El Prado: 200 años de Arte, 200 años de Memoria

Reseña de la exposición – “Museo del Prado 1819-2019. Un lugar de memoria”

El Museo del Prado abrió al público el 19 de noviembre de 1819 con 311 pinturas de la Colección Real. Esta idea de hacer público el arte tiene su raíz en la Ilustración, aunque la iniciativa más seria de crear un museo de pinturas vino de la mano de la invasión napoleónica y en concreto de José Bonaparte, es por ello por lo que se utilizó este edificio, proyectado por Juan de Villanueva, el cual estaba destinado a Gabinete de historia natural y academia de las ciencias. El final de la Guerra de Independencia y la llegada de Fernando VII fueron los hitos que dieron vida al Museo. Este hecho es el que hace que los fondos de este museo se constituyeran en base a las colecciones reales, por lo que podemos decir que no se trata de un museo enciclopédico, sino que es un museo que nace del amor por el arte y del afán coleccionista de los reyes españoles.

Todo esto hace del Prado, una de las pinacotecas más importantes del mundo, cuyo objeto de orgullo colectivo ha creado durante años la esencia de una memoria pictórica occidental que todos los amantes del arte celebramos con su 200 aniversario. Un museo e institución que constituye la referencia fundamental de la cultura española, así como la referencia de todos los amantes y estudiosos del arte.

Para celebrar su bicentenario, el Museo del Prado llevará a cabo un centenar de actividades y un gran programa expositivo. Una de las exposiciones en marcha es “Museo del Prado 1819-2019. Un lugar de memoria”. Una exposición que pretende mostrar el germen del museo, llevando a cabo un recorrido cronológico que se articula en ocho etapas y que muestra el devenir histórico no sólo del museo sino también del país. Dándonos a conocer a una institución viva que ha sido espacio de reflexión e inspiración tanto para artistas como para historiadores del arte y para el público en general.

En ella podemos ver 168 obras originales de artistas de la talla de Renoir, Manet, Chase, Sargent, Arikha o Pollock, así como obras de Rosales, Saura y Picasso entre otros muchos. Una exposición en la que no sólo se nos muestran obras pictóricas sino también Cartelería, material fotográfico, esculturas, instalaciones audiovisuales o incluso un fragmento de bomba de la Guerra Civil complementan este itinerario por la memoria del centro madrileño.

La riqueza de la exposición radica en que muestra también los criterios museográficos y museológicos por los que ha ido evolucionando el museo a lo largo de sus diferentes etapas, en las que ha habido un dialogo entre artistas y sociedad, quedando de este modo patente que se trata de un organismo sensible a los devenires de la historia y a la política española. Es precisamente esta política y esta historia la que marca las diferentes etapas de la exposición la cual incide en diferentes momentos históricos tales como: la Desamortización, la revolución liberal de 1868, la Edad de Plata de nuestra cultura, los avances culturales que supuso la República, el drama y los horrores de la Guerra Civil, la etapa franquista y su debacle así como la instauración de la democracia. Hechos que marcaron y tuvieron un reflejo dentro de la historia del museo.

Dentro de esas 168 obras me gustaría destacar algunas de las más significativas, las cuales van marcando la evolución histórica de este museo en el recorrido expositivo:

Los orígenes del museo proceden de una idea ilustrada: la conciencia de hacer más accesibles las obras pictóricas y su valor como patrimonio. Esta idea viene de la protagonista de nuestro cuadro, un retrato neoclásico en el que se nos presenta a Isabel de Braganza la cual fue hija de Juan VI de Portugal y de Carlota Joaquina de Borbón, y se convirtió en reina de España al casarse, el 28 de septiembre de 1816, con su tío, Fernando VII. En cuanto a los aspectos formales de esta obra es destacable sobre todo la iconografía, la cual nos la presenta como fundadora del Prado, edificio que vemos a través de la ventana y que realza la idea aún más. Una reina aficionada a las bellas artes, la cual incluso practicaba el arte de la pintura y era académica de honor y consiliaria de la Real Academia de Bellas artes de San Fernando. Destacar los planos sobre la mesa que muestran las diferentes plantas del edificio enfatizando de nuevo la idea de fundadora del Museo.

En esta fotografía podemos ver, “el  panteón” de los mejores cuadros del museo.  Esta sala se crea debido a la iniciativa de su director Madrazo en 1847, la cual es contemporánea a la iniciativa tomada por los responsables del Musée du Louvre, haciendo el Salon Carré , con unas pretensiones similares, las cuales se basan en mostrar los mejores cuadros del Museo. La creación de esta sala en el Prado, pretendía producir un fuerte impacto en los visitantes y acrecentar así el prestigio del Museo, puesto que en ella se puede ver su función de «joyero», enlazando de este modo con la tendencia general de la museología de finales del siglo XIX, basada en la  densidad expositiva.

En esta fotografía se puede apreciar el estado en que se encontraba la sala de Velázquez hace aproximadamente un siglo. Una sala que sigue unos criterios museísticos alejados de los de la actualidad, encontrando la gran obra de Velázquez compilada en una única sala con un abigarramiento compositivo significativo. Destacar que pese al paso de los años, la importancia de esta sala en el museo sigue siendo crucial, ya que es el punto neurálgico que reúne al grueso de visitantes atraídos por la obra icónica de las meninas.

Nos encontramos ante una obra que muestra la evolución del museo así como la democratización del arte en España. Un arte que llega a todos de la mano de la II República y que pone en esta fotografía a la mujer como centro, observando una realidad cotidiana para ellas como eran las labores domésticas y de costura. Un arte que se abre al pueblo y se da a conocer, gracias también a la ley de 1933 en la que se habla de un patrimonio colectivo. La Guerra Civil y la postguerra harán pasar al arte por su más oscura etapa.

Durante el Régimen franquista muchos artistas se sirvieron de obras del Prado para llevar a cabo una férrea crítica a lo que estaba sucediendo ya que el deformar las imágenes les servía para ilustrar el momento por el que estaba pasando la nación. Es por ello por lo que Picasso, que había sido director del museo unos meses antes del estallido de la guerra, lleva a cabo esta serie de obras sobre las meninas.

La exposición finaliza con la fotografía de la portada de esta ley la cual llegó de la mano de la Democracia abriendo la mente a la idea del patrimonio colectivo así como a la idea de patrimonio que tenemos hoy en día. Esta democracia trajo consigo la vuelta a España del Guernica y su ubicación en el Casón del Buen Retiro, estando allí hasta 1992, momento en el que pasó a formar parte del Museo Reina Sofía.


Una exposición y un Museo en definitiva, con personalidad propia que ha creado un lugar de memoria o regalo de la historia y del arte, ante el que cualquier descripción se queda sumamente corta.


Fotografías: © Museo Nacional del Prado.

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