Fuente de Apolo de Versalles

LA FUENTE DE APOLO DE VERSALLES: ICONOGRAFÍA DE APOLO-HELIOS

La fuente de Apolo fue realizada en el año 1668 por Jean-Baptiste Tuby en plomo dorado. Tuby realiza la obra a partir del proyecto, de los esbozos, de Le Brun. En origen se proyecta para ser ubicado en el Estanque de los cisnes, aunque finalmente se colocó en el lugar que ocupa hoy en día en el año 1671: el eje central de los Jardines del Palacio de Versalles

Versalles. París. Jardines. Fuente de Apolo | Visit versailles, Versailles,  Versailles garden

En un grabado de Adam Perelle realizado en el año 1680 ya se puede observar dispuesta la representación actual. La imagen de Apolo representa el amanecer y está dedicada al mito de Apolo-Helios: Apolo en su carro marino emerge conduciendo los caballos del sol naciente.

Se trata de una metáfora: es esa luz nace de Occidente, pues en el palacio reside su dios verdadero: el monarca. Tras este momento, irá a reposar a la gruta de Tetis – grupo escultórico que también se realizó, esta vez por el escultor François Girardon –. 

Fuente de Apolo, grabado de Adam Perelle, 1680

Estilísticamente, es una obra con cierto aire clasicista pero que ha adquirido muchas características propias del barroco. La figura de Apolo aparece representada de forma sedente, sujetando las riendas de los cuatro caballos.

Sin embargo, su rostro y la actitud de su cuerpo no tienen ningún atisbo de tensión, que sería lo propio de la acción que está realizando. El rostro de la figura principal es muy sereno, con la cabeza ligeramente inclinada hacia abajo.

La anatomía del cuerpo está muy bien estudiada y, además, no es exagerada, por lo que está buscando un cierto naturalismo dentro de la idealización que hay en las obras mitológicas. No se trata de un cuerpo sobre musculado, como se pudiera ver en la obra de Miguel Ángel, sino que se representa un cuerpo perfectamente analizado y proporcionado. 

Le Brun, quien habría realizado el proyecto de esta obra, podría haberse inspirado en el fresco realizado por Guido Reni para el Palazzo Pallavicini Rospigliosi, concretamente en la obra La Aurora, en la cual se observa a Apolo cogiendo las riendas de los caballos con la mano izquierda, en la misma posición que se encuentra en la composición que finalmente lleva a cabo Jean-Baptiste Tuby.

L’Aurora, Guido Reni, 1612-1614, Palazzo Rospigliosi Pallavicini
Palacio de Versalles París - Viajes El Corte Inglés

Apolo va con el torso al aire, únicamente cubierto en la zona inferior y con una capa o paño que se extiende desde su hombro y cae por su espalda. Va ataviado con la corona de laurel, lo cual es muy representativo de su figura, pero no salen de su cabeza los rayos propios de la figura de Helios – lo cual sería bastante razonable si tenemos en cuenta que estamos ante la figura de un Apolo-Helios –.

El carro se encuentra ligeramente sumergido en el agua, pues está saliendo de esta para que el dios pueda realizar su labor.

Es muy interesante también el cuidado estudio que realiza de los caballos, pues se marca toda la musculatura de estos. En este caso sí que puede observar el esfuerzo que están haciendo los caballos debido a la precisión en la musculatura e incluso, se marcan algunas de las venas, por lo que hay un movimiento de fuerza y tensión.

Tuby realiza una obra con mucho movimiento, vinculado principalmente a las figuras de los animales, pues son los que están haciendo el ademán de subir al cielo. Este movimiento se aprecia en la colocación de sus patas, así como en las cabezas y el cabello de estos, pues cada una mira en una dirección diferente, propiciando la ondulación del cabello de estos. Hay un contraste entre este dinamismo de los animales y la serenidad del dios. 

Fuente del Carro de Apolo | Versalles, Francia | Julio Celis | Flickr

Para completar este conjunto, se plantea toda una serie de figuras alrededor del dios y sus caballos, que estarían anunciando la salida del dios: sería una especie de cortejo que da la bienvenida al dios del Sol. Estos también son representados con minucioso detalle, lo que se observa fácilmente en la tensión de los músculos de los brazos, debido a la postura en la que se encuentran.

A estas figuras se añaden las esculturas de delfines, que son posicionadas a los lados. Esta representación de los delfines es una iconografía que es común a lo largo de toda la historia del arte, procede de la antigüedad. No son representaciones fidedignas de estos animales, sino que conllevan una parte de imaginación. 

