BREVE RECORRIDO POR LAS DIFERENTES SANTAS DE ZURBRARÁN
¿QUIÉN FUE FRANCISCO DE ZURBARÁN?
Francisco de Zurbarán es uno de los máximos exponentes del Barroco español.
Nació en Fuente de Cantos en 1598. Fue formado desde muy joven en Sevilla, en el taller de Pedro Díaz de Villanueva, donde pasó tres años.
Durante esa época conoció a Diego Velázquez, con el que estableció amistad. Tras su etapa de formación volvió a Extremadura, pero pronto fue reclamado en Sevilla para realizar veintiún lienzos para el convento de San Pablo el Real.
En 1634 viajó a Madrid, seguramente invitado por Velázquez, para participar en la decoración del Palacio del Buen Retiro, para el que iba a realizar originalmente los Doce Trabajos de Hércules pero que, por falta de espacio, se quedaron en diez. Tras esto, regresó a Sevilla ya con el título de “pintor del rey”.
Su fama no sólo se circunscribe a la Península, pues realizó mucha obra que fue enviada a América.
A pesar de su fama, el auge de Murillo y su novedosa técnica e iconografía que se adaptaba al gusto del momento lo relegó a un segundo plano. Intentó adaptarse, pero fue en vano.
Zurbarán murió en condiciones precarias, sumido en el declive de su carrera, un 27 de agosto de 1664 en Madrid. Hoy no se sabe dónde están sus restos, pues su lugar de enterramiento fue demolido tras la Desamortización de Mendizábal.
Su estilo con fuertes contrastes de luces y sombras le valió el apodo de “el Caravaggio español”. Sus modelos iconográficos de santos, santas y monjes provocan en el fiel una auténtica experiencia mística al contemplar a los personajes, la mayoría de las veces en solitario y sobre fondos bastante neutros, destacando el retratado, al que dota de una carga de santidad inmensa.
Iconográficamente hablando, Zurbarán tiene una doble influencia. Por un lado de la pintura hispano flamenca, de la que toma los modelos de vírgenes coronadas como reinas o de santas realizadas como personajes cortesanos, todo envuelto en un gran naturalismo y un increíble esmero a la hora de mostrar telas, brocados y joyas.
Por otro lado, su formación sevillana también tuvo gran influencia, pues fue en la capital hispalense donde entró en contacto con las novedades artísticas que llegaban de Italia, además de las obras realizadas por los artistas locales anteriores a él.
Todo esto no se puede entender sin conocer las doctrinas del Concilio de Trento donde, como respuesta a la Reforma Protestante, se reafirmó la autoridad de la Iglesia, se codificaron las escrituras o se condenó la teología protestante entre otras cosas, pero lo que nos interesa en relación a Zurbarán fue aplicar una destacada veneración a la Virgen y los santos.
El Decreto de las Imágenes (1563) no aludía al repertorio a representar sino que establecía las funciones que debían tener, así como el papel de jerarquía a la hora de representar a Cristo, la Virgen y los santos.
Lo verdaderamente importante radica en que debían ser un vehículo de acercamiento a Dios a través de la contemplación. Y nadie mejor que Zurbarán para plasmarlo.
Así, las series de las santas se alzan como una de las aportaciones iconográficas más acertadas, creando cercanía entre las protagonistas y el espectador al desdibujar la referencia espacial y temporal, deambulando sus imágenes en un lugar intermedio entre lo celestial y lo terrenal.
LAS SANTAS DE ZURBARÁN
Quizás sean estas santas, junto a la gran cantidad de santos y monjes que realizó a lo largo de su carrera, una de las temáticas más características de la producción de Zurbarán, convirtiéndose en una especie de vehículo para promover la fe del fiel a la vez que lo persuade.
No son santas al uso sino mujeres cortesanas con ricas vestiduras que a veces portan coronas de flores y joyas, pero esto no le resta ni un ápice del simbolismo de virtud y santidad por haber entregado su vida a Dios, todo ello unido a una belleza completamente pura.
