LA JUNTA DE INCAUTACIÓN Y PROTECCIÓN DEL PATRIMONIO ARTÍSTICO
¿Alguna vez os habéis preguntado como sobrevivieron durante la Guerra Civil en España (1936-1939) las colecciones del Museo del Prado, las maravillas de las iglesias de vuestros pueblos o las obras de las catedrales de vuestras ciudades? Gran parte de ese logro se consiguió gracias a la Junta de Incautación y Protección del Patrimonio Artístico, el organismo creado por parte del Gobierno de la Segunda República para proteger el Patrimonio Histórico-Artístico del país tras el estallido de la Guerra Civil el 18 de julio de 1936.
Tras el alzamiento se produjeron numerosos ataques iconoclastas que amenazaban con acabar con nuestro patrimonio. Estos violentos ataques se llevaron a cabo por parte de reducidos grupos pero se tradujeron en quemas de iglesias, saqueos de conventos y monasterios, etc. De este modo, se constituye por Decreto de 23 de julio de 1936 una Junta al haber sido ocupados diferentes palacios y edificios donde se atesoraba una gran riqueza artística que necesitaba a toda costa ser salvada.
Esta Junta debía visitar estos palacios y edificios para dar parte del estado de las obras que allí se guardaban y, si fuese necesario, ordenar su traslado por motivos de seguridad o por el mal estado en el que se encontrasen. Pero la tarea principal de los miembros de esta Junta de Incautación fue la de requisar o incautar en nombre del Estado todas aquellas obras de iglesias, colecciones privadas y museos para su protección. Al incautar una obra, los técnicos de la Junta realizaban un «Acta de Incautación» donde se recogían datos de la propia obra (clase de obra, dimensiones, materiales, escuela, atribución…) así como de su procedencia, además se añadían fotografías siempre que fuese posible. Estas actas fueron imprescindibles para poder devolver las obras a su legítimo dueño o a su lugar de procedencia una vez acabada la guerra.
Para esta labor la Junta de Incautación solicitó la colaboración ciudadana, se llevó a cabo una gran labor de propaganda basada en carteles que pedían por el respeto de las obras de arte en tanto que formaban parte de nuestro patrimonio, algo que nos pertenece a todos. En este sentido son reseñables los carteles que elaboraron los alumnos de Bellas Artes sin ningún medio de impresión, por lo que cada cartel era único. Estos carteles se basaban en una imagen de una obra de arte junto a un eslogan que pedía por su proteccióm, la mayoría hacían hincapié en el arte religioso, el principal foco de ataques, haciendo resaltar la idea de ver en una imagen sus cualidades artísticas más allá de los religioso. También se llevaban a cabo visitas a los milicianos para que viesen las obras salvadas y que comprendiesen que ellos eran los protectores de nuestro patrimonio y no sus destructores.
Por otro lado, se crearon al margen del Gobierno otras juntas de carácter local o provincial para asegurar la protección de las obras de arte. Estas juntas, que desarrollaron una gran labor, fueron en unos casos sustituidas al constituirse las Juntas Delegadas (dependientes de la Junta Central del Tesoro Artístico) en las distintas provincias del país, y en otros casos coordinaron sus actuaciones y colaboraron mutuamente. Es decir, al crearse estas Juntas Delegadas, La Junta de Incautación pasa a ser la Junta Delegada de Madrid (ciudad donde surgió) y se crea un sistema piramidal: en lo más alto la Junta Central del Tesoro Artístico, tras ésta las Juntas Delegadas y en un último escalón las juntas locales. De este modo se garantizaba que la protección del patrimonio llegase a todo el país.
LOS DEPÓSITOS DE LOS OBJETOS INCAUTADOS
Pronto se necesitó de grandes depósitos para albergar todas las obras que se incautaban, grandes espacios que garantizasen su seguridad. Los depósitos de obras más importantes fueron sin duda la iglesia de San Francisco el Grande, el Museo Arqueológico Nacional y el propio Museo del Prado. El más grande de ellos fue San Francisco el Grande, que se convirtió en un auténtico almacén de tesoros artísticos, allí llegaron a depositarse 50000 objetos entre la propio iglesia y sus sótanos.
Por su parte el Museo del Prado se convirtió en el principal depósito de cuadros. Los 3000 cuadros que se encontraban en su entreplanta abovedada ascendieron 16000 cuando se comenzaron a trasladar obras de San Francisco el Grande debido a problemas de espacio, frío y humedad. El Museo del Prado se convirtió en una especie de fortín para proteger las obras, se colocaron sacos terreros para proteger de los bombardeos y se construyeron estructuras de madera para proteger ciertas obras, como por ejemplo la escultura de Pompeo y Leone Leoni, Carlos V y el Furor.
