FRANCISCO DE LOS COBOS
Francisco de los Cobos fue uno de los políticos más importantes de su época y, sin duda, una figura relevante en el contexto artístico del momento por su papel como coleccionista.
Para comprender mejor la figura de Francisco de los Cobos, hay que tener en cuenta que él no provenía de una familia noble. Nació en Úbeda en torno a 1477.
Era hijo de Diego de los Cobos el Viejo, regidor de la ciudad (cargo que ostentaría gracias a su hijo) y de Catalina de Molina, de notoria hidalguía; por lo que no tenían una buena situación económica.
Sería su tío, Diego Vela, contador y secretario de la Reina Isabel, quien le abriera las puertas de su despacho, pudiendo así aprender la rutina de la administración pública. Posteriormente, sería Hernando de Zabra quien le ofrecería un puesto a su lado, ya que este era contador mayor de Granda y el más antiguo de los secretarios de Castilla.
Así, en diciembre de 1503, el Rey Fernando nombraba a Francisco de los Cobos como su escribano de cámara y notario público en la corte « mi escribano de cámara e mi escribano e notario público en la mi Corte y en todos los mis reynos e señoríos…».
Y, tras la muerte en 1508 de Hernando de Zafra, será nombrado contador mayor de Granada. Desde entonces, y hasta la muerte del Rey Católico, le sucedieron una serie de nombramientos oficiales y favores soberanos, entre los que se encuentran: regidor de Úbeda (1508), archivero de reales mercedes (1510), veinticuatro de Granada (regidor o concejal, 1511), escribano del crimen de Úbeda (1513), procurador en las Cortes por designación del Consejo municipal de esta ciudad en varias ocasiones.
Sin embargo, con la muerte de Fernando el Católico y la llegada del Cardenal Cisneros, Francisco de los Cobos decidió marchar a Flandes y ganar el crédito de Carlos, nieto y heredero de Fernando. Esta decisión fue la acertada pues Cisneros acabó cesando de su puesto a aquellos que se quedaron en España.
En el caso de Cobos logró el favor de don Carlos y la confirmación en sus puestos. Así, en diciembre de 1516 fue nombrado Secretario del Rey; en 1517 fue nombrado archivero de los ingresos y gastos de la Tesorería Real de Castilla; en 1519 fue nombrado fundidor y marcador de todo el oro y plata encontrado en el Yucatán (de lo cual se quedaría el 1%) y adquiere el hábito de la Orden de Santiago. En 1522 se comienza a formar parte del consejo real.
No obstante, lo que le faltaba era adquirir cierta presencia social, ya que, aunque sí ostentaba todos esos nombramientos, no formaba parte de la alta aristocracia por su humilde pasado.
De tal manera, se casó con María de Mendoza y Sarmiento en este mismo año, 1522, hija de los condes de Rivadavia, quienes formaban parte de la alta aristocracia, pero carecían de fortuna (lo que no preocupaba al secretario).
A partir de 1528 se convierte en el hombre de mayor confianza del emperador siendo nombrado consejero y secretario del Consejo del Estado, además de ser nombrado Comendador Mayor de León en la Orden de Santiago, dignidad recibida en 1529 como culminación de un proceso iniciado diez años antes con su toma de hábito y proseguido en 1521 con su designación como comendador de los Bastimentos de León de la citada Orden.
Lo que hay que tener en cuenta es que Francisco de los Cobos se había convertido de uno de los hombres de confianza del Emperador Carlos V, lo que hacía que influyera en algunas decisiones que este tomaba, como lo haría con el tiempo en el ámbito artístico.
No se podría decir que Francisco de los Cobos es un humanista propiamente dicho, un hombre del renacimiento. Sin embargo, fue un hombre que por el trabajo que ejercía en la Corte viajó mucho con el Emperador.
De tal manera, conoció lugares como Flandes e Italia, pudiendo así conocer el arte que se estaba desarrollando en estos países y apreciándolo.
Así pues, en Italia conoció a Aretino, a Tiziano en Ferrara (1522), a la poetisa Verónica Gambara en Mantua y al historiador Paolo Giovio en Nápoles. Pero no únicamente se juntó con el ambiente cultural italiano, sino obviamente también con el español, conociendo así a personajes como Valdés, Hurtado Mendoza, Lope de Ayala…
En 1532 vuelve a coincidir con Tiziano, esta vez en Mantua, e intercederá por él para que realice obras para el Emperador.
De tal manera, se observa cómo hacia el año 1532/1533 encontramos la obra Carlos V con un perro. Si bien es cierto que el artista ya había pintado a Carlos V en 1530 en Bolonia, parece ser que el Emperador no había quedado del todo satisfecho, lo que no sucede en esta segunda ocasión, pues Tiziano será nombrado Caballero de la Espuela de Oro y Conde palatino, además de pasar a ser el pintor predilecto del Emperador.
Aunque hay diferentes perspectivas entre los historiadores acerca de la figura de Cobos como coleccionista, lo cierto es que se puede decir que en parte sí lo fue.
Muchas de las obras que expuso en la Capilla del Salvador fueron regalos de duques italianos, como el duque de Ferrara o el duque de Mantua. Pero una vez se fue formando su gusto por el arte italiano, también encargaría obras en este estilo. Por lo que, además de quedarse las obras artísticas regaladas, comienza a patrocinar las suyas propias.
De hecho, las obras que fueron encargadas por Francisco de los Cobos no seguían un único “estilo”. Esto se puede observar en 2 de las construcciones que mandó levantar en su Úbeda natal: el Palacio y la Capilla del Salvador.
