Las excavaciones de Pompeya vistas por los Palizzi

“La antigüedad no ha cesado de ser una gran escuela de pintores modernos, la fuente de la que extraen la belleza de su arte”

Jacques-Louis David

INTRODUCCIÓN

Pompeya. Sinónimo de desgracia, destrucción, olvido. Pero, al mismo tiempo, es sinónimo de arte, belleza, redescubrimiento, legado. Un legado que se hace extensible a otras ciudades cercanas a Pompeya y que el Vesubio sepultó con su fuerza destructiva, manteniendo oculto e intacto un rico patrimonio que, tras su descubrimiento y a día de hoy, continúa suscitando la curiosidad de los investigadores y que, hallazgo tras hallazgo, nos sigue revelando sus secretos.

A lo largo de estas líneas, hablaremos sobre lo que supuso, tanto para la historia como para el arte, la aparición de las ruinas romanas en la zona de la Campania afectada por la erupción del volcán, dando preponderancia a la ciudad de Pompeya, y estudiaremos, en profundidad, uno de los elementos que resurgieron tras las excavaciones: la pintura mural romana. 

BREVE HISTORIA DE LA APARICIÓN Y LABORES DE EXCAVACIÓN EN LAS RUINAS ROMANAS DE LA ZONA DE LA CAMPANIA SEPULTADAS BAJO EL VESUBIO

“Todo yace sumergido en llamas y triste ceniza. Ni los dioses hubieran tenido poder para hacer algo parecido”


Epigramas, Marco Valerio Marcial

Entre los años 60-80 del primer siglo de nuestra era, una serie de catástrofes naturales se cebaron con una zona concreta del Golfo de Nápoles en la Campania italiana. El 5 de febrero del año 62, un fuerte seísmo sacudía los cimientos de las vecinas ciudades de Pompeya, Herculano y Estabia, provocando innumerables destrozos.

Sin embargo, los habitantes de la zona nunca pensaron que un desastre mayor les borraría del mapa. En el otoño del año 79 (tras las recientes investigaciones y hallazgos que han modificado la tradicional fecha de la madrugada del 23 al 24 de agosto), Pompeya; Herculano; Estabia; Oplontis y demás ciudades del entorno, quedaron sepultadas bajo capas de ceniza y lava tras una fortísima y mortífera erupción del Monte Vesubio.

En el cuadro Plinio el Joven y su madre en Miseno en el 79, Angelika Kauffmann, 1785, óleo sobre lienzo, 103 x 127,5 cm, Museo de Arte de la Universidad de Princeton,se muestra como el escritor hace el registro sobre la tragedia

Durante un tiempo, ladrones y cazatesoros se dedicaron a saquear el terreno sepultado en busca de piezas romanas de valor, pero, poco a poco, abandonaron el lugar, instalándose una pesada losa de silencioso olvido que perduraría durante siglos.

Un primer atisbo sobre el conocimiento de vestigios romanos en la zona lo tenemos a finales del siglo XVI. Entre 1594 y 1600 se encargó al arquitecto italiano Domenico Fontana la apertura de un canal para llevar el curso del río Sarno hasta Torre Annunziata. Durante las labores de canalización, Fontana descubrió una serie de restos arqueológicos, entre los que se encontraba un epígrafe con la inscripción “Decurio Pompeis”. Desgraciadamente, no se les dio la merecida importancia a estos hallazgos, sumiéndose de nuevo en el oscurantismo.

No fue hasta el siglo XVIII cuando Pompeya; Herculano; Estabia y Oplontis volvieron a ubicarse en el mapa, iniciándose la carrera por conocer estas olvidadas ruinas romanas.

Un humilde campesino del lugar halló en sus tierras unos restos de pintura y mármoles. Ello motivó a que el rey de Nápoles, el futuro Carlos III de España, encomendara las labores de excavación al ingeniero zaragozano Roque Joaquín de Alcubiarre. Por tanto, en 1738, salía de nuevo a la luz Herculano, 10 años después, en 1748, Pompeya, y en 1749 Estabia. Oplontis fue la más tardía en causar la curiosidad de los investigadores, ya que su descubrimiento fue en 1834.