Pero la guerra seguía avanzando y al encontrarse a las puertas de Madrid y bajo la amenaza constante de bombardeos, la Junta Central se trasladó a Valencia, llevando consigo el Tesoro Artístico Nacional, es decir, todas las colecciones nacionales, en especial las colecciones del Museo del Prado. El traslado se llevó a cabo en camiones cubiertos por lonas impermeables que no podían superar los 10/15 km/h para minimizar los riesgos de las obras que transportaban. Desde finales de 1936 comenzó el traslado en estos camiones rumbo a Valencia huyendo de las llamas, y se prolongaría hasta comienzos de 1939.
En Valencia los principales depósitos de almacenaje de las obras que llegaban fueron la iglesia y el colegio del Patriarca y las Torres de Serrano, de nuevo grandes espacios que garantizasen la seguridad de esos tesoros artísticos. En las Torres de Serrano se desembalaban las obras para comprobar su estado tras el largo viaje y se restauraban si alguna lo necesitaba. En la torre izquierda se guardaron los cuadros más importantes y en la derecha principalmente tapices, y a la iglesia del Patriarca, tras unas reformas en su altar mayor y las capillas a ambos lados del crucero, se llevaron otras obras.
LA EXPOSICIÓN DE GINEBRA
El frente de la guerra seguía creciendo y de nuevo fue necesario el traslado de la Junta Central junto con el Tesoro Artístico Nacional. Esta vez se trasladaron al norte de Cataluña, guardando en el castillo de Peralada las obras más importantes (cuadros del Museo del Prado, El Escorial, palacio de Liria…), en el castillo de San Fernando esculturas, tapices, documentos históricos y obras de orfebrería, y en la mina de La Vajol se depositó otra importante cantidad de obras.
Esta situación no duraría mucho ya que a finales de 1938 comienzan los ataques a Cataluña, el 14 de enero de 1939 cae Tarragona y el día 26 le sigue Barcelona. El último cobijo para la República tiene lugar en Figueras, a pocos kilómetros de la frontera con Francia. Estando atrapados con la frontera a un lado y los bombardeos por otro, se solicita la intervención internacional y a través de la firma del llamado Acuerdo de Figueras el 3 de febrero de 1939 se acuerda lo que en ningún momento fue una opción, sacar las obras del país para su salvaguarda. Como digo, nunca fue una opción para el Gobierno sacar las obras al extranjero pero las circunstancias no dejaron otra opción.
Tras asegurarse en el Acuerdo de Figueras que las obras regresasen al país tras acabar la guerra, la ganase quien la ganase, y que no podían ser embargadas debido a la deuda contraída entre Franco y otros países europeos, se eligió su destino, Suiza, en concreto Ginebra, donde serían expuestas en una exposición artística sin precedentes.
El mismo día que las obras llegan a Ginebra, Suiza reconoce a Franco como ganador de la guerra y gobernante de España, y el Gobierno de Burgos autoriza su exposición que se inauguró el 1 de junio de 1939 bajo el título «Les Chefs-d’oeuvre du Musée du Prado«. La exposición ocupó quince salas del Museo de Arte y de Historia de Ginebra y fueron expuestos en total veintiún tapices del Palacio Real de Madrid y ciento setenta y cuatro cuadros, de los cuales ciento cincuenta y dos procedían del Museo del Prado, diez a la Academia de Bellas Artes de San Fernando, siete a El Escorial, tres al Palacio Real, un Greco de Illescas y un cuadro, él único, de una colección particular, La Condesa de Chinchón de Goya. Es decir, lo más notable del Tesoro Artístico Nacional español.
La exposición fue clausurada el 31 de agosto tras denegarse numerosas solicitudes de distintas partes de Europa para trasladar allí la misma, pero de nuevo las obras corrían un serio peligro cuando la Alemania nazi atacó Polonia en la madrugada del 1 de septiembre y el día 3 Francia le declaraba la guerra a Alemania. El tren con las obras atravesó una Francia ya en guerra y el día 7 de septiembre llega a la frontera de Irún, donde las obras se trasladaron a un tren español que, para poner fin a esta odisea, llega a la estación del Norte de Madrid el 9 de septiembre de 1939.
BIBLIOGRAFÍA
Álvarez Lopera, José, (1982), La política de bienes culturales del Gobierno Republicano durante la Guerra Civil española, Madrid: Ministerio de Cultura (I y II vol.)
Colorado Castellary, Arturo, (2008), Éxodo y exilio del Arte. La odisea del Museo del Prado durante la Guerra Civil, Madrid: Ediciones Cátedra
Colorado Castellary, Arturo, (2009), “El Tesoro Artístico y el fin de la guerra. De Cataluña a Ginebra”, en Argerich, Isabel y Ara, Judith (eds.), Arte Protegido. Memoria de la Junta del Tesoro Artístico durante la Guerra Civil, Madrid: Ministerio de Cultura (2ª edición corregida), págs. 63-96