Los niños de Murillo y la Peste de 1649

COMENTARIO HISTÓRICO ARTÍSTICO SOBRE LAS OBRAS DE MURILLO TRAS LA PESTE DE 1649

  • Título: Niños jugando a los dados.
  • Autor: Bartolomé Esteban Murillo.
  • Cronología: 1665-1675.
  • Estilo: Barroco.
  • Soporte: Óleo sobre lienzo.
  • Ubicación: Bayerisches Nationalmuseum (Múnich, Alemania).

CONTEXTO HISTÓRICO

En tiempos de pandemia del Covid-19 echamos la vista atrás a cómo se reflejo en el arte otra epidemia que azotó a ciudades tan importantes en su momento como fue Sevilla. Estamos en 1649 y por el puerto que conectaba con América estaba siendo diezmado por la Peste.

Esta enfermedad ya afectó en distintos momentos a otras ciudades de Europa, incluida Sevilla. Estamos hablando de una ciudad que era prácticamente la capital del mundo del momento. Por donde circulaba todo el oro y las riquezas procedentes de las Indias, el lugar donde todo el mundo quería ir para tener un futuro más provechoso. Y ese fue uno de los principales problemas, la gente acinada, la pobreza por las promesas incumplidas, la falta de higiene y la presencia de las ratas, sus portadores principales. Todo esto era el campo de cultivo perfecto para una enfermedad que se extendió rápidamente por toda la ciudad.

Podemos ver cómo era la ciudad de Sevilla a finales del siglo XVI, según la reflejó Alonso Sánchez Coello quien llegaría a ser pintor de cámara del rey Felipe II. La pintura está tomada desde el barrio de Triana, por entonces era un arrabal en el que se acumulaba mucha población extranjera que esperaba embarcar en alguno de esos barcos atracados para ir a “hacer las Américas”.

Sólo unido por un sencillo puente de barcas, cruzamos y estaríamos en la orilla de Sevilla. Preside la ciudad la Giralda y en torno a ella se desarrolla la urbe. Hay un gran espacio entre la orilla y los primeros edificios, es el barrio del Arenal. Por entonces, no era más que eso, un espacio amplio de arena donde se acumulaban los residuos de la ciudad y se reunían los estratos más bajos de la sociedad en torno a negocios como la prostitución. Hoy día, nos ha tocado vivir una pandemia con muchos más medios higiénicos, pero no por ello entonces se cruzaron de brazos. La corona española creó una Junta Real de Sanidad Pública que tomó medidas sanitarias como la quema de ropajes infectados, el aislamiento de los enfermos (muy de hoy en día) y distintas medidas de desinfección, como la limpieza de las monedas para que no se transmitiera la enfermedad en los intercambios comerciales.

El hospital de las Cinco Llagas, que en inicio estaba destinado para mujeres, la sede hoy del Parlamento de la Junta de Andalucía llegó a albergar casi 27.000 enfermos, de los que casi 23.000 fallecieron. Nos podemos hacer una idea de las cifras que supuso esta Peste sólo en Sevilla, teniendo en mente los números de la pandemia de Covid-19 en España actualmente.

En esta ciudad, se crio, se formó y desarrolló la mayoría de sus obras Bartolomé Esteban Murillo. Bautizado el día 1 de enero de 1618 en la real parroquia de Santa María Magdalena de Sevilla, curiosamente, futuro lugar de enterramiento de otro gran artista sevillano por la epidemia de peste de 1649, Juan Martínez Montañés.

Murillo ve cómo la ciudad empieza a empobrecerse, cómo el negocio de las Indias empieza a tornar más hacia Cádiz, las duras batallas que sufre el imperio como en la Guerra de los Treinta Años o la depresión nacional por la separación del reino de Portugal de la corona española. Pero sin duda, lo que más le tuvo que impactar fue la epidemia de Peste de 1649.

ANÁLISIS FORMAL

Lo que hace la obra del pintor sevillano tan interesante es cómo interpreta esta situación calamitosa. Mientras otros artistas muestran las penurias, la muerte en las calles, la realidad palpable. Murillo se dedica a sacar lo cotidiano, pero con una belleza que se refleja sobre todo en la infancia. Niños que pese a no tener donde vivir o qué comer, los muestra con total dignidad, con la alegría que sólo la ignorancia de la infancia es capaz de mostrar. Fue capaz de transmitir lo que la sociedad sevillana necesitaba y no tenía, un hilo de esperanza en su día a día.

Eso no le restaba ni un ápice a que contara la realidad que vivían las clases sociales más pobres de la ciudad. Murillo muestra a niños con sus harapos tirados por los suelos, comiendo lo poco que han conseguido (seguramente robado), unos tristes camarones y se atreve a representar directamente al espectador algo que nunca se había hecho. El niño muestra de frente las plantas de sus pies completamente sucias, una imagen impensable y que sólo un artista como Murillo es capaz de enseñar esa realidad con la dulzura que merece, sin que resulte grotesco.

Hablábamos antes de un negocio que explotaba a las mujeres como era la prostitución en la zona del Arenal. Murillo no las olvida y, como es habitual en sus obras, las retrata de forma amable e incluso dándoles una dignidad que nadie en la sociedad les otorgaba. Nos muestra a dos mujeres asomadas a una ventana. Se trata de dos meretrices que sonríen con la intención de atraer a los clientes. Normalmente, las mujeres no se asomaban a las ventanas porque era un gesto vinculado con la prostitución. “Moza que se asoma a la ventana cada rato, quiérese vender barato” se solía decir. Pese a ello, el artista las representa sin ninguna intención de estigmatizarlas, sino como un gesto más de su vida cotidiana.

En otra de las pinturas aparecen tres niños, dos jugando a los dados, uno comiendo fruta y mirando al espectador y un perrito mirando a este último niño. Se trata seguramente de vendedores de fruta y de agua. Los niños, para ganarse algo de dinero, solían actuar de aguadores, recogiendo el agua de fuentes y ofreciéndola por toda la ciudad. Estos niños, seguramente estén jugándose a los dados el reparto de lo ganado ese día. Vuelven a aparecer los pies, con unas alpargatas totalmente deshechas y asomando los pies del menor. El que come fruta mira al espectador, como si Murillo se hubiera colado de por medio en esta escena y captara la atención del chiquillo. La escena siempre dulcificada y buscando lo cotidiano, el perro mira con entusiasmo al niño deseando que caiga algo de la fruta que está comiendo.

Si comparamos la pintura del hospital del Pozo Santo de Sevilla con las obras de Murillo, nos están contando un mismo momento, la misma realidad, pero el pintor sevillano supo captar con excepcionalidad las necesidades de la sociedad evitando las desgracias que directamente contemplaban a diario en su vida cotidiana. Consiguió mostrar las miserias de la Peste a través de la única fuerza vital que le quedaba a Sevilla, sus niños.

BIBLIOGRAFÍA

ANGULO ÍÑIGUEZ, Diego: Murillo: Su vida, su arte, su obra. Madrid. 1981.

DOMÍNGUEZ ORTIZ, Antonio: Historia de Sevilla: La Sevilla del siglo XVII. Sevilla. 2006.

NAVARRETE PRIETO, Benito: Murillo y las metáforas de la imagen. Madrid. 2017.

VALDIVIESO, Enrique: Murillo. Catálogo razonado de pinturas. Madrid. 2010.

GALERÍA DE IMÁGENES

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