LA HISTORIA DE SAN JORGE, UN MÁRTIR CRISTIANO, ¿QUIÉN FUE ESTE SANTO GUERRERO?
Jorge de Lydda, antes de proclamarse Santo y ser martirizado, nació a finales del siglo III d.c en el seno de una familia cristiana en algún lugar de la Capadocia (territorio turco a manos del Imperio Romano), o tal vez en Lydda, ciudad natal de su madre Policromía. De todos modos, sea cual fuere su origen, muy pronto ingresaría en el ejército romano porque el emperador Diocleciano (284 d.c -305 d.c) conocía al padre de Jorge y oficial de su ejército, Geroncio. Es así como pudo pasar rápidamente a formar parte del ejército, y pronto ascendió al rango de tribuno, la guardia personal del emperador.
Jorge tenia tras de sí un dilema espiritual consigo mismo, predicar su fe a Dios o mantenerlo en silencio mientras convivía bajo el mandato del emperador Diocleciano y su religioso paganismo. Jorge vivía en una situación de auténtico peligro y persecución letal. Tal fue ese el motivo por el que pasados unos cuantos años Jorge se mantuvo en silencio hasta que, posible e irremediablemente, su hazaña fue conocida en cada rincón del vasto Imperio romano.
Los primeros testimonios escritos los encontramos en los Passio Georgii. Sin embargo, la leyenda de San Jorge se popularizó aproximadamente en el siglo X durante las cruzadas en Tierra Santa y, en parte, en el siglo XIII gracias al predicador y autor de La leyenda dorada Santiago de la Vorágine. Esta obra es un compendio hagiográfico que narra los relatos biográficos y trascendentales de un sinfín de santos cristianos como San Jorge. Según cuenta la leyenda más acertada, Jorge se encontraba enfrente de la ciudad de Silene a lomos de su caballo blanco.
Esta ciudad estaba rodeada por un lago y los habitantes de Silene, atemorizados por un posible ataque a su población, tenían que ofrecer una oveja al dragón que vivía en sus aguas.
Al acabarse las ovejas y el ganado en general, el dragón pidió sacrificios humanos. En una ocasión, una de las personas que iban a ser sacrificadas era la princesa Sabra, hija del rey de Silene. Jorge intentó consolar a Sabra y le preguntó el porqué de su tristeza y abandono a extramuros de la ciudad.
Fue entonces cuando Jorge, conocedor del asunto, se armó de valor para rescatar a la princesa Sabra y a su pueblo atemorizado por el dragón del lago. Jorge, con su armadura portando la cruz en el pecho, blandió la espada a lomos de su caballo y mató al dragón. De la sangre del monstruo abatido brotó una rosa que el héroe regaló a la hija del rey. Tras esta gesta, los ciudadanos de Silene mostraron gratitud hacia Jorge y éste, les introdujo en la fe cristiana convirtiéndolos, bautizándolos y honrando la victoria a Dios.
Poco después de saberse este suceso, Diocleciano mandó apresar al joven cristiano conversor durante su “Gran Persecución”. Jorge martirizado fue objeto de dolorosas torturas hasta que murió el 23 de abril del 303 d.c ejecutado. Posteriormente a su defunción, fue canonizado por el papa Gelasio I en el año 496 y conocido desde entonces como Santo.
HERENCIA DEL PASADO EN EL PRESENTE MÁS INMEDIATO
Su atractiva historia lo convirtió en un paladín del imaginario medieval europeo, protector de caballeros y soldados, cruzados y templarios. Desde entonces, su figura se recuerda como el bien frente al mal, la victoria de la Iglesia (caballo blanco) y su Dios (Jorge) frente a Satán (dragón), y un sinfín de paralelismos/sincretismos con otras religiones mundanas, entre ellos:
– La imagen de San Jorge alanceando el dragón sería la transposición cristiana del Horus egipcio matando a Seth, representado como un cocodrilo, para vengar a su padre Osiris.
– Vinculados a las creencias del maniqueísmo mazdeísta. Esta temática de la lucha del bien y del mal pasa a la Grecia Helenística en la figura de Alejandro y posteriormente a la Roma Imperial para representar el triunfo del emperador.
– Reproduce fielmente el mito de Perseo y Andrómeda. Perseo, hijo de Dánae y Zeus metamorfoseado en lluvia de oro, es un semidios de la mitología griega al que se le atribuyen una serie de actos legendarios, como la lucha contra la Gorgona Medusa o el robo de las manzanas del jardín de las Hespérides. En uno de sus viajes, Perseo se encontraría con la princesa Andrómeda, encadenada para ser devorada por un monstruo marino enviado por los dioses como castigo por la vanidad de su madre Casiopea. Perseo mataría al monstruo, liberaría la ciudad y se casaría con la bella Andrómeda.
En la actualidad, para conmemorar la victoria sobre el dragón, así como a dos grandes de la literatura que también fallecieron un 23 de abril, pero de 1616, Shakespeare y Cervantes, las parejas, los amigos y los familiares se intercambian rosas y libros. Pero San Jorge no sólo es el patrón de Inglaterra, sino que también lo es de Aragón, Cataluña, Canadá, China, Etiopía, Georgia, Grecia, Lituania, Palestina, Portugal y Rusia. También es patrón de muchas ciudades, entre ellas Beirut, Friburgo, Génova y Moscú. Ésta última es la ciudad que más esculturas tiene de San Jorge matando al dragón que ninguna otra en el mundo.
