La obra de Gerda Wegener no ha sido apenas estudiada y por supuesto, no aparece en los libros de Historia del Arte. La razón de esto es, por un lado y evidentemente, por el hecho de ser mujer y por otro, por su mirada libre sobre la sexualidad y la identidad de género. Una manera de ver que una sociedad conservadora y patriarcal de posguerra no pudo tolerar. Fue abiertamente feminista al adoptar el manifiesto futurista de Valetine de Saint Point de 1912.
Cuando la historiografía ha necesitado encumbrar a una pintora que mostrara a la nueva mujer de la modernidad de principios de siglo XX, ha recurrido a Tamara Lempicka, y cuando ha querido transgredir a través del sexo, autores como Egon Schiele, han sido ejemplo de desnudos femeninos explicitos. Así es que la obra irreverente de Gerda Wegener todavía está por descubrir.
Con este artículo, pretendemos añadir nuestro granito de arena al reconocimiento de esta artista, una creadora única que supo y pudo plasmar en su arte una sexualidad sin ningún tipo de prejuicio. Su historia personal no se puede separar de su arte, ya que el cambio de género que realizó su marido hizo que Gerda Wegener se convirtiera en la primera artista que retrató a una mujer trans.
Y lo hizo siguiendo los cánones femeninos, sin incidir en el hecho del cambio de sexo que acabó realizando. Simplemente la pintó como la veía, como a una mujer. Lili, que fue el nombre que tomó su pareja con su nueva identidad, se convirtió en su principal modelo y representó a la perfección a la mujer de principios del siglo XX, moderna y sensual.
GERDA WEGENER. ARTE Y VIDA
Gerda Wegener fue una ilustradora y pintora danesa. Su fecha de nacimiento no está clara y se baraja entre 1885 y 1889. Vivió fuera de su país durante muchos años,pero en sus últimos años regresó a su Dinamarca natal donde falleció el 28 de julio de 1940.
A pesar de que tuvo una vida bohemia, con éxito y reconocimiento profesional, falleció sola y pobre, lo que la llevó a casi su olvido total.
De educación conservadora y proveniente de una familia de clase acomodada, desde el seno familiar impulsaron su talento creativo. Entre 1902 y 1905, la joven Gerda Marie Fredrikke Gottlieb estudió en la Escuela de Mujeres de la Real Academia Danesa de Bellas Artes. En este ambiente de artistas conoció al pintor Einar Wegener (1882-1931) con el que se casó en 1904. Como manda la tradición, Gerda incorporó el apellido de su marido a su nombre y pasó a llamarse Gerda Wegener.
La joven pareja de artistas se relacionó con la intelectualidad de Copenhague de la época. Personas del mundo del arte, de la danza, del teatro, formaban su círculo de amistades.
En 1906, Gerda estuvo en el centro de una polémica cuando su retrato de Elen von Kohl fue rechazado por dos de los centros artísticos más importantes de la capital danesa, el Salon des Independents y la Charlottenburg Exhibition. Fue acusada de copiar a los prerrafaelitas ingleses e incluso, la tacharon de evocar sospechosamente el manierismo italiano. Ante esta injusticia, varios de artistas la defendieron clasificando su obra como simbolista, y pasó a formar parte de este grupo.
Poco tiempo después, en 1908 y 1909, se alzó como ganadora en distintos certámenes, afianzando así su estilo y su éxito. Empezó a colaborar como ilustradora en diferentes periódicos y a exponer junto a su marido Einar, especialista en paisajes.
Su obra se centró especialmente en retratos de la alta sociedad y del círculo de artistas e intelectuales del Copenhague de la época. Su estética fascinaba a las clases aristocráticas y de la alta burguesía que compraba su obra. Este éxito, junto con el de Einar, que también recibió algún premio y alabanzas a su pintura, les hizo vivir de manera acomodada y les animó a tener pretensiones más internacionales.
En 1912 decidieron trasladarse a París, la capital del arte. Se instalaron en el barrio de Montparnasse junto al grupo de artistas nórdicos que vivía en la ciudad. Más tarde, en 1917 se fueron a vivir a una casa en el Campo de Marte.