Y será la unión de todos estos factores lo que haga que estas santas tengan tanto éxito entre los devotos y devotas, pues gran parte fueron encargadas por mujeres y por conventos formados únicamente por una congregación femenina.
Un claro ejemplo de esto son las santas conservadas en el Museo de Bellas Artes de Sevilla, que proceden del Hospital de la Sangre, un hospital femenino.
Hay otra teoría que asocia la iconografía de estas santas a los autos sacramentales y se apoya en que, cuando Zurbarán pintó su Santa Isabel de Portugal, hacia el 1635, se estrenó la obra de Francisco de Rojas “Santa Isabel, Reina de Portugal”.
Todo apunta a que las santas formaban parte de un único proceso creativo y que se concibieron alrededor de los mismo años.
Sabemos que también envió este tipo de obras al Nuevo Mundo, pero difieren completamente de las santas que son objeto de este estudio, con un claro detrimento en la calidad de las obras.
En definitiva, estas obras pretenden representar el martirio y tormento de estas mujeres, símbolo de santidad, casi situadas a las puertas del Cielo.
El fin último siempre ha sido el mismo: persuadir a todo aquel que viese la imagen y así, lograr modificar su conducta hacia el camino de la santidad.
Las Santas del Museo de Bellas Artes de Sevilla
En el Museo de Bellas Artes de Sevilla se conservan dos santas, una de Zurbarán y otra atribuida a uno de sus discípulos, pues muchos fueron los seguidores del maestro extremeño que siguieron sus fórmulas.
Ambas forman parte de una serie más amplia de doce lienzos. Son santas de origen medieval a las que viste con rica indumentaria y adornadas con llamativas joyas, otorgándoles así una nueva lectura.
Parece ser que fueron realizadas para ser colocadas en la parte superior de los muros de las iglesias, a cada lado de las naves, formando una especie de cortejo procesional que se dirige al altar mayor, casi como caminando hacia el cielo.
SANTA DOROTEA
Óleo sobre lienzo. Hacia 1640.
Atribuido al taller de Zurbarán.
En una bandeja con labor de cestería, la santa lleva rosas y manzanas, elementos que hacen referencia a un milagro.
Parece ser que dicho milagro ocurrió en febrero, cuando su verdugo, Teófilo, le pidió rosas y manzanas, sabedor de la empresa imposible, pues en esas fechas era imposible encontrarlas. Milagrosamente, apareció un ángel, cosa que dejó atónito a Teofilo y propició su conversión.
Enorme la belleza del tratamiento abullonado de las telas y del velo que flota, casi de forma etérea.
SANTA LUCÍA
Bernabé de Ayala.
Óleo sobre lienzo. Hacia 1672.
Según la hagiografía cristiana, Santa Lucía murió virgen y mártir en Siracusa en el año 304 durante las persecuciones del emperador Diocleciano y se la suele representar con los símbolos de su martirio: la palma y los ojos.
Se cuenta que Lucía se arrancó los ojos y se los envió en una bandeja de plata a un joven enamorado de ella, convirtiéndose en la patrona de la vista.
Ayala la muestra siguiendo el estilo del maestro extremeño resaltando la figura de la santa con una gran luminosidad. Apoya la palma, símbolo del martirio, sobre su hombro derecho y, con ambas manos, sujeta la bandeja en la que lleva sus ojos. Podemos ver la clara influencia de Zurbarán en el rostro ovalado, la forma del manto o el paisaje
Otras Santas distribuidas por diferentes museos
SANTA ISABEL DE PORTUGAL
Óleo sobre lienzo. hacia 1635. Museo del Prado.
Santa Isabel era hija de Pedro II el Grande y nieta de Jaime I el Conquistador. Se casó con Dionisio de Portugal, lo que la convirtió en reina de dicho país.