Una vez había fallecido su padre, en 1530, en 1531 mandó construir un palacio en Úbeda. Manda llamar al arquitecto Luis de Vega. Este comienza a hacer los planos en 1532 (aún se conserva en Simancas). A Keniston le extraña que pusiera tanto interés en realizar este palacio, puesto que en rara ocasión lo habitó, hasta que volvió a su ciudad natal para morir.
Por lo que la razón que le llevó a realizar este palacio solariego era que fuera parecido a los palacios y castillos que se realizaban los aristócratas de su momento (Condestables de Castilla en Burgos o el conde de Benavente en Valladolid), siendo signo de una gran distinción. Por lo tanto, contrata a Luis de Vega para continuar con esta tipología arquitectónica.
En el lado contrario se encuentra la Capilla del Salvador, una auténtica joya renacentista ubicada en Úbeda.
Con anterioridad a esta capilla, se había realizado una capilla sepulcral en la parroquia de Santo Tomás, pero no le convencía ya que su figura y familia habían adquirido un alto rango y el lugar de enterramiento debía ser más suntuoso. La capilla fue concebida como un panteón f unerario para Francisco de los Cobos.
Tiene una gran importancia porque, en este momento, las casas nobiliarias solían construir para enterrarse capillas adosadas a catedrales o conventuales, como la Capilla de los Condestables en Burgos. Sin embargo, Francisco de los Cobos encarga una capilla funeraria exenta, únicamente para el entierro de su familia.
En 1536 se encarga el proyecto a Diego de Siloe, rematándose por Andrés de Vandelvira y Alonso Ruiz, maestros de cantería. A pesar de realizar el proyecto inicial, Siloe no participaría en ella.
Al parecer, debido a la no intervención del arquitecto, Francisco de los Cobos habría cancelado la obra. En 1540 se encuentra un nuevo contrato en el que figuran Andrés de Vandelvira y Alonso Ruiz, pero en el que se especificaba que debían tomar como referencia el proyecto de Siloe y especialmente la Puerta del Perdón (hecha por Siloe en Granada).
Siloe proyecta una planta circular, en consonancia con la función que va a tener el edificio, tal como había realizado ya en la Catedral de Granada, pues la iglesia de Úbeda sigue su mismo esquema. La portada, realizada por Vandelvira, es igual a la del Perdón, pero la parte superior (sin tener un modelo) no resalta tanto.
Lo más probable es que se escoja a un arquitecto como Diego de Siloe debido a que este ya ha estado en Italia y conoce perfectamente la arquitectura renacentista que allí se está desarrollando.
Se ve que a Francisco de los Cobos le gustó el estilo que se venía desarrollando y pidió al arquitecto español que mejor sabía ejecutar este tipo de obras a la italiana, demostrando a su vez que conocía las nuevas tendencias que se estaban dando en el extranjero.
Hay que resaltar que encarga la obra específicamente a Siloe. Por tanto, es una señal clara de que Cobos quería realizar una obra de estilo italianizante. No hay duda de que escoge el estilo renacentista por ser de su gusto y no como una prueba de poder.
Si hubiera querido únicamente exponer cuánto poder tenía, hubiera optado por una gran capilla de estilo gótico tal como hizo Gonzalo Díaz de Lerma Polanco en la Capilla de la Presentación en la Catedral de Burgos, imitando la Capilla de los Condestables de la misma catedral.
En la capilla del Salvador se encontraban toda una serie de obras como la cruz de plata labrada al romano, de Francisco Martínez en 1542 y también hay orfebrería de Diego López de Ayala.
También se encontraban 6 tablas flamencas, que eran de carácter tradicional y un claro sentido devocional (Adoración de los Reyes, Adoración de los Magos, Crucifixión…). Una de ellas es el Calvario de Peter Coecke.
Para esta iglesia del Salvador, realizó Berruguete un retablo que era una segunda versión del Tabor toledano, hacia 1554. A día de hoy tan solo se conserva la escultura de Jesús, ya que, según Gómez Moreno “el resto feneció a manos de la barbarie marxista, al iniciarse la última guerra”. En comparación con el de Toledo, el de Úbeda, en cuanto a esculturas, era algo más pobre.
Sin embargo, junto a este tipo de obra de carácter tradicional, se encargaron obras de un estilo más contemporáneo: lo que denominamos Renacimiento Italiano. De tal manera, el duque de Mantua, Federico II Gonzaga, encarga una obra con el motivo de La Piedad a Sebastiano del Piombo.
Los bocetos de las figuras, como el Cristo, fueron realizados por el propio Miguel Ángel, plasmados en el soporte por Sebastiano del Piombo. Por esta obra se pagaron 500 escudos al artista italiano.
El material escogido fue la pizarra pues, según el propio Vasari, “gustaba mucho a las gentes, pareciéndoles que de ese modo las pinturas se convertían en eternas y que ni el fuego ni la carcoma podía dañarlas”. Aunque la obra se encarga en 1533, no será hasta 1539 cuando Francisco de los Cobos la posea.
Además, originalmente también se encontraba en esta capilla la escultura de San Juan Bautista niño (San Juanito) realizado por Miguel Ángel en su etapa de juventud y expuesto en el Museo Nacional del Prado en el año 2015. Esta obra, que había sido perdida y destrozada, ha conseguido ser reconstruida en Florencia.
Se trata, por tanto, de una obra realizada por uno de los mayores emblemas del renacimiento italiano – y mundial – y fue regalada al Secretario Francisco de los Cobos por el duque de Florencia, Cosme I de Medici, por lo que se tiene que ver la importancia de nuevo de este personaje a nivel internacional.
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