Descubriendo las ruinas del templo de Isis en Pompeya, Pietro Fabris, 1776, aguafuerte coloreado del libro Campi Phlegraei de William Hamilton

Los primeros trabajos arqueológicos fueron más bien decepcionantes, debido a las altas expectativas que se pusieron en localizar hermosos restos que hicieran las delicias del monarca. Es a partir de 1755 cuando surge la verdadera locura arqueológica, al encontrarse importantes restos como el Templo de Isis en Pompeya.

Se retomaron con mayor fuerza los trabajos de excavación, siguiendo pautas poco científicas, ya que Alcubiarre era ingeniero y no arqueólogo profesional, por lo que, por un lado, se dañaron y se perdieron muchas piezas por la mala praxis empleada y, por otro, los restos que no se deterioraron acabaron adornando las estancias del Real Museo Borbónico, hoy Museo Arqueológico Nacional de Nápoles, siendo esto duramente criticado por el estudioso alemán Johann Joaquim Winckelmann.

En 1780 un colaborador de AlcubiarreFrancesco de la Vega, es quien pone orden en las labores de excavación al hacerse cargo de los yacimientos. Elaboró una planificación coherente del trabajo donde, además de extraer piezas, se preocupó por conservar, in situ, lo ya descubierto, y reponer los monumentos que habían sido trasladados al Museo de Portici.

Retrato de Carolina Bonaparte, Marie Louis Elisabeth Vigée-Lebrun, 1807, óleo sobre lienzo, 217 x 143 cm, Colección Palacio de Versailles (izq.)y Fotografía de Giuseppe Fiorelli (der.)

Pietro de la Vega, entre 1808-1815, coge el testigo de su hermano Francesco, siendo una temporada de gran actividad en los yacimientos, sobre todo en Pompeya que fue la ciudad que tomó mayor auge sobre las otras a partir de este momento, debido al apoyo incondicional de la reina de Nápoles Carolina Bonaparte, quien tuteló los trabajos arqueológicos que se estaban realizando. Sin embargo, este fructífero periodo se ve interrumpido por el retorno de los Borbones al trono, haciendo retroceder las labores de excavación por falta de financiación. Aun así, se descubrieron nuevos espacios como La Casa del Fauno en Pompeya.

El año clave es, sin duda, 1863, al asumir la dirección de las excavaciones en Pompeya el gran arqueólogo italiano Giuseppe Fiorelli, siendo quien instaura el método de investigación y excavación que se sigue en la actualidad. Completó la exploración de la ciudad, tomando la decisión de dividir la ciudad en 9 regiones y, a su vez, subdividirla por insulae; umbrales o puertas para una mejor localización de edificios. Además, modificó el método de excavación, realizándolo por capas desde arriba a abajo y no por los túneles anteriormente abiertos, con el fin de evitar el desplome de los muros y facilitar su restauración. También confeccionó los moldes en yeso de los cuerpos de las víctimas y empleó el mismo material como elemento reparador de las paredes agrietadas de las casas para su conservación. Asimismo, fue el encargado de autorizar el acceso al yacimiento, previo pago de una entrada, a todo aquel que quisiera visitar las ruinas, ya fuera por interés científico o mera curiosidad.

La fama alcanzada por Pompeya aumentó en el siglo XX, gracias a los medios de comunicación y al hecho de utilizarse como propaganda política, sobre todo, con Benito Mussolini en 1923. Bajo la dirección de Vittorio Spinazzola, por un lado, y Amadeo Maiuri, por otro, se hacen los descubrimientos más significativos como los grafitis de Via de la Abundancia con Spinazzola y la Villa de los Misterios con Maiuri.

Fotografías de Vittorio Spinazzola (izq.) y Amadeo Maiuri (der.)

La II Guerra Mundial fue un suceso nefasto para los yacimientos. En  1943, un bombardeo sobre la zona daña, con especial gravedad, Pompeya, destruyendo casas, el teatro y parte del Foro. Al finalizar el conflicto bélico, las actuaciones en el yacimiento se enfocaron hacia las labores de restauración, además de continuarse con los trabajos de excavación.

En 1961, tras la jubilación de Maiuri, se dieron por concluidos los trabajos arqueológicos a gran escala, orientándose, de ahora en adelante, hacia la conservación y restauración para evitar la decadencia de Pompeya.    

Actualmente, las labores en los yacimientos no han concluido ni mucho menos. Los continuos trabajos siguen sacando a la luz nuevos secretos, permitiendo conocer más y mejor la vida de los habitantes de estas ciudades previo a la erupción.

