DE LOS GUANCHES A LA CONQUISTA DE CASTILLA
Todos conocemos perfectamente las Islas Canarias como ese escenario paradisiaco que es hoy día, con el Parque Nacional del Teide, las aguas verdes Fuenteventura, las Dunas de Maspalomas… Pero poca gente se ha parado en reparar en la historia de este archipiélago tan particular que se encuentra en pleno Océano Atlántico y a solo unos kilómetros de África.
Y es que poca gente sabe, por ejemplo, que las Islas Canarias ya estaban habitadas mucho antes de la conquista española allá por el siglo XV. Los pobladores fueron los hoy llamados “Guanches”, que venían del norte de África según se ha descubierto en estudios recientes, o bien huyendo de la desertización del cercano Sáhara, o bien haciendo lo propio con el imparable avance del Imperio Romano. Se habla de una posible ascendencia de origen bereber de estos pueblos primigenios.
Fue precisamente tras la caída del Imperio Romano cuando las Islas Canarias “desaparecen” de golpe y porrazo del ámbito europeo, pues las fuentes dejan de revelar noticias relacionadas con ellas. Esto se debe seguramente a que la entrada en la Edad Media introduce a la gran mayoría de los reinos en una pobreza importante que hace que vuelvan a mirar más de fronteras hacia dentro que de fronteras hacia fuera.
Esta tendencia se mantiene hasta principios del siglo XV, cuando el normando Jean de Béthencourt llega a las islas con su tripulación y establece las primeras conquistas, para las que pidió el apoyo de la corona de Castilla, en aquel momento liderada por Enrique III de Trastámara.
Durante casi la totalidad del siglo se mantuvieron intensísimas campañas de desigual signo en la lucha de Castilla por conseguir el dominio completo de las Islas, contra unos pueblos Guanches que liderados por sus jefes isleños fueron viendo como poco a poco se les iba arrebatando una mayor cantidad de territorios.
La conquista terminó en 1496, momento en el que el desarrollo de las Islas queda íntimamente unido y supeditado al futuro de Castilla, como no podía ser de otra manera. De esta forma, la propia cultura, la política y la economía cambian por completo para los habitantes que permanecieron en la isla.
Desde entonces y durante los siglos siguientes, las Islas se convirtieron en parte importante de la conquista de América, al ser un punto en el que paraban los barcos al ir o al regresar. Esto hizo que las Islas, principalmente Gran Canaria y Tenerife, se convirtiesen en un importante foco de comercio con todo lo que venía del “Nuevo Mundo” y con productos propios que se supieron comercializar muy bien.
Sin embargo, el crecimiento tampoco fue exponencial y esto derivó en que, sobre todo durante los siglos XIX y XX, muchas familias decidiesen emigrar en busca de un futuro mejor, dado que la economía de las islas más pequeñas apenas se sustentaba con la agricultura.
La situación empezó a cambiar ya en la segunda mitad del siglo XX con el ‘boom’ del turismo, del que también se benefició el territorio peninsular español, y con el que los europeos descubrieron el potencial vacacional que tenía España.
Las Islas Canarias, debido fundamentalmente a un clima que mantiene una temperatura media muy similar durante todo el año, se convirtió en todo un referente vacacional que aún perdura a día de hoy, siendo uno de los destinos favoritos dentro del territorio español para los europeos.