De vida profundamente cristiana al igual que su tía abuela Santa Isabel de Hungría (con la que a veces se la confunde por su iconografía) tras la muerte de su esposo ingresó en un convento de monjas clarisas en Coimbra, donde murió en 1336.
La iconografía a ella asociada deriva de un episodio de su vida y que es precisamente usado por Zurbarán para representarla.
De alma caritativa, Isabel entregaba gran parte de sus riquezas a los pobres, algo que no era del agrado de su marido, que se lo prohibió, pero ella consiguió durante mucho tiempo ser descubierta escondiendo las limosnas entre los pliegues de su ropa.
Su marido la descubrió y le ordenó que le mostrase el dinero que ocultaba pero lo único que encontró fue un ramo de rosas, hecho completamente milagroso no sólo por convertir las riquezas en flores, sino porque estaban en invierno y no es época de rosas.
Por ello se la representa con rosas en su regazo, objeto que también comparte con Santa Casilda. Ambas son fácilmente diferenciables por la corona que porta Santa Isabel, aludiendo a su condición de reina, además de mostrar en su rostro cierta madurez.
Quizá sea la santa que mayor calidad y perfección muestre de todas las realizadas por Zurbarán.
De cuerpo entero, su figura se inclina levemente hacia la derecha y se recorta sobre un fondo completamente oscuro marcado por la intensa luz procedente de la zona izquierda del lienzo, resaltando la presencia de la santa.
Mira directamente al espectador en un gesto repleto de dignidad con unos rasgos muy personales, lo que ha llevado a pensar que el pintor usó un modelo real para crear la figura.
Mención aparte merece el vestuario, el detallismo y la calidad con la que representa las ricas telas. Esto no nos puede resultar extraño, pues su padre tenía una mercería y Zurbarán debía estar muy familiarizado con las diversas calidades de los tejidos.
SANTA EMERENCIANA
Óleo sobre lienzo. 1635-1640. Hispanic Society de Nueva York.
Hubo una época en que a esta figura se la identificaba con Santa Rufina quien, junto a su hermana Justa, fue una mártir muy venerada en Sevilla. Santa Rufina y Santa Justa eran alfareras y por ello se las representa portando objetos propios de su profesión.
La confusión está en que Santa Emerenciana porta, sobre el libro, unos objetos que se confundieron con trozos de cerámica, pero en realidad son piedras.
Santa Emerenciana fue una catecúmena (aprendiz de la fe cristiana) de principios del siglo IV que acudió a orar a la tumba de Santa Inés.
Allí fue sorprendida por una grupo de paganos que la apedreó hasta la muerte, esto explicaría que porte piedras, el elemento de su martirio. Además, el libro alude a su condición de catecúmena.
En este lugar también se conserva una Santa Lucía del maestro extremeño, fechada en la misma época.
SANTA MARGARITA DE ANTIOQUÍA
Óleo sobre lienzo. 1630-1634. National Gallery de Londres.
Fue expulsada de su ciudad por su padre, un sacerdote pagano del siglo IV, tras convertirse al cristianismo y se dedicó a cuidar ovejas, de ahí su representación con el cayado y alforjas, de vivos colores, colgadas de su brazo.
A pesar de dedicarse al pastoreo viste ricas ropas, quizá por su condición de mujer de las altas esferas del momento. Así, Zurbarán la muestra con una camisa blanca con puños rizados que asoman por la chaqueta azul de lana. Lleva un chaleco de piel de cordero sobre el traje y porta un sombrero de paja.
Santa Margarita, que mira al espectador, parece completamente ajena al dragón que está a sus pies, en la oscuridad, totalmente eclipsado por la luz de la santa.
Según “La leyenda Dorada” de Santiago de la Vorágine, el dragón, símbolo de Satanás, la devoró pero ella salió ilesa de su vientre, asumiendo así el papel de patrona del parto y pasando el dragón a ser parte de su iconografía.