Tras este breve recorrido, cabe preguntarse que supuso la aparición de estas ruinas para el contexto histórico-artístico del momento y de siglos posteriores. Para la historia, nos queda claro que nacía y se perfeccionaba la disciplina de la arqueología, haciendo que se emprendieran labores de excavación ya no sólo en Italia, sino  también en otros puntos bañados por el Mediterráneo como Grecia o la costa de la antigua Asia Menor. Sin embargo, para el arte fue un gran acontecimiento:

-La aparición de estas ruinas contribuyó a la configuración y definición del Neoclasicismo como estilo artístico.

Retrato de Winckelmann, Angelika Kauffmann, 1764, óleo sobre lienzo, 97 x 71 cm, Kunsthaus  Zürich, Suiza

-Se publicaron gran cantidad de estudios que profundizaban en el arte  grecorromano como la Historia del arte de la Antigüedad (1763) del ya citado Johann Joaquim Winckelmann, quien conoció de primera mano los yacimientos de Pompeya y Herculano al visitarlos con asiduidad durante su estancia en Italia.

-Los restos arqueológicos despertaron la curiosidad por la cultura clásica dentro y fuera de los ámbitos científicos, por lo que los yacimientos fueron parada obligatoria durante la realización del Grand Tour, tanto para la nobleza como los artistas e intelectuales que hicieron este viaje de iniciación, convirtiéndose en sitios turísticos en siglos posteriores.

-Por último, las excavaciones fueron objeto de interés como temática pictórica y muchos los pintores que lo plasmaron en sus obras como son los dos ejemplos que veremos a continuación. 

ANÁLISIS COMPARATIVO DE FANCIULLE NEGLI SCAVI DI POMPEI DE LOS HERMANOS PALIZZI

COMENTARIO HISTÓRICO ARTÍSTICO DE FANCIULLA NEGLI SCAVI DI POMPEI

  • Obra: Gli scavi di Pompei o Fanciulla negli scavi di Pompei (parete rossa)
  • Autor: Filippo Palizzi
  • Cronología: 1870
  • Estilo:Verismo
  • Técnica:óleo
  • Soporte: lienzo
  • Dimensiones:119.5 x 86cm
  • Ubicación: Colección Privada: Archivio Marino

COMENTARIO HISTÓRICO ARTÍSTICO DE FANCIULLA PENSIEROSA AGLI SCAVI DI POMPEI

  • Obra: Fanciulla pensierosa agli scavi di Pompei (parete blu)
  • Autor: Francesco Paolo Palizzi
  • Cronología: 1865
  • Estilo:Verismo
  • Técnica:óleo
  • Soporte: lienzo
  • Dimensiones: 120 x 87 cm
  • Ubicación: Colección Privada: Lorenzo Riccardi

ANÁLISIS FORMAL-ICONOGRÁFICO

Nos encontramos ante dos pinturas de dos autores poco conocidos para el espectador pero que fueron clave en la escena artística italiana del siglo XIX: los hermanos Filippo (Vasto, 16/6/1818-Nápoles, 11/9/1899) y Francesco Paolo Palizzi (Vasto, 16/4/1825-Nápoles, 16/3/1871).

Se trata de dos obras semejantes, ejecutadas en formato vertical y ordenadas en tres planos compositivos, articulados mediante dos diagonales, cuyos puntos de fuga convergen en el último campesino que se aprecia en la lejanía, creando una pirámide visual oblicua que guía la mirada del espectador por las pinturas.

En el primer plano, contemplamos, a la izquierda, una suave pendiente de escombros en la que se hallan esparcidos una serie de fragmentos cerámicos y de muros con pinturas. A la derecha, y un poco más baja, tenemos una pared decorada con diversas escenas. Dicha pared tiene continuidad en el segundo y tercer plano pero cambiando los elementos decorativos, siendo esto, motivo de diferenciación entre las obras. 

En el segundo, observamos la efigie de una hermosa y joven doncella erigida sobre la suave pendiente de escombros; peinada con un moño bajo y ataviada con humildes ropajes de campesina compuestos por: una falda y mandil hasta media pierna, los cuales agarra con su mano derecha, mostrándonos sus torneadas piernas y a sus pies descalzos se encuentra olvidada una cesta de mimbre; una camisa remangada hasta los codos, que revela sus delicados antebrazos; y un pañuelo anudado en su esbelto cuello. La joven, delineada en pose elegante y orgullosa, examina con gesto analítico el programa pictórico desarrollado en la pared, el cual se refuerza por la pose que adquiere, ya que lleva los dedos de su mano izquierda a los labios, mientras que frunce el ceño en señal de concentración.

