El veranillo de San Miguel. Los arcángeles y su representación artística

COMENTARIO HISTÓRICO ARTÍSTICO SOBRE LA ICONOGRAFÍA DE LOS ARCÁNGELES

Aproximándonos a la festividad de San Miguel del próximo 29 de septiembre y con el conocido veranillo de San Miguel (o del membrillo), creemos conveniente hacer un repaso a la figura iconográfica del santo y a la importancia de la figura de los arcángeles a la hora de expandir la fe católica por las tierras del Nuevo Mundo tras el descubrimiento de América, además del desarrollo que tuvo a lo largo del tiempo, tanto en el arte como en la liturgia.

¿Por qué es tan importante la imagen de San Miguel para la Iglesia? Nos tendríamos que trasladar al siglo XVI, tras el descubrimiento de América las distintas órdenes monásticas, principalmente los franciscanos y los jesuitas comienzan a extender la fe católica por el nuevo territorio. La figura de los arcángeles será fundamental a la hora de transmitirla. Para ello, difunden la representación de éstos partiendo de una grabado de los siete arcángeles descubiertos en una representación de la ciudad Palermo por el sacerdote Antonio del Duca en 1516. Se trata de los arcángeles canónicos San Miguel, San Gabriel, San Rafael, y los apócrifos San Barachiel, San Jerudiel, San Seathiel y San Uriel.

Para diferenciarlos entre ellos, cada uno cuenta con un elemento iconográfico destacado:

  • San Miguel: Como general de todos los ángeles, porta la espada.
  • San Rafael: Porta un pez, referencia al pasaje con Tobías en el que anuncia que sirve delante del Señor.
  • San Gabriel: La azucena, símbolo de pureza por la Anunciación.
  • San Barachiel: Flores en su regazo, símbolo de las bendiciones que reparte.
  • San Seatiel: Inciensario. Sus oraciones ascienden como el humo.
  • San Jehudiel: Con un látigo en una mano y una corona de flores en la otra. Castigo por un lado y premio por el otro tras la confesión de los pecados.
  • San Uriel: Porta un pergamino, es el que ilumina a los profetas.

La fundación de la Compañía de Jesús por parte de San Ignacio de Loyola tuvo lugar en 1534, justo en el momento de mayor extensión de esta devoción y con la transformación socio-cultural que llegará con el Concilio de Trento (1545-1563). En Hispanoamérica serán los que extiendan esta representación como se puede ver en la iglesia de San Pedro de Lima con la serie de los arcángeles realizada en España por Bartolomé Román, coetáneo de Diego Velázquez en Madrid en pleno Siglo de Oro de la pintura española. Formado por Vicente Carducho en la capital española donde desarrolló la mayor parte de su trayectoria artística.

En esta serie cuenta con siete lienzos, uno por cada arcángel. El objetivo era limitar la creación de nuevas entidades espirituales como era tradición en la cultura hebraica. Con la llegada del Concilio de Trento, ya se había difundido suficientemente esta imagen de los siete arcángeles y se asentó con la Contrarreforma, que los utilizó, sobre todo en América, como los defensores de la fe católica que acababan con el vicio del mundo a través del amor divino.

Es por esta razón que Bartolomé Román realizó esta serie en diversas ocasiones para distintas órdenes monásticas, como por ejemplo en el convento de la Encarnación de Madrid, entre otros. Esta serie se ubica en el coro de la iglesia, una vinculación del mundo celestial unido al terrenal.

La iconografía de San Miguel, en concreto, contó con diversas propuestas en el siglo XVI. Una realizada por Martín de Vos y otra por Francisco Pacheco. La de Martín de Vos es la utilizada por Bartolomé Román. Un San Miguel joven, atlético, con apariencia hermafrodita. Porta coraza con el sol, la luna y las estrellas, ya que domina el universo. En su mano izquierda porta una palma y la derecha la eleva para señalar el sol (Dios). Con su pierna izquierda pisa el demonio con apariencia de mujer. Esta iconografía no surge por casualidad, seguramente tenga una influencia de los grabados que estudiaría, sobre todo de Durero que representó a la Verdad como una mujer que portaba en su mano derecha el sol sobre una copa o cuando representa al dios Apolo, el dios del Sol.

Esto es muy habitual en el cristianismo, asumir representaciones de la Antigüedad Clásica para sus propias devociones. En este caso, la vinculación de un ser alado que señala al sol, como es el caso de San Miguel, es fácil de relacionar y asumir con la figura del dios griego Apolo. Incluso sus historias son muy similares, San Miguel mató al demonio y Apolo a la serpiente Pitón. Es decir, Martín de Vos nos presenta al arcángel como el defensor de la Verdad y de la Fe.

Mario Ávila Vivar en cambio, nos indica que el iniciador de esta iconografía sería el sanluqueño Francisco Pacheco. El maestro y suegro de Velázquez ya lo recreó en 1614 para el convento de Santa Isabel de Sevilla en un cuadro del Juicio Final en el que el santo aparece en el centro de la escena con un bastón de mando en su mano derecha. Le dedica dos capítulos para justificar su iconografía en su tratado Arte de la Pintura, ya que su obra chocaba frontalmente con la planteada por Miguel Ángel. Deja claro en su argumentación que aparece “con bastón en la mano derecha (…) Y si es capitán de la Iglesia, tenga bastón y cargo de los exércitos della, como dice un docto moderno”.

El docto moderno que hace mención Pacheco es Francisco Medina, quien le asesoró sobre toda esta temática. El propio Pacheco le dedicó un capítulo en su Libro de descripción de verdaderos retratos de ilustres y memorables varones, en el que lo nombra como maestro y dice de él:

“hablava i conocía de la Pintura como valiente Artifice della (de que puedo testificar como quien tanto le comunico)”.

Esta imagen de San Miguel con el bastón de mando tuvo bastante aceptación y se extendió por Europa y América rápidamente. Todas estas nuevas iconografías tienen su razón de ser en el Concilio de Trento y la Contrarrefoma, en una forma de intentar acercar las devociones al pueblo con un fin pedagógico.

La devoción a San Miguel como ángel protector contra el mal y el demonio se mantendrá a lo largo del tiempo. Una demostración de ello es como en 1884 el papa León XIII experimentó una visión en la que el demonio le incitaba a acabar con la Iglesia Católica y el arcángel se apareció para acabar con Satanás. El pontífice decidió mandar un rezo a todos los templos del mundo para que fuera leído al finalizar las misas en favor de San Miguel y que sirviera de protección para poder ser liberado del purgatorio. Todo esto se eliminaría del rito con la celebración del Concilio Vaticano II que suprimió la figura del purgatorio, aunque el rezo al santo protector se sigue recomendando en la tradición católica.

BIBLIOGRAFÍA

  • ÁVILA VILLAR, Mario: “La iconografía de San Miguel en las series angélicas”. LABORATORIO DE ARTE 28 (2016), pp. 243-258.
  • MUJICA PINILLA, Ramón: Origen y significado de los siete ángeles en San Pedro de Lima. Lima. 1996.
  • PACHECO, Francisco: Arte de la Pintura, su Antigüedad y Grandezas. Madrid. 1871.
  • PACHECO, Francisco: Libro de descripción de verdaderos retratos de ilustres y memorables varones. Madrid. 1983.

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