LAS TENTACIONES DE SAN ANTONIO EN LA HISTORIA DEL ARTE
El pasado 17 de enero celebramos la onomástica de San Antonio Abad, San Antón o Sant Antoni, según donde estemos en nuestra geografía española. En este artículo haremos una revisión de la vida del santo y cómo se han reflejado sus vivencias, históricas y legendarias, en la Historia del Arte.
Históricamente, hablamos de un hombre nacido en el año 251 en un poblado conocido como Comas, en el Bajo Egipto. Con poco menos de 20 años ya tenía una destacada preocupación por la entrega a los demás y vendió todas sus pertenencias para darle el dinero a los pobres.
Aquí empezó la vida reflexiva del santo que se retiró con una comunidad de la zona para meditar, descansando en una cueva sepulcral del desierto. Como buen asceta, también estuvo ayunando con otros ermitaños, llegando al punto de irse a vivir en una completa soledad.

Aquí entra ya el perfil legendario del personaje, descrito en la Leyenda Dorada de Santiago de la Vorágine (siglo XIII). Se describe una de las escenas más repetidas y que nos centrará la temática de hoy, que es la tentación del demonio a San Antonio en el desierto.
Se le considera el creador de la vida monástica, ya que formó a numerosos seguidores y los organizó en grupos, aunque él nunca participó de este tipo de vida y siempre prefirió la soledad, llegando a retirarse al monte Colzim, en la zona del mar Rojo.
Sólo abandonó esta práctica por la lucha de su Fe, cuando en el año 311 marchó a Alejandría para predicar contra el arrianismo, una doctrina que negaba la divinidad de Jesús y que tuvo un amplio seguimiento hasta el punto de que los reinos visigodos profesaron esta fe hasta que San Leandro, obispo de Sevilla, consiguió convertir al rey Recaredo a la fe católica y por ende convertirla en la religión oficial de todo el reino.
Una de las vinculaciones principales de San Antonio es su patronazgo con los animales, ya que no nos será raro en estos días ver a devotos llevando a sus mascotas a las iglesias para que sean bendecidos. Esto viene de la visita que Antonio hizo a Pablo, el ermitaño.
Según la tradición, Pablo era alimentado por un cuervo que todos los días le llevaba un trozo de pan y cuando llegó Antonio recibió dos trozos de pan como bienvenida. A la muerte de Pablo, Antonio lo enterró con la ayuda de dos leones. De ahí también su relación con los sepultureros.

Otro dato que hay que poner en duda es la longevidad del santo, ya que se cree que vivió 105 años y siempre quiso que se le enterrara en una tumba anónima, pero la devoción que despertó por sus labores llevó a que sus restos se repartieran en cientos de reliquias en Alejandría, llevando sus restos a Constantinopla en el siglo XII.
En su honor se creó la Orden de los Caballeros del Hospital de San Antonio, conocida popularmente como los Hospitalarios. El símbolo principal es la cruz de tau o cruz egipcia.
Estamos hablando de una orden que se dedicó al cuidado de los enfermos de patologías contagiosas como es el caso de la peste, lepra, sarna… Pero sobre todo, por lo que se hicieron más famosos fue por el tratamiento del ergotismo, conocido popularmente como fuego de San Antón.
Esta enfermedad es provocada por la ingesta de alimentos infectados por micotoxinas de hongos parásitos, principalmente del ergot (de ahí el nombre) que contamina cereales como el centeno, la avena, el trigo o la cebada. El mayor de los efectos que provoca es la necrosis de los tejidos, llegando a generar la gangrena de las extremidades. La sensación era pasar de un frío intenso a un calor sofocante, de ahí el nombre popular.