Un grupo de personas frente a un lago

Descripción generada automáticamente con confianza media

El dios Helio es la personificación del Sol y ya era adorado en la Creta minoica. Hesíodo ya le atribuye el carro: «nunca el radiante Helios les alumbra con sus rayos al subir al cielo ni bajar del cielo».

La figura del dios Apolo no siempre ha estado ligada a la de Helio, sino que comienza a estarlo hacia el siglo V a.C., aunque hasta la época helenística no empieza a haber representaciones de esta asociación. 

Metopa procedente del templo de Atenea en Ilión. Hacia 390 a.C,  Museo de Pérgamo, Berlín.

Helio representa la personificación del Sol, uno  de los elementos más importantes de la naturaleza. Las primeras representaciones de este dios como Helios se encuentran en cerámicas itálicas del siglo III a.C., donde se observa a Apolo con sus atributos tradicionales, pero con la corona radiada característica de Helio.

Será en las Metamorfosis de Ovidio cuando los dos personajes se fundan en uno solo y sea bajo el nombre de Febo quien representará a ambos dioses. Esto se puede observar fácilmente exponiendo a modo de ejemplo los siguientes fragmentos, donde bajo el mismo nombre de Febo se refiere a escenas atribuidas a Apolo y escenas atribuidas a Helios:

«Era de Febo Dafne deseada;

Espera de gozarla, y al presente

Su profecía se hallará burlada»

«Los caballos de Febo ilustre tienen

Debajo del cielo occidental su pasto,

Do el cansancio reparan con que vienen,

Cobrando nuevo esfuerzo en el repasto;

Y mientras en su dehesa se detienen,

Que por hierba les da de ambrosía abasto,

Y la noche prosigue su camino,

Al aposento amado el Sol se vino» 

Hesiodo en su Teogonía recoge los siguientes datos de este dios: 

«Tea dio a luz al alto Helios, la brillante Selene y Eos que alumbra a todos los seres de la tierra y los inmortales dioses que habitan el vasto cielo, entregada al amor de Hiperión»

Pese a no ser uno de los dioses olímpicos, tendrá una labor muy importante, por lo que no ha sido un personaje mitológico olvidado. Zeus le encargará la labor de guiar el carro del sol, convirtiéndose a su vez en servidor de Zeus.

Iconográficamente, a Helios se le representa con la cabeza dorada rodeada de rayos, con un aspecto joven y normalmente subido a una cuadriga llevada por cuatro caballos. Estos reciben los nombres de Piroente (Fogoso), Eoos (de la Aurora), Eton (Llameante) y Flegonte (Ardiente). 

 Helios en su cuádriga solar, Cratera de cáliz de figuras rojas. 450-400 a.C. British Museum, Londres.

Esta asociación de Helio con Apolo es muy relevante para entender por qué Luis XIV, el denominado Rey Sol, elige a este dios para ser representado tanto en la fuente, como en otras esculturas que se encuentran en el complejo. La figura de Helio es convertida en la imagen principal de la Roma imperial.

De hecho, muchos de los emperadores identificaron su imagen con la del Sol, por lo que no es de extrañar que esta figura sea tomada también por Luis XIV – y tantos otros monarcas –.

Luis XIV como Apolo-Helios, 1654

Por tanto, la fuente de Apolo haría referencia al monarca, que iluminaría a toda su nación e incluso a Europa con su gloria política, en las armas y en la cultura. Como habréis podido comprobar en las imágenes que se han ido utilizando a lo largo de este artículo, el conjunto escultórico estaba bastante deteriorado.

Hacía más de 100 años que no se restauraba: hasta este mismo año que ha terminado su restauración y ha sido de nuevo colocado el pasado mes de febrero (2024). Gracias a dicha restauración podemos observar cómo lució realmente esta auténtica obra de arte. 

Escultura de Apolo antes de la restauración
Imagen que contiene exterior, edificio, viendo, parado

Descripción generada automáticamente
Escultura de Apolo tras la restauración
Estanque de Apolo
Conjunto de la Fuente de Apolo tras la restauración

BIBLIOGRAFÍA

AREILZA, J.M: Luis XIV, el Rey Sol, Editorial Planeta, Barcelona, 1992.

CANTERA MONTENEGRO, J.: El clasicismo francés, Colección Historia del Arte,  Madrid, 1989.

LÓPEZ CASTÁN, A.: “Versalles, el triunfo del Sol” en Anuario del Departamento de Historia y Teoría del Arte, Nº2, 1990, pp. 187-212.

TEYSSÈDRE, B.: El arte del siglo de Luis XIV, VOL I y II, Editorial Labor, Barcelona, 1973.

THOMPSON, I.: Los jardines del Rey Sol, Belaqcua, Barcelona, 2006. 




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