CONTEXTO HISTÓRICO
Como buenos occidentales estamos más que habituados a reconocer la imagen de un crucificado, pero lo que pocos saben es que para llegar a él hemos tenido que pasar antes por el grafito de Alexámenos.
Si nos paramos a pensarlo, la imagen del crucificado está tan metida en nuestra tradición que ya no nos extraña ver a un hombre prácticamente desnudo y torturado colgando de una cruz de madera.
Hemos asumido que esta imagen forma parte de nuestra cultura de esta misma manera y puede que no nos planteemos, que como toda representación, tiene una historia y una evolución.
EL ORIGEN
El grafito de Alexámenos es realmente eso: Un grafiti griego hallado en el muro de una vivienda excavada en la ladera del Monte Palatino de Roma. Descubierto en 1857 hoy se encuentra musealizado.
Aunque su importancia radica en ser la primera representación pictórica conocida de la crucifixión, lo realmente importante es que se trata de un eslabón en la evolución de un tipo de representación muy concreta: la de cristo.
ANÁLISIS FORMAL DEL GRAFITO DE ALEXÁMENOS
El grafito de Alexámenos es en realidad un dibujo sencillo, probablemente del siglo I y de autor desconocido.
Si bien carecemos de una documentación precisa al respecto, no es una locura pensar que es exactamente lo que parece. Un dibujo cualquiera hecho en un muro sin mayores pretensiones.
¿La razón?
Una burla hacia la nueva secta judía que cada vez tomaba más fuerza en el Imperio Romano: los cristianos.
Al fin y al cabo era llamativo que este nuevo grupo adorara a un Dios que había sido asesinado por el orden humano.
En la imagen se puede ver un crucificado con cabeza de burro y a su lado una persona con la mano levantada. Bajo la cruz aparece una leyenda en griego que dice: Alexámenos, adorando a su Dios.
Como decíamos antes, a nosotros no nos sorprende la adoración a un hombre crucificado. Sin embargo no era así en el siglo I.
Y es que durante estos primeros años del cristianismo, todavía pesaba la mala fama de la crucifixión. Era una pena del Imperio reservada para una clase social baja como esclavos, libertos, ladrones, piratas y criminales muy odiados. Por lo tanto sufrirla no sólo conllevaba la muerte sino también una gran vergüenza.
Esa sería la burla: Un dios que se deja morir crucificado es un burro.
Por lo tanto, y ante el hecho de la mala reputación de la crucifixión, los primeros cristianos no comenzaron adorando a un hombre fallecido en semejantes condiciones.
En realidad prefirieron escoger la imagen de un pastor. Así, durante los cinco primeros siglos la imagen más recurrente de Jesús fue el pastor de ovejas, alegoría del cuidado y la protección de las almas que conformaban su rebaño.
OTRAS HIPÓTESIS ACERCA DEL ORIGEN
A pesar de todo lo explicado anteriormente, no debemos descartar otras teorías con respecto al grafito. Una de ellas es que el representado sea Anubis.
Hemos de reconocer que es imposible llegar a una confirmación firme sobre el mensaje del dibujo. Sin embargo es cierto que durante el primer siglo era común la sátira hacia los judíos y especialmente hacia los cristianos como adoradores o hijos de un asno, y en algunas ocasiones se les representaba con orejas de burro.
DEL GRAFITO DE ALEXÁMENOS AL CRISTO DE VELÁZQUEZ
Poco a poco la tendencia a la hora de plasmar la fe cristiana fue cambiando.
Por ejemplo, la adoración a la cruz por sí sola llegaría con la oficialización del cristianismo, a partir del siglo IV y V.
Con ella ya no solo se acepta el tipo de muerte que antes se escondía, sino que se exhibe con orgullo. Si bien es cierto que todavía no aparece Jesús, la cruz se convierte en un símbolo de la victoria sobre la muerte.
La manera de reforzar este mensaje es a través de la creación de cruces ornamentadas con oro y gemas preciosas (crux gemmata).
Como vemos, la iconografía y las imágenes elegidas tienen una gran importancia ya que según se configuren destacan un mensaje por encima de otro. En este caso un mensaje con carga teológica.
De hecho, la adoración a Cristo en la cruz no cuajó plenamente hasta el siglo XII y cuando lo hizo no fue como un hombre doliente.
Acostumbrados al barroquismo de los rostros desfigurados por el dolor, la sangre abundante, las lágrimas de Dolorosas y sus puñales clavados en el pecho, se nos hace raro entender que esto fuera extraño hace siglos.
Tanto es así que cuando por fin aparece Jesús en la cruz lo hace sin sufrir. Quizás para enfatizar su triunfo sobre el final de la vida y no tanto la manera de morir. En definitiva Cristo por encima de la muerte.
Esta idea de Cristo sufriente llega años después y se va instalando paulatinamente. Con la llegada del barroco alcanza su plenitud.
Ya llegados al siglo XVI y en plena Contrarreforma, el catolicismo se adueña de las imágenes para defender su postura frente a los diferentes movimientos religiosos que surgen dentro de su seno en Europa.
En este caso el mensaje que se busca transmitir es el del arrepentimiento por los pecados cometidos y la sensación de fragilidad como individuo frente a los males del mundo, de los que solo Dios (a través de la Iglesia) nos puede salvar.
La imagen evoluciona una vez más y en este caso Cristo se convierte en un sufridor más que nos acompaña en este valle de lágrimas.
EL GRAFITO DE ALEXÁMENOS Y EL PODER DE LAS IMÁGENES
Gracias a los restos que llegan hasta hoy, tales como el Grafito de Alexámenos, tenemos la posibilidad de entender la evolución de una representación que hoy día damos por sentada.
Con este pequeño recorrido podemos concluir que las imágenes que nos acompañan no son espontáneas ni están vacías. Van cargadas de un significado que nos llega, queramos o no. Conocer la historia que se esconde detrás de ellas nos ayuda a entender mejor cuál ha sido su recorrido y nos da perspectiva sobre el punto en el que nos encontramos.