En el último plano, apreciamos tres personajes acarreando escombros en cestas de mimbre que portan sobre sus cabezas. Este grupo se conforma por dos campesinas, vestidas de idéntica manera que la joven pensativa, y un campesino ataviado con una amplia camisa y un turbante.

El cromatismo empleado es de extrema viveza. Los autores se decantan por una paleta de colores muy vibrantes donde imperan, en distintas gradaciones tonales, azules; morados; blancos; verdes; marrones; grises; rosáceos; negros; amarillos dorados y ocres; destacando el rojo, que va desde su gama más asalmonada hasta la más intensa.

Los artistas, mediante estas pinturas, tienen dos objetivos en mente: el primero, plantear la visión idílica de una ardua jornada laboral; el segundo, ensalzar los descubrimientos derivados de la aparición de las ruinas romanas, puesto que el tema iconográfico seleccionado por los hermanos Palizzi es la representación de un día de trabajo en las excavaciones de Pompeya.

Hablando de los pintores, Filippo y Francesco Paolo Palizzi pertenecieron a una prolífica familia de artistas, ya que ocho de los nueve hijos de Antonio Palizzi y Doralice Del Greco se dedicaron al arte, siendo conocidos con el sobrenombre de las Nueve Musas.

Fotografías de Filippo Palizzi (izq.) y  Francesco Paolo Palizzi (der.)

Filippo, el mayor, se erigió como uno de los mejores pintores del momento, muy por encima de sus hermanos GiuseppeNicola, también pintores, y Francesco Paolo. Desde muy pequeño, mostró grandes aptitudes por el dibujo y la pintura, logrando, por ello, un subsidio mensual del ayuntamiento de Vasto para reunirse con su hermano Giuseppe en Nápoles. Allí, estudió en la Academia de Bellas Artes y en la Escuela de Giuseppe Bonolis, interesándose por el estudio del desnudo. Sin embargo, sus miras artísticas dieron un giro tras ganar el primer premio de la Academia de Bellas Artes con un dibujo sobre vacas, haciendo de la temática de animales su bandera y con la que encaminarse hacia la innovación en la pintura del XIX. Completó su formación en París, donde entró en contacto con los pintores realistas franceses que influyeron en su producción artística, convirtiéndose, junto con su hermano Giuseppe, en uno de los máximos exponentes del Verismo; y llevando a la Escuela de Posillipo y la pintura napolitana a la primera línea artística. Además de dejar un amplio legado como pintor, fue director de la Academia de Bellas Artes de Nápoles y vicepresidente de la Academia de Arqueología, Letras y Bellas Artes.

El benjamín, Francesco Paolo, continúo la estela iniciada por sus hermanos. En 1845, abandonó su Vasto natal para trasladarse a Nápoles, donde se inscribió en el Real Instituto de Bellas Artes, siendo sus docentes Camillo Guerra, quien lo introdujo en la temática de las pinturas de historia, la cual dejaría de lado para enfocar su atención por las naturalezas muertas, y Gennaro Guglielmi. Durante los años de formación, también recibió la influencia de sus hermanos Filippo y Nicola, tomando de este último la tipología de la pintura matérica, con la que renovó el género de las naturalezas muertas. Al igual que su hermano Filippo, viajó a París, en 1848, debido al éxito de sus pinturas de género. En la capital francesa entró en contacto con la tradición de las naturalezas muertas de Jean-Baptiste-Simeón Chardin y las novedades estilísticas de Édouard Manet. Participó en grandes exposiciones como los Salones de París (1859-1864-1865-1867), la Mostra della Promotrice napoletana (1864) o la Exposición Universal de París (1867), junto a sus hermanos Giuseppe y Filippo. Al contrario que su hermano Filippo, es poca la producción pictórica que se conserva, ya que buena parte se ha perdido y su prematura muerte nos privó de un gran maestro que se encontraba en pleno apogeo de su carrera.