Fue durante estos primeros años parisinos, cuando Einar empezó a dejar aflorar libremente su verdadera personalidad. Entre realidad y ficción, podemos definir el momento en el que tomó conciencia de quién era realmente.
Al parecer, la modelo que debía posar para Gerda no llegaba a la sesión. Para no perder tiempo, la pintora le pidió a su marido que la sustituyera. Einar se vistió de mujer y algo en su interior se revolucionó. A partir de ese momento, comenzó un viaje personal intenso hasta definirse como verdaderamente se sentía. Lili, que fue el nombre con el que empezó a identificarse, se presentó en la vida social parisina.
No podemos conocer el proceso de aceptación que vivió la pareja, ni toda la incomprensión y rechazo que tuvieron que sufrir. Podemos intuir que debió ser muy duro pero Gerda y Lili tuvieron una vida juntas intensa, plena y llena de amor.
Pasaron juntas todo el proceso, tanto emocional como físico. Lil Elbe fue la segunda persona en la historia en someterse a una operación de cambio de sexo y la primera en cambiar su genero de manera oficial. La consecuencia de ser reconocida como mujer fue que la Corona danesa anuló su matrimonio, ya que dos personas del mismo sexo no podían estar casadas.
Poco sabemos y mucho se especula sobre las preferencias sexuales de Gerda y la vida íntima de la pareja desde antes de que empezara el proceso de cambio de sexo de Lili. Que si era un matrimonio abierto, si Gerda era lesbiana, si los dos eran bixesuales.
La cuestión de su vida íntima poco importa, la verdad. Lo que tenemos claro y podemos constatar a través de la obra de Gerda, es el apoyo que supuso para Lili. Amor, comprensión, empatía, amistad, respeto, sororidad,.. Todas estas palabras son las que definen la relación entre estas dos mujeres.
A partir de este momento y de manera progresiva, Lili dejó de pintar (el estilo de Einar de paisajes bellos pero desolados dicen mucho de lo que quiso dejar atrás) pero Gerda Wegener se convirtió en una artista de éxito en este París idílico. La obra pictórica de Gerda, basada principalmente en los retratos de mujer, tomó como modelo principal a Lili.
Durante la Primera Guerra Mundial, las ilustraciones satíricas de Gerda apoyando al bando francés y criticando al alemán, tuvieron un enorme éxito. A pesar de que eran un género muy poco habitual en mujeres, fue alabado su trabajo desde el punto de vista tanto creativo como técnico.
También se ganó la vida creando para publicidad de perfumes, realizando retratos de la alta sociedad y decorando sus casas. Además era habitual que se dedicara a la ilustración de libros. La importancia de su labor en el diseño y las artes gráficas lo demuestra el hecho de que recibiera dos medallas de oro y una de bronce en la Exposición Internacional de Artes Decorativas e Industriales Modernas de París de 1925.
Esta frenética vida profesional de Gerda fue muy productiva tanto a nivel económico como artístico, lo que nos da a entender que era una personalidad apreciada y respetada en el mundo del arte.
Hay que destacar que a finales de la década de los veinte, hubo cierto reconocimiento social del papel de las mujeres en las artes decorativas. A día de hoy han pasado a la historia las personalidades relacionadas con la moda como Madeleine Vionnet, Jeanne Lanvin o Coco Chanel, pero muchas otras aportaron también en distintas disciplinas como las españolas Victorina Durán y Matilde Calvo Rodero.
“La belleza y la moda eran esenciales en la vida, tanto en su aspecto físico como en el aspecto de sus hogares y pertenencias. Los “objetos estéticos” eran un mercado dirigido principalmente al consumo de estas mujeres de la oligarquía. Los objetos decorativos de todas las salas estaban, entonces, dirigidos a las mujeres que administraban sus hogares y, por tanto, los decoraban con los estándares de moda de cada época” (Texto extraído del folleto de la exposición El rol de la mujer en el Museo de Artes Decorativas, que realizó el MAD de Chile para conmemorar el Día Internacional de la Mujer en 2017)
En este sentido fue admitido que las mujeres creasen unos productos decorativos destinados a ellas mismas. Dentro de este ambiente, las revistas de moda tuvieron un auge espectacular como Vogue, Vanity Fair o Paris Plaisirs entre otras.