Pueden verse en las principales ciudades del mundo, como Praga y Berlín, mientras que el Santo puede verse en los escudos de armas de Moscú y Georgia. La cruz de San Jorge se usa para condecorar a los militares rusos por su heroísmo, mientras que también aparece en la bandera de Malta.
SAN JORGE EN LA REPRESENTACIÓN ARTÍSTICA: EL NOBLE ARTE DE LA PINTURA
La representación de San Jorge será tremendamente ubicua desde la tardoantigüedad hasta los inicios de la Edad Moderna en todo tipo de soportes, aunque abundan las manifestaciones pictóricas, siendo representado hasta nuestra contemporaneidad en diferentes estilos.
En el mundo bizantino primará la representación de la escena de la lucha contra el dragón, que nos lo muestra ensartado y elevado, en todo tipo de soportes.
Es también en este ámbito donde encontramos los mejores ejemplos de su ciclo martirial en los iconos biográficos. Son frecuentes sus representaciones junto a otros santos militares en interiores de mosaico como en las catedrales de Cefalú o Palermo.
Durante el periodo gótico, son muy abundantes las representaciones pictóricas en el arte occidental, sobre todo en Italia y en la Corona de Aragón. Un ejemplo de ello es la obra de Marçal de Sax en El centenar de la ploma del siglo XV que he querido destacar. Un retablo compuesto por tres grandes tablas centrales y dieciséis piezas menores flanqueando la conmemoración de la victoria en la Batalla del Puig contra los musulmanes y la lucha de San Jorge contra el dragón. Ambas tablas centrales coinciden en una perfecta transfiguración entre el bien y el mal (San Jorge = Jaume I / Dragón = ejército musulmán).
En el renacimiento italiano, período del Cinquecento (principios s. XVI), destacaría la obra de Rafael de Sanzio.
El artista de Urbino representa a San Jorge armado de valor durante su lucha contra el dragón, un monstruo todavía erguido en pie tratando de sobrevivir ante las estacadas del joven caballero montado sobre su caballo corveteado.
Al fondo de la escena en un pequeño plano lateral, aparece atemorizada la princesa Sabra conocedora del posible fatal desenlace si el joven Jorge cae derrotado en batalla. En esta ocasión, el pintor nos transmite una situación dramática y de auténtica tensión.
Un siglo después, durante el barroco hispano (principios s. XVII), el pintor holandés Paul Peter Rubens ejecutaría del mismo modo la historia de San Jorge contra el dragón con la presencia de la princesa, aunque esta difiere de la anterior obra de un modo más pasivo y direccionando su mirada hacia el espectador.
La lucha de San Jorge, equipado con todos los estandartes militares correspondientes, es brutal y encarnizada mientras el dragón se encuentra agonizando sobre el suelo abatido.
Y, por último, he de destacar del periodo simbolista francés, la obra de Gustave Moreau. Una obra mucho más serena y cauta que las anteriores, pero que reúne en sí una gran belleza unitaria entre San Jorge, el dragón, la princesa y los elementos que los envuelven.
Se trata de una perfecta armonía que comienza desde un San Jorge victorioso hasta que derrota con su lanza al vencido enemigo de la fe cristiana encarnado en el dragón tratando de resarcirse. El caballo, una vez más, es la perfecta figuración de la victoria en pose corveteada. La princesa reza porque San Jorge, con los atributos militares y de un santo aureolado, se alce victorioso.
Generalmente a modo de resumen, San Jorge suele aparecer representado como un hombre joven e imberbe vestido de militar con coraza, casco y capa, ya sea a pie o a caballo. Es frecuente que el caballo sea de color blanco.
Entre sus atributos destacan el dragón a sus pies, una lanza partida, la espada desenvainada y el escudo. Con frecuencia sobre éste aparecerá la cruz de San Jorge, de color rojo sobre fondo blanco.
Su representación a pie es muy similar a la de San Miguel arcángel, cuando éste aparece venciendo al dragón o como príncipe de las milicias celestiales. La presencia de las alas en el caso del arcángel erradica cualquier confusión entre ambos personajes.
En cuanto a las escenas narrativas, la más frecuente es, sin duda, la de la lucha con el dragón, acompañado por la princesa, que suele aparecer con gesto de oración, pero como se puede observar en algunas obras destacadas, la princesa adopta otras formas más ortodoxas.
BIBLIOGRAFÍA
– Ana Rodríguez López, San Jorge y la dragona entre la Edad Media y la Reforma, en revista ARENAL, 24:1; enero-junio 2017, pp. 257-262.
– Helena Carvajal González, San Jorge, en Revista Digital de Iconografía Medieval,vol. IV, nº 7, 2012, pp. 21-28.
– José Manuel Breval, La historia de San Jorge. (consultado 22 abril 2018).
– Redacción de National Geographic, La leyenda de San Jorge y el dragón. (consultado 10 abril 2018).