Volviendo a las obras, el estilo desarrollado es el Verismo en su estado más puro, el cual nació a mediados del XIX como una corriente tanto artística como literaria y cuya premisa máxima era la representación de lo verdadero en todos sus ámbitos. No fue un estilo ajeno a los preceptos del Realismo francés, puesto que los hermanos tuvieron contacto con las revolucionarias ideas de los artistas de la Escuela de Barbizon, y ello lo vemos reflejado en la tipología iconográfica elegida y el nivel de detallismo, pero llevándolo al terreno del Verismo:

-Temáticamente, escogieron una escena social muy del Realismo francés y que, hasta la fecha, no había tenido cabida dentro del arte. Mediante un refinamiento poético y equilibrio compositivo, idealizaron y dignificaron las denostadas y arduas labores desempeñadas de sol a sol, como los trabajos en el campo o, en este caso, en el yacimiento de Pompeya. La impronta del artista Millet se ve reflejada en la protagonista pensativa, cuya modelo fue la favorita de Filippo, una campesina llamada Filomena, quien modeló para otras obras de idéntica temática.

-El nivel de detallismo superó con creces al del Realismo francés. Fruto de la maestría de los pintores, puede darse la impresión de estar ante contemporáneas fotografías digitales y no pinturas, puesto que se distinguen, a la perfección, cada grano de la suave pendiente; la labra del entrelazado del mimbre; las finas hebras del cabello de Filomena o la vivacidad de los colores de las paredes y restos cerámicos.

Aunque las obras son semejantes, encontramos sutiles detalles que las hacen distintas, siendo cuatro los elementos diferenciadores:

-El primero es la vestimenta de la segunda campesina que acarrea escombros y el pañuelo del cuello de FilomenaFrancesco Paolo colorea el pañuelo de Filomena en un intenso tono asalmonado dorado y viste a la segunda campesina con el pañuelo rojo al cuello, dejando al descubierto su oscura cabellera. En cambio, Filippo, coloca el pañuelo sobre la cabeza de la segunda campesina y Filomena lleva un pañuelo en un tono salmón más suave.

-El segundo es la gradación lumínica de la escena diurna, ya que elaboran la composición a distintas horas de la mañana. En el cuadro de Filippo la luz es más fría y el tono de la sombra en la pendiente de escombros donde se percibe el paso del tiempo es más intenso. En cambio, Francesco Paolo la plasma más cálida y la sombra en la pendiente es más clara.

-El tercero lo tenemos en los restos de muro esparcidos por los escombros. Aunque la gama cromática es la misma, la intensidad no y ello lo contemplamos en la tonalidad azul de las piezas. El azul es mucho más vivo en Francesco PaoloFilippo utiliza una gama que se encamina hacia el azul violáceo.

-Y el cuarto son las paredes con pinturas romanas, cuya diferencia radica, como ya citamos, en las escenas y los colores, siendo el azul el predominante en la obra de Francesco Paolo y el rojo en la de Filippo

LA PINTURA MURAL ROMANA: EL ESPLENDOR DECORATIVO DE LA VIVIENDA ROMANA

Detalles de las pinturas murales romanas: versión de Francesco Paolo (izq.)y versión de Filippo (der.)

Encarnado en la figura de FilomenaFilippo y Francesco Paolo Palizzi, además de mostrarnos las arduas tareas de excavación en el yacimiento de Pompeya, representaron la fascinación por los hallazgos descubiertos, al dibujar a la mujer admirando embelesada una de las mejores muestras de la creatividad plástica romana: las magníficas pinturas murales de lo que sería una domus.   

Las labores de excavación sacaron a la luz innumerables tesoros, entre ellos, las deslumbrantes pinturas que adornaban las paredes de las majestuosas domus urbanas. El perfecto estado de conservación en el que se encontraban, permitió a los estudiosos investigar las técnicas usadas para elaborarlas y la temática desarrollada.

Dichos estudios revelaron que los artistas romanos, copiando los métodos pictóricos de los griegos, emplearon varios tipos de técnicas para crear las hermosas pinturas, siendo éstas:

-El fresco: que fue la predominante, consistiendo en la creación de un enlucido en la pared (piedra o ladrillo, nunca combinación de ambos materiales), compuesto por tres capas sucesivas de cal y arena. Este enlucido se humedecía para aplicar el color, que quedaba fijado gracias a la transformación de la cal en carbonato cálcico y la acción de los gases carbónicos del aire sobre ellos. Aunque perdían su intensidad una vez seco el enlucido, los colores que mejor se adherían, eran los de procedencia mineral, siendo el famoso Rojo pompeyano uno de ellos y de los que mejor han pervivido.