El libro que sostiene en la mano, y en el que marca una página con sus dedos, sugiere que estaba orando en el momento en el que el dragón la devoró.
SANTA CASILDA
Óleo sobre lienzo. 1630-1635. Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid.
Este lienzo, que parece ser pudo pertenecer a algún convento sevillano, formó parte del botín que el mariscal Soult se llevó a Francia.
A veces se la ha confundido con Santa Isabel de Hungría por las rosas que porta medio ocultas entre los pliegues de su ropa, pero el hecho de no llevar corona y, en su lugar, portar una diadema, dio lugar a su identificación con Santa Casilda.
Fue hija de un rey árabe. Se convirtió al cristianismo y ayudó a los prisioneros cristianos que su padre tenía encarcelados, llevándoles alimentos. Su padre la sorprendió y fue entonces cuando ocurrió el milagro: los víveres se transformaron en rosas, elemento con el que se la suele presentar.
SANTA CATALINA DE ALEJANDRÍA
Óleo sobre lienzo. 1650-1660. Museo de Bellas Artes de Bilbao.
Se trata de una pareja de obras que muestran a la misma santa. Quizá fueron realizadas para la devoción privada retratando a dos doncellas, posiblemente hermanas e hijas del cliente.
La primera aparece en tres cuartos. Porta la palma que alude a que fue martirizada y una espada, símbolo de su muerte, pues fue decapitada. Se gira hacia el espectador, mirándolo con ojos casi melancólicos.
La otra santa aparece de cuerpo completo y estaría pensada para ser enfrentada a la anterior. A pesar de que ambas se conocen como Santa Catalina de Alejandría, esta última no es seguro que represente a dicha santa. Es cierto que porta la espada, como la anterior, pero también lleva un libro y está coronada, cosa que puede llevar a confusión.
De hecho, según la doctora Delenda, experta en la figura de Zurbarán, apunta a que podría representar a una reina, como podemos deducir por la corona, e incluso dice que sería una advocación de Santa Isabel de Portugal, a pesar de no portar las rosas asociadas a ella.
SANTA ÁGUEDA
Óleo sobre lienzo. 1635-1640. Museo Fabre, Montpellier (Francia)
Según cuenta “La Leyenda Dorada” de Santiago de la Vorágine, Águeda fue martirizada en tiempos de Decio.
Parece que el procónsul Quintiniano se encaprichó de ella, pero lo rechazó, pues había hecho voto de castidad y había dedicado su vida a Cristo. Quintiliano, despechado, se vengó enviándola a un lupanar donde, milagrosamente, consiguió permanecer virgen.
Fue entonces cuando ordenó su martirio, cortándole los pechos, que se convirtieron desde ese momento en su símbolo y que porta en una bandeja de plata.
BIBLIOGRAFÍA Y WEBGRAFÍA
CANO RIVERO, IGNACIO; “Zurbarán, creador e intérprete de imágenes”. Artículo dentro de las XV Jornadas de Historia de Fuente de cantos. Zurbarán, 1598-1664. 350 aniversario de su muerte. 2014.
NAVARRETE PRIETO, BENITO; “Las santas de Zurbarán y el concepto de persuasión en el siglo XVII”. Artículo dentro de las XV Jornadas de Historia de Fuente de cantos. Zurbarán, 1598-1664. 350 aniversario de su muerte. 2014.
HISPANIC SOCIETY NUEVA YORK.
MUSEO DE BELLAS ARTES DE BILBAO.
MUSEO DE BELLAS ARTES DE SEVILLA.
MUSEE FABRE
MUSEO DEL PRADO.
MUSEO NACIONAL THYSSEN-BORNEMISZA.
NATIONAL GALLERY.
https://nationalgallery.org.uk
NATIONAL GALLERY OF ART WASHINGTON
NATIONAL GEOGRAPHIC.
https://historia.nationalgeographic.com.es