ROMA
La historia de Roma, su progresiva expansión a partir de un diminuto grupo de pueblos y su posterior caída, continúa fascinando y estimulando tanto la imaginación como la curiosidad del ser humano.
La fundación de Roma: Rómulo y Remo
El origen de Roma ha sido objeto de numerosas investigaciones, especulaciones y controversia desde el primer escrito de carácter histórico. Ya en el siglo V a.C. varios historiadores griegos incluyeron a Roma entre las fundaciones del héroe troyano Eneas, quien huyó a Italia tras el saqueo de Troya. Es difícil saber si esta leyenda corresponde a una realidad histórica, pero fueron numerosas y populares entre los griegos y, con el tiempo, arraigaron también en Roma.
Los romanos no produjeron relatos históricos hasta alrededor del 200 a.C. fecha a la que corresponde la primera historia de Roma, escrita por Quinto Fabio Píctor, senador de ilustre familia. La obra, escrita en griego, no se ha conservado a excepción de unas cuantas citas. Fabio Píctor consultó probablemente los archivos sacerdotales, los documentos de las más relevantes familias aristocráticas y los relatos de los historiadores griegos; estas fuentes, junto con los datos obtenidos de la tradición popular oral y se las inscripciones arcaicas, monumentos y vestigios, fueron la base de su relato histórico sobre la Roma primitiva. Atribuyó la fundación de la ciudad a Rómulo.
Según la tradición, Rómulo fue abandonado de niño, junto a su hermano Remo, a orillas del río Tíber.
Los niños sobrevivieron gracias a que fueron amamantados por una loba y más tarde fueron rescatados por pastores, con los que pasaron su infancia en las colinas que dominaban la orilla izquierda del río. Fue aquí donde más tarde fundó Rómulo la ciudad que llevó su nombre, después de haber matado a su hermano en una disputa.
Esta famosa historia formó parte de la tradición más antigua y se consolidó como parte del patrimonio de la ciudad muchos años antes de la época de Fabio Píctor. En un momento dado (la fecha es incierta) la historia de Eneas fue admitida e incluida en la tradición local. El resultado fue una versión que, con el tiempo, se convirtió en la oficial: Eneas llegó al Lacio, donde fundó la ciudad de Lavinium; después de su muerte, su hijo Ascanio fundó Alba Longa, donde gobernaron sus descendientes como reyes durante unos 400 años. Rómulo y Remo pertenecían a este linaje, eran hijos del dios Marte y de la hija de uno de los reyes de Alba.
Esta fusión artificial entre el relato popular y la conjetura fue realizada en el curso del siglo III a.C.. Una versión de la misma apareció en la obra de Fabio Píctor, hasta que Virgilio, Ovidio y Tito Livio le dieron su forma definitiva. La parte que hace referencia a Eneas y a los troyanos es casi con absoluta seguridad pura ficción, aunque algunos especialistas ven en ella un vago recuerdo de los contactos entre el mundo micénico e Italia.
El destacado papel de Lavinium y Alba Longa refleja, sin embargo, la importancia que estos lugares tuvieron como centros religiosos en los períodos iniciales; cabe señalar que algunos de los vestigios arqueológicos más importantes de los antiguos asentamientos permanentes del Lacio han sido hallados precisamente en Lavinium y en el área de los montes Albanos. Podemos destacar, sin embargo, que entre los asentamientos latinos más antiguos se incluye también Roma, que en la actualidad no se considera posterior en su fundación a cualquiera de los otros establecimientos de Lavinium o de los montes Albanos. La tradición sostenía que todos los centros históricos del Lacio eran colonias de Alba Longa, y que Roma fue la última; pero el supuesto intervalo cronológico entre las fundaciones de Alba y de Roma es una pura invención basada en la discrepancia entre la fecha griega dada para la Guerra de Troya (1128 a.C.), en la que participó Eneas, y la creencia firme de los romanos de que su ciudad fue fundada en el siglo VIII a.C. El resultado de esta discordancia fue que hubo que inventar una dinastía de reyes de Alba para llenar el vacío de más de 400 años entre Eneas y Rómulo.
La mayor parte de los escritores romanos creían que su ciudad había sido fundada en el siglo VII a.C., si bien existían desacuerdos acerca del año exacto. Fabio Píctor la situó en el 748, pero otras alternativas (753, 751, 728) fueron discutidas por sus sucesores. La fecha que acabó imponiéndose (753)fue propuesta por el erudito M. Terencio Varrón a finales de la república.
Se han encontrado restos de cabañas primitivas en el Monte Palatino, lugar que, según la tradición, fue el asentamiento de Rómulo, y datan del siglo VIII a.C.; pero los hallazgos sobre las tumbas del valle del Foro parecen indicar que el lugar había estado ocupado por lo menos desde el siglo X. La evidencia arqueológica no hace sino confirmar que el Palatino fue el primer asentamiento permanente de la ciudad. Así pues, puede decirse que algunos de los elementos de la historia de la fundación posiblemente están basados en la realidad, si bien Rómulo no puede ser considerado un personaje histórico. Pero la creencia de que la ciudad nació por un deliberado acto de «fundación» hizo necesaria la figura de un fundador; el mismo proceso mecánico hizo que Rómulo fuera el creador de algunas de las instituciones básicas de la ciudad.
Desde el estudio de Theodor Mommsen en el siglo pasado, se admite que nuestro conocimiento es más exacto en la historia constitucional y menos fidedigno cuando trata de sucesos políticos y militares. Pero hasta las partes más sensacionalistas y románticas pueden contener elementos de realidad histórica, como lo demuestra un caso extremo. Pocos meses después de la fundación de la ciudad, según se nos cuenta, tuvo lugar el rapto de las Sabinas, célebre suceso que condujo a una guerra entre los romanos y los sabinos y, después, a una reconciliación entre ambos y al gobierno conjunto de los respectivos líderes, Rómulo y Tito Tacio.
Esta historia, por fantásticos que sean sus detalles, forma parte de un considerable conjunto de pruebas que indica que en la población de la Roma primitiva había una importante proporción de elementos sabinos; por ejemplo, en la lengua latina se encuentran muchas voces de influencia sabina, sobre todo en ciertas expresiones domésticas tales como bos (buey), scrofa (puerca) y popina (cocina). En segundo lugar, la unión de los romanos y sabinos bajo el gobierno conjunto de Rómulo y Tito Tacio da a entender, a raíz de ciertos indicios, que Roma nación como el resultado de una fusión de las comunidades, una en el Palatino y otra en el Quirinal o , quizá, más bien a través de la incorporación de la segunda a la primera.
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2 respuestas a «La fundación de Roma»
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