-El falso fresco: una subvariante del fresco. Se efectuaba aplicando los colores diluidos en cal en la pared seca, siendo su uso muy frecuente para la colocación de los tonos azules.

Fotografía de August Mau

-El temple: de la que apenas se han conservado ejemplos, puesto que era una técnica donde el color se plasmaba sobre la pared completamente seca, lo que hacía que ésta se cuarteara con el tiempo.

-La encáustica: la más llamativa de las técnicas, pues, se realizaba con ceras de múltiples tonos. Estos colores se aplicaban mediante planchas metálicas calientes, haciendo que la pigmentación cerosa penetrara en la pared, dando un acabado sedoso y brillante.

En cuanto a los temas, los artistas romanos, al igual que hicieron con las técnicas pictóricas, imitaron las temáticas griegas, escenificando, al principio, los grandes triunfos militares y la mitología. Con el paso del tiempo, los pintores romanos fueron refinando y ampliando el repertorio iconográfico, lo que produjo que la pintura romana evolucionara a lo que hoy conocemos.

Desde su descubrimiento en los yacimientos, fueron muchos los investigadores que se dedicaron a estudiar los motivos decorativos representados. Uno de ellos fue el alemán August Mau, quien, en el siglo XIX, clasificó la pintura romana en cuatro estilos con características propias, siendo conocida como los cuatro estilos pompeyanos, escogiendo el término de pompeyano por ser Pompeya el lugar donde se hallaron los ejemplos más sobresalientes, sin embargo, la denominación se extendió para catalogar todas las pinturas halladas tanto en Herculano; Estabía y Oplontis como en el resto de yacimientos arqueológicos romanos.

Si bien es una categorización estilística aceptada por todos los investigadores, la complejidad de muchas de las escenas hace difícil la clasificación en uno u otro estilo, pues algunos temas iconográficos se salen de los parámetros establecidos.

Pinturas murales romanas del I Estilo pompeyano o de las incrustaciones: Casa de Salustio en Pompeya(izq.)y Casa Samnita en Herculano(der.)

Los cuatro estilos pictóricos pompeyanos se dividieron en:

I Estilo o de las incrustaciones: de origen griego. Su cronología abarca desde la segunda mitad del siglo II a. C. hasta el inicio del siglo I a. C. Mediante estucos policromos se imitaron revestimientos, simulando ser placas reales de mármol. La representación se realizó a través de 3 franjas horizontales: el primer nivel, se concebía a modo de zócalo o rodapié; el segundo, se dividía en cuadros o paneles en los que se plasmaban las placas de mármol; y el tercero, era un friso corrido pintado, normalmente, en blanco. Para rematar el programa decorativo, se añadían molduras y columnas. La maestría del pintor se aprecia en la recreación de la simetría de los sillares; la regularidad de su distribución; y en la magnificencia a la hora de conjugar la paleta de colores empleada, creando piezas fantásticas en tonos amarillos, púrpuras, rojos o verdosos. Los ejemplos más notorios son los de La Casa de Salustio en Pompeya y La Casa Samnita en Herculano.

Pinturas murales romanas del II Estilo pompeyano o arquitectónico: Villa de los Misterios en Pompeya (arriba y abajo izq.); Villa Popea en Oplontis (arriba der.) y Quinta Boscoreale en Pompeya (abajo der.)

II Estilo o arquitectónico: tipología plenamente romana. Cronológicamente, se desarrolló a mediados del siglo I a. C. La denominación proviene por la utilización de elementos arquitectónicos conseguidos tras los profundos análisis de perspectiva para abrir y articular las paredes, y los juegos de sombras para obtener la sensación de tridimensionalidad. La organización del muro se realizaba del siguiente modo: en el nivel bajo, se colocaba un zócalo; y en el medio, se plasmaban las arquitecturas simuladas, compuestas por columnas, dinteles y frontones y ubicando en el entrepaño, una ventana abierta donde se plasmaban escenas mitológicas, que continuaban la tradición de la plástica griega; paisajes, de gran naturalismo y realismo debido al extraordinario nivel de detallismo con los que eran recreados; escenas de género, donde entraban temáticas como las religiosas; las de índole cotidiana como las escenas de comercio, teatrales o las de lupanar; o bien podemos ver como en el caso del triclinio de la Villa de los Misterios de Pompeya, las megalografías con los personajes a escala real que también formaban parte de la configuración de este estilo. Los ejemplos más significativos, además del citado, son el triclinio de la Villa Popea de Oplontis; y la Quinta de Boscoreale en Pompeya.

