JAPÓN Y LA BELLE ÉPOQUE: UN PUENTE ENTRE DOS MUNDOS
CONTEXTO HISTÓRICO
Durante la segunda mitad del siglo XIX (sobre todo a partir de la década de los 70), París, el centro artístico mundial del momento, vivió una época de ensueño que hoy conocemos como Belle Époque, el cual perduró durante más de cuarenta años, hasta la llegada de la Primera Guerra Mundial.
Justo en esta época se puede unir el hecho de que se “redescubrió” un nuevo país que llevaba aislado durante más de dos siglos, Japón, cuya influencia artística se vio muy arraigada en este tiempo en Occidente. Esta influencia es lo que se conoció como “japonismo” y, como no, tuvo mucha relación con el arte occidental de la Belle Époque que veremos posteriormente.
Hay que destacar que en Francia se crearon grupos o sociedades con los personajes más relevantes del momento, tales como críticos, artistas, coleccionistas, etc., todos los cuales ayudaron que está influencia del Sol Naciente llegara a la capital francesa.
Estamos hablando de personajes como Felix Bracquemond, considerado el “padre” de este japonismo por un hecho muy anecdótico. Muchos de ellos viajaron a Japón y copiaron los diseños que se vieron del arte japonés y que llegaron a ojos de los occidentales.
¿Y qué es lo que se copió?
Todas las piezas que se copiaron o que llegaron a Francia (así como al resto de Europa) formaban parte de la cotidianeidad del país nipón, en esa transición que vivió entre los periodos Edo (1606-1868) y Meiji (1868-1912), en objetos como la porcelana/cerámica, la estampa, los abanicos, kimonos, etc. Estos objetos era una fuente de inspiración bastante grande para los artistas occidentales.
Mención aparte, dentro de toda esta serie de piezas, hay que darle al ukiyo-e, que desde el siglo XVIII era el arte preferido del antiguo Japón de la gente de a pie (incluso despreciado por los señores feudales), pero que en Occidente supuso un boom. Este fue el punto de inflexión de dos mundos artísticos totalmente diferentes y separados cada uno en una parte del mundo, pero que se acabaron uniendo.
ANÁLISIS FORMAL
Tenemos que dejar clara una cosa antes de nada, la Belle Époque no puede considerarse o referirnos a ella como un estilo artístico como tal, sino a un periodo o “momento de estado de ánimo álgido”, ya que durante estos años se sucedieron una numerosa lista de estilos tales como el impresionismo, postimpresionismo, simbolismo, cubismo, fauvismo, modernismo, incluso comenzando los albores de la época vanguardista que tanto destacó en el siglo XX.
Esto solo en pintura, pero se podrían mencionar otras disciplinas artísticas que sobresalieron en este periodo como la música, danza, teatro, literatura, etc.
Volviendo a Japón y a su estampa, hay que explicar que los motivos o temáticas que se pintaban en estas obras, que ellos conocían con el nombre de “mundo flotante”, eran de carácter realistas, hechas con rapidez e inspiración, representando las cosas del día a día y de la sociedad nipona: obras de teatro, geishas y cortesanas, erotismo, naturaleza, etc.
Estas estampas formaban parte de la decoración de los talleres de los grandes artistas occidentales del momento, tales como Van Gogh, Monet, Toulouse Lautrec, Picasso, entre otros grandes nombres. Se mostraban y decoraban las paredes de las grandes exposiciones que tuvieron lugar en las principales ciudades donde se desarrolló esta Belle Époque, como París como foco principal, aunque destacando otras como Londres, Viena, Barcelona o Nueva York.
Es aquí donde tenemos que destacar esa unión entre el mundo de la xilografía japonesa y algunas de las personas más destacadas de la Belle Époque. Si hay un personaje que hay que mencionar inicialmente (sobre todo porque cuando uno piensa en este periodo de tiempo lo primero que se le viene a la cabeza son los carteles litográficos) es el muralista francés Jules Cheret, considerado el padre del cartel moderno actual.
Empezó dedicándose a este mundo desde bien joven, ya que con apenas trece años empezó de aprendiz en un taller de litografía, para graduarse años después en la École Nationale de Dessin. Consiguió el respeto de la sociedad artística parisina muy pronto, debido a su enorme calidad, así como un apoyo económico muy grande gracias a Monsieur Rimmel, quien le ayudó a crear su propia imprenta.
Cheret se atrevió a intentar, en algunas de sus creaciones, estas obras niponas, viéndose esta influencia clara.
El otro cartelista que hay que destacar en esa influencia japonesa tiene que ser, como no, Henri de Toulouse Lautrec. Tenía un estilo que se caracterizaba por un dibujo de carácter nítido, colores lisos y despreocupación alta por la perspectiva, a lo que se podría añadir la utilización de encuadres asimétricos. El ejemplo más claro de la influencia japonesa en el artista francés lo podemos ver en su obra “Divan japonais”, del año 1894.
