COMENTARIO HISTÓRICO ARTÍSTICO DEL TRAJE DE FLAMENCA. HISTORIA Y REPRESENTACIÓN DEL TRAJE REGIONAL ANDALUZ
CONTEXTO HISTÓRICO
El origen de la Feria en Sevilla se remonta a tiempos de Alfonso X, el Sabio en 1254, sólo 6 años después de la conquista de la ciudad por parte de su padre, Fernando III, el Santo. Por aquél entonces ya se organizaban dos eventos feriales en el mes de abril y otro en el mes de septiembre por la festividad de San Miguel.
Con el paso de los años fue decayendo hasta que, en 1847 tras la aprobación del Ayuntamiento de Sevilla el año anterior, se recuperó la Feria de Abril en el entorno del Prado de San Sebastián, con tal éxito que desde entonces se volvió a celebrar de manera continuada.
La iniciativa partió de dos concejales, que ninguno de ellos era sevillano: José María Ybarra, de origen vasco y Narciso Bonaplata, catalán.
El icono principal de esta festividad es, sin duda, el traje de flamenca que lucen las mujeres para acudir a la Feria de Abril. No hay datos que aseguren el origen de esta prenda, ya que si retrocedemos en el tiempo nos encontraremos con conjuntos de una versión más rural, para la vida en el campo y no con el concepto cosmopolita y urbano de lo que nos ha llegado a nuestros días.
Será a principios del siglo XIX cuando tengamos ya algo que se nos aproxime al prototipo del traje de flamenca y en esto tendrá una gran influencia el movimiento artístico del romanticismo, quedando reflejado también en muchísimas obras costumbristas del momento.
La instauración de la festividad de la Feria también será un gran impulso ante la necesidad de crear nuevos trajes y nuevos estilos que se han ido desarrollando e innovando hasta nuestros días. Y a quien no podemos olvidar en cuanto al impulso del traje de flamenca es al mundo gitano, que adoptó esta forma de vestir rural y difundió con el dominio del cante y el baile flamenco.
Todo esto fue un caldo de cultivo perfecto para que a finales del siglo XIX ojos del resto de España y del mundo ya se le diera forma al que sería conocido como el traje regional andaluz, el traje de flamenca. La realidad es que las clases más pobres y sobre todo las gitanas, acudían a vender y trabajar a la Feria de ganado.
El traje empezó a gustar a las clases pudientes y adineradas del momento, y como suele pasar siempre, los ricos acaban haciéndose con lo de los pobres.
Si hay una Feria que constó en los libros de Historia fue la de 1929, año de la Exposición Iberoamericana de Sevilla. En este año el traje de flamenca se consagró como el traje regional andaluz a ojos de todo el mundo, ya que incluso el cartel de la Exposición estaba presidido por una mujer luciendo esta vestimenta rodeada de personas de todas las culturas hispanoamericanas y custodiadas por la Plaza de España y la Giralda.
Ya en esta época se instauró la costumbre entre todas las clases sociales de acudir a la Feria de Abril vestida de flamenca.
ANÁLISIS FORMAL
Y todo esto queda reflejado en el Arte, como todo en la vida, y la Feria de Abril y el traje de flamenca han quedado retratados por los artistas del momento que hemos mencionado anteriormente.
Empezando por Alfred Dehodencq, que retrató las fiestas de Sevilla, primero representando Una cofradía pasando por la calle Génova, la actual avenida de la Constitución junto a la Catedral de Sevilla. Como cuadro hermano, pintó Un baile de gitanos en los jardines del Alcázar, delante del pabellón de Carlos V.
Esta obra del año 1851 nos habla de que el mundo gitano es el que luce estas galas, no para acudir a festividades, sino para su día a día, para ganarse la vida bailando y cantando flamenco por las calles de la ciudad. El centro de la escena lo preside una mujer vestida con el traje regional, bailando al compás que le marcan alrededor sus compañeros de fatigas con las palmas y las guitarras.
Los pintores románticos se van a sentir muy atraídos por este carácter popular y el exotismo del flamenco, sobre todo a ojos de los artistas extranjeros.
Rafael Benjumea pintará Galanteo en un puesto de rosquillas de la Feria de Sevilla (1852). Posiblemente una escena que se lleve repitiendo desde hace más de 150 años. El mozo que se acerca a la chica vestida de gitana con la intención de ligar con ella.
Hoy sería un puesto de gofres recalentados, pero la situación es la misma pase el tiempo que pase. Centrándonos en la obra, ya vemos el paso de que el vestido pase a mano de las clases pudientes, mientras que el mundo gitano y obrero también lo luce, ya que era el que usaba en su día a día.
Con la creación de la Feria de Abril en 1847 muchos artistas empezaron a representarla. Uno de ellos será Manuel Cabral Aguado Bejarano que, en 1855 pinta En la Feria de Sevilla, situando las casetas (azules y blancas, hoy día impensable) en el Prado de San Sebastián, el que fue su primer emplazamiento.
Para dejar claro que es la zona coloca en la lejanía la Catedral, la Giralda y la Puerta de Jerez, que todavía se conservaba ya que no será demolida hasta el año 1864.
Ya vemos cómo las clases elitistas controlan la fiesta, montados a caballo, las mujeres luciendo el traje flamenca con ricos mantillos, enjoyadas y con flores en el cabello, mientras que la gitana buñolera viste de flamenca también, pero sin lujos.
No podíamos mencionar pintura romántica sin revisar la obra de Joaquín Domínguez Bécquer que realizó en 1867 La Feria de Sevilla, dejando también clara la ubicación del evento en el Prado de San Sebastián alejando la Giralda, pero mostrando de cerca la todavía conservada Puerta Nueva de San Fernando, que sería eliminada del plano urbanístico sevillano en el año 1870.
En 1872, Manuel Wssel de Guimbarda ya nos muestra en Escena costumbrista en el Alcázar de Sevilla cómo el traje de flamenca es un emblema del mundo andaluz.
La escena no es real, el pintor utilizó como marco arquitectónico el patio de las Doncellas del Alcázar para reflejar una escena cotidiana de la calle en la que puso todos los tópicos posibles del baile flamenco, el torero, la cesta de las naranjas y la mujer preparando un potaje.
Para cerrar este paseo por el albero de la Feria sevillana nos detendremos en otro artista que la reflejó como nadie. En 1915, Gustavo Bacarisas pintó Sevilla en fiestas. Fue un pintor que supo absorber todos los conocimientos del siglo XIX tanto modernistas como impresionistas y darles un toque personal.
En esta obra consiguió mostrarnos la evolución de lo que hemos visto anteriormente con la flamenca de hoy día. Centra la luz en las mujeres vestidas de flamenca, iconos de la Feria de Abril y de sus fiestas, mientras que el resto queda en penumbra.
Luz, color, alegría, belleza, Sevilla está de fiestas, en Sevilla empieza la Feria de Abril.