La Orden Hospitalaria tuvo una gran difusión tanto en Castilla (desde el siglo XII), como en Aragón y Navarra (siglo XIII). Tuvieron un papel importante en el Camino de Santiago, donde se encargaban de cuidar a todos los enfermos que transitaban para ver las reliquias del apóstol.
Curiosa es la devoción del santo en las Islas Baleares, donde es patrón de la isla de Menorca y en la isla de Mallorca donde se fundó una congregación posterior a la Orden, denominada Congregación de ermitaños de San Pablo y San Antonio, cuyos dos únicos monasterios están en Mallorca.
En la ciudad de Palma, en la calle San Miguel, podemos contemplar la iglesia dedicada a San Antonio Abad, un interesante templo de planta centrada en pleno casco histórico. Se edificó en 1230 tras la toma de la ciudad por parte de Jaime I, el Conquistador, para precisamente que la Orden pudiera cuidar de los enfermos. Desde entonces es la gran vinculación que se tiene en esta tierra por los demonios/demonis.
LAS TENTACIONES DE SAN ANTONIO
Haremos un repaso a través de varias representaciones de esta iconografía para conocerla más a fondo a través de los detalles que los artistas han reproducido en estas obras dedicadas a San Antonio Abad.
DALI
Aparece el santo desnudo, arrodillado, portando la cruz para luchar contra las tentaciones que le vienen de frente con una fila de un caballo y varios elefantes que representan estas principales tentaciones:
- Felicidad: Representado por un caballo.
- Placer: Un elefante porta una mujer.
- Oro y riquezas: Otro elefante lleva una pirámide y una casa de oro con una mujer en su interior.
Todo vinculado al mundo surrealista al que el artista representó como nadie y que deja a la interpretación del espectador la mayoría de los elementos en un espacio abierto como si de un mal sueño se tratase.
EL BOSCO
Al ser un tríptico son varios temas los que se tratan en esta obra, que estando cerrada muestra la escena del Prendimiento de Jesús y el momento en que carga con la cruz. Lo que nos interesa es el interior, en el que se abordan escenas de la vida de San Antonio Abad.
A la izquierda, el Vuelo y Caída de San Antonio. En la parte superior, vemos al santo volando en una nube de demonios, mientras reza con las manos unidas. La escena de la derecha, es la Meditación de San Antonio, podemos ver al protagonista intentando girarse hacia el espectador y así evitar todas las tentaciones que tiene a su alrededor.
Pero la escena que más nos interesa es la central en la que aparecen todas las tentaciones que tuvo que evitar San Antón. Se arrodilla ante un altar, bendiciendo con su mano y señalando un Cristo, mientras mira al espectador, marcando así el camino a seguir por todo el que observe.
Todo se contrapone a lo que sucede a la izquierda, unos demonios celebran una misa sacrílega con sacerdotisas, una de ella de raza negra con una bandera que pone “sapo”, símbolo de brujería y lujuria. Otro de los personajes destacados es un demonio vestido de religioso con rostro de cerdo que participa en esta misa.
En la parte inferior izquierda, podemos ver que de un gran fruto rojo surgen más demonios con cráneos de caballos y de un pollo desplumado, representación masculina, y que se tratan de unas alegorías de los placeres carnales.
Al fondo, una ciudad completamente en llamas y que seguramente sea un elemento iconográfico del santo, vinculado a la enfermedad del fuego de San Antón. Los principales elementos tentadores que representa El Bosco en esta escena son la lujuria y la gula, con la mujer representada como una tentación más con la figura del pescado.

JAN WELLENS DE COCK
El pintor flamenco nos sitúa al santo arrodillado, orando y vestido con el hábito de monje. Frente a él, un grupo de mujeres desnudas, sólo cubiertas por un velo transparente, que sin duda hace alusión a uno de los siete pecados capitales, la lujuria.
El artista centra la luminosidad de la escena en las mujeres para jugar también con la connotación erótica. Dejando el fondo de una naturaleza llena de seres y demonios que serían los causantes de múltiples tentaciones para el pobre de San Antonio.

MATTHIAS GRUNEWALD
Tras resistir todas las tentaciones posibles (sexo, dinero, gula…) San Antonio es atormentado por los demonios que literalmente le dan una paliza. Aparecen bestias antropomórficas, mezcla de humanos, reptiles, aves… que golpean, pisotean, tiran del pelo al monje.
Curiosa es la figura que aparece en la parte inferior izquierda con capucha roja. Se trata de un hombre con el vientre hinchado y con úlceras, seguramente afectado por la enfermedad del fuego de San Antonio.
Finalizamos con un letrero que aparece a la derecha y que llevan a la reflexión de esta iconografía tan difundido del santo. Tras todos los tormentos, seguramente Antonio llegó a pensar lo que pone la cartela “Donde estuviste, buen Jesús, por qué no acudiste a sanar mis heridas”. Y como respuesta, aparece escrito “Confía en mi”.
OTRAS ENTRADAS EN NUESTRA WEB QUE PUEDEN INTERESARTE
- Las tentaciones de San Antonio
- El Jardín de las Delicias
- La polémica firma de Salvador Dalí
- Arte y literatura: Reseña literaria de Gafas para entender el arte moderno: de Manet a Banksy
- Obras de arte en paradero desconocido
- Las obras de arte más caras de la historia
- Las 20 mejores obras de arte de la historia