Apartándonos de la litografía, quizá deberíamos mencionar a Van Gogh como pintor referencia de la influencia japonesa en esta época de la Belle Époque. Esta influencia obviamente también le viene en su etapa de París, donde conoció la publicación de grandes revistas de carácter orientalista como Paris Illustre o Le Japon Artistique.
Es evidente que el artista neerlandés coleccionó también muchas de estas estampas xilográficas, las cuales le sirvieron para representarlas en ocasiones en algunas de sus obras como “Cortesana”, “Puente bajo la lluvia” o “Retrato de Pere Tanguy”, todas del año 1887, “Autorretrato con la oreja vendada”, del año 1889 o “Almendros en flor”, del año 1890.
Estos han sido unos pocos de los muchos ejemplos que se podrían mencionar del mencionado “japonismo” dentro de la época de la Belle Époque. Aunque también hay que destacar esta clara influencia en otra corriente artística que se desarrolló en los últimos años del siglo XIX, el Art Nouveau. Este estilo bebía de la estampa ukiyo-e en algunos aspectos como la importancia de la naturaleza o de las formas sinuosas que se desarrollaban en estas obras.
El nombre proviene de la Maison de l’Art Nouveau (Casa del “Arte nuevo”, una galería de arte abiertas en el año 1895 por el coleccionista y marchante de arte Samuel Bing. Promotor sobre todo de la primera exposición modernista, realizadas ese mismo año, en la que participaron los artistas más reconocidos de esta corriente como Pierre Bonnard, Félix Valloton o Eugene Grasset (aparte de Toulouse Lautrec).
Se puede poner como ejemplo al artista más reconocido del Art Nouveau, al checo Alphonse Mucha, quien muestra en sus obras la simbiosis japonesa entre la naturaleza y el arte, al mencionado artista franco-suizo Grasset, que a partir de los años setenta del siglo XIX, se ve influenciado en su estilo principalmente en la flora y la fauna (al igual que los grandes grabadores del periodo Edo japonés como Hokusai o Hiroshige) o al artista ingles Audrey Beardsley, que a pesar de su prematura muerte (con apenas 26 años) en quien se ve también cierta influencia nipona.
CONCLUSIONES
Hago mías las palabras que el coleccionista español José Luis Rupérez hace en su descripción de la exposición “La estampa japonesa y la Belle Époque: De Monet a Hokusai”, que tuvo lugar en el año 2021 en Valladolid (el cual me ha servido de inspiración directa para este escrito) y que definen muy bien la vinculación entre ambas corrientes.
“Podríamos decir que la Belle Époque fue un state of mind, una manera de pensar, de comportarse, en la que el presente y el futuro se confundían, diariamente llegaban noticias, gracias a los nuevos medios de comunicación y entretenimiento, de un nuevo descubrimiento, de una nueva hazaña humana, parecía que ese estado de agitación en el que vivían las artes no tendría fin. Sin embargo, la industrialización, las tensiones y los nacionalismos…….anunciaron el final de ese estado de ánimo”
Ese estado de ánimo al que se refiere podría compararse directamente lo que ocurrió unas décadas antes con Japón, en esa etapa en el que la sociedad del “mundo flotante” vivía un estado de ánimo único que se vio interrumpido por la apertura de fronteras forzada por parte del resto del mundo, cambiando totalmente por completo, al igual que le ocurrió a la Belle Époque tras los acontecimientos de la Guerra Mundial, viéndose claros paralelismos entre ambas corrientes, a pesar de las grandes diferencias culturales.
BIBLIOGRAFÍA Y WEBGRAFÍA
CAMPOS POSADA, Ainhoa: Breve historia de la belle epoque, Editorial Nowtilus, 2017.
DIEZ GALINDO, David: Bellezas de porcelana: El japonismo y la representación de la mujer japonesa y su influencia en la occidental a través de las artes. Universidad de Valladolid, Valladolid, 2016.
AYUNTAMIENTO DE VALLADOLID:
https://www.info.valladolid.es/blog/estampa-japonesa-y-belle-epoque/ (Consulta: 15/07/2023)
MUY INTERESANTE:
https://www.muyinteresante.es/historia/34421.html (Consulta: 22/07/2023).
NATIONAL GEOGRAPHIC:
https://historia.nationalgeographic.com.es/a/belle-epoque-edad-dorada-paris_12854 (Consulta: 22/07/2023).
RED HISTORIA:
https://redhistoria.com/caracteristicas-de-la-belle-epoque-1870-1914-y-el-mundo-entre-los-siglos-xix-y-xx/ (Consulta: 22/07/2023)
SPAIN JAPAN FOUNDATION: https://spainjapanfoundation.com/noticia/exposicion-la-estampa-japonesa-y-la-belle-epoque/ (Consulta: 15/07/2023)
2 respuestas a «Japón y la Belle Époque»
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