las excavaciones que R. Mitjana realizó allá por 1847.
Tholos de El Romeral.
Este sepulcro es tipo tholos, es decir, un sepulcro de falsa cúpula creado con al técnica de la aproximación de hiladas de planta circular. Además de esta sala, presenta un corredor con paredes de mampostería y cubierta adintelada, que desemboca en la gran cámara funeraria.

Tras la impresionante cámara circular, se abre un vano que comunica con un pequeño corredor que lleva a una cámara más pequeña, que repite el mismo patrón que la más grande, y que presenta una puerta de acceso. Esta pequeña cámara está creada únicamente por dos ortostatos y una losa de cubierta.

Este modelo de una cámara mayor con cámaras anexas más pequeñas es algo muy común entre estos sepulcros de tipo de falsa cúpula y también se encuentran en los sepulcros. excavados en roca.
UN VIAJE AL MÁS ALLÁ. EL RITUAL FUNERARIO.
Estos enterramientos eran de tipo colectivo. Se ha llegado a la conclusión por la gran cantidad de esqueletos hallados que se han depositado durante generaciones. Gracias a las puertas y a los corredores, que comunicaban con el exterior, era posible la apertura del sepulcro.
Junto al cadáver, un ajuar, elemento que acompaña simbólicamente al cuerpo en su viaje a la otra vida. En los sepulcros del Neolítico, entre los elementos de ajuar, suelen aparecer: recipientes cerámicos, láminas de sílex, puntas de flecha de sílex, algún hacha pulimentada, colgantes o pulseras en piedra pulida o sobre conchas y, si hay algún elemento metálico (algo poco común) solían ser punzones o hachas de sección muy planas.

Parece ser que en la entrada de estos sepulcros se relacionan ritos con motivo de la apertura de los mismos.
BILBIOGRAFÍA Y WEBGRAFÍA.
BORRÁS, Gonzalo M., FATÁS, Guillermo; «Diccionario de términos de Arte, elementos de Arqueología, Heráldica y Numismática». Alianza Editorial, 2006.
FERNÁNDEZ RUIZ, Juan, MÁRQUEZ ROMERO, José E.; «Dólmenes de Antequera. Guía oficial del conjunto arqueológico». Junta de Andalucía, 2009.
MUSEOS DE ANDALUCÍA.
https://www.museosdeandalucia.es
MUSEO DE ANTEQUERA
https://museodeantquera.wordpress.com
TORCAL DE ANTEQUERA.