Pinturas murales romanas del III Estilo pompeyano u ornamental: Villa Imperial de Boscotrease de Nápoles

III Estilo u ornamental: es el más “rococó”, siendo su cronología desde finales del siglo I a. C. hasta mediados del siglo I d. C. Se trata de un estilo que vuelve a lo lineal; la bidimensionalidad y los colores planos, pero dando énfasis a las fantasías irreales, pues estructurado a modo de retablo panelado y sobre fondos negros flotan: arquitecturas irreales de gran delicadeza y fineza o columnitas ilusorias (grutescos); figuras humanas de menor tamaño y paisajes. También tienen cabida los frisos decorativos compuestos por niños y amorcillos. Los ejemplos más llamativos los tenemos en la Villa Imperial de Boscotrease de Nápoles.

Pinturas murales romanas del IV Estilo pompeyano intrincado/ilusionista: Sala Ixión en la Casa de los Vetti en Pompeya (izq.) y Panel decorativo teatral-arquitectónico de Herculano (der.)

IV Estilo o intrincado/ilusionista: se caracteriza por el barroquismo de la escenografía con reminiscencias del virtuosismo helénico. Su cronología va de mediados del siglo I d. C. hasta el 79 d. C. en Pompeya y finales de siglo en Roma. Este estilo, que busca la ilusión del espacio, es una mezcla entre el estilo II y el III, creando composiciones más complejas y ricas en las que aparecen escenarios más teatrales, al converger las arquitecturas de ventanas fingidas y los paisajes irreales, aderezados con recuadros con bordes de tapete con figuras aisladas o escenas amorosas o mitológicas. También se hacen hueco los retratos, donde se fijó la tipología de la representación en clípeos de hombres y mujeres pompeyanas, siendo éstas plasmadas como jóvenes intelectuales (Safo). Los ejemplos más destacados son los de la Sala Ixión en la Casa de los Vetti en Pompeya y el Panel decorativo teatral-arquitectónico de Herculano. 

CONCLUSIÓN

Detalles de las pinturas murales romanas: versión de Filippo (izq.),  Pared con Narciso, artista desconocido, 62-79, s. I d. C., fresco desgarrado, 230 x 200 cm, Museo Arqueológico de Nápoles (arriba der.) y Pared con Narciso, yacimiento de Pompeya (abajo der.)

A lo largo de estas líneas, hemos visto las causas de cómo se descubrieron las ruinas romanas de la zona de la Campania y la posterior atracción que ejercieron sobre los investigadores, quienes se dedicaron a estudiar el importante y rico patrimonio que había permanecido oculto y olvidado; y los artistas, que, partiendo del imaginario creativo, nos mostraron el encanto y la realidad de las labores de excavación en el yacimiento de Pompeya, y la fascinación por los hallazgos descubiertos como lo fueron las esplendidas pinturas murales romanas.

A día de hoy, como bien se dijo con anterioridad y a tenor de lo tratado en el artículo, las labores de excavación continúan a pasos agigantados y, cada poco tiempo, tenemos noticias de un nuevo descubrimiento, sobre todo, en el campo de la pintura, al  encontrarse nuevas pinturas como la Pared con la representación del mito de Narciso, la cual guarda un extraordinario parecido con otra representación similar que se conserva en el Museo Arqueológico Nacional de Nápoles y con una de las escenas decorativas del cuadro de Filippo Palizzi.

A modo de conclusión, con cada hallazgo y cada nuevo estudio que se realiza en los yacimientos de Pompeya; Herculano; Estabia y Oplontis, nos está permitiendo conocer mejor el modo de vida de los habitantes de la zona; y, sobre todo, se está dando la posibilidad de ampliar y profundizar los conocimientos sobre arte romano, más concretamente, de la pintura romana.

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3 respuestas a «Las excavaciones de Pompeya vistas por los Palizzi»

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