Aún así el número de hombres dedicados, especialmente a la ilustración fue muchísimo mayor. Podemos y debemos destacar a ilustradoras como Catherine Marioton, Claire Avery, Elisabeth Branly, Grace Corson, Gordon Conway, Harriet Meserole, Helen Thurlow, Lee Creelman, Madeleine Giraut, Olga Thomas Wagstaff, Suzanne Meunier, Vala Moro o Helen Dryden.
Estas mujeres que pese a su talento, apenas realizaron las portadas de las revistas, también se dedicaron al diseño de vestuario, de productos de consumo y al diseño industrial. Como dato curioso por anómalo, Helen Dryden en 1936 diseñó el modelo de coche Studebaker Dictator.
Era una época en la que surgió un nuevo concepto de mujer generado en la contracultura americana, la new woman. Una nueva mujer que se definió por ser libre e independiente. Una imagen asociada con la juventud, la libertad y la modernidad, pero también con la cultura de masas, el consumismo y la libertad sexual.
Esta nueva imagen de mujer, en referencia al tipo femenino decimonónico, lo consiguió representando a mujeres que cambiaron, principalmente estereotipos sociales relacionados con la estética. Aunque hubo cierto movimiento político feminista en la época, mucho quedó por hacer por el freno que supuso la Segunda Guerra Mundial en todos los sentidos. Esta representación de la “new woman” lo encontramos también en Tamara de Lempicka. En uno de los artículos de nuestra página dedicados a la artista polaca, podemos encontrar un comentario sobre el desarrollo de este nuevo modelo de mujer, las llamadas “flappers girls”.
Gerda también colaboró en revistas de moda realizando ilustraciones. En este momento su estilo se definía como art decó con una clara influencia del cubismo. Su trazo era moderno y el planteamiento de sus dibujos, innovador. Fue bautizada como “la princesa de la línea” por sus dibujos sinuosos de clara inspiración modernista y fuerte influencia de las estampas japonesas.
Ilustró varios libros y entre ellos destaca el realizado por el poeta francés Louis Perceau. En 1925 realizó doce acuarelas para su libro “Doce Sonetos lascivos”. La obra destaca por su alto contenido sexual y lésbico que la convierte en una de las ilustradoras eróticas más reconocidas de todos los tiempos.
Como pintora siguió con sus temáticas habituales y expuso en el Salón de los Independientes entre 1921 y 1930. La década de los veinte fue el momento más álgido de su carrera; inmersa en la flor y nata de la sociedad intelectual y artística tanto parisina como danesa.
La anulación del matrimonio fue en octubre de 1930 y pocos meses después, Lili Elbe volvió a someterse a una nueva operación. En esta ocasión, no pudo superar el postoperatorio y finalmente falleció.
Suponemos que esta pérdida fue devastadora para la artista que buscó consuelo en un nuevo matrimonio. Ese mismo año, se casó con un oficial de las Fuerzas Armadas Italianas, Fernando Porta. Tras la boda, se trasladaron a vivir a Marruecos donde continuó pintando y exponiendo. Su firma se alargó añadiendo el apellido Porta y sus cuadros se llenaron de temática exótica.
El matrimonio no duró demasiado y tras el divorcio en 1936 regresó a París y luego a Dinamarca. Su situación profesional fue cambiando y su obra dejó de cotizar, hasta tal punto que para sobrevivir tuvo que dedicarse a pintar postales.
En 1940 falleció sola y demasiado joven. Entonces se inició el proceso de su olvido. Sus cuadros e ilustraciones quedaron desperdigados en colecciones privadas. Nunca un museo danés compró obra suya. Esta situación dificultó, y lo sigue haciendo, su estudio y difusión. Tampoco nos han llegado referencias escritas de sus contemporáneos. Además, el hecho de ser mujer y amalgamar en su obra la defensa de minorías sexuales y de la libertad de la mujer tampoco ha ayudado.
Sobre todo es la historiografía danesa la que tiene un asunto pendiente con esta artista. El Museo Arken de Arte Moderno de Copenhague, le dedicó una retrospectiva en con casi 200 obras a finales de 2015.
En 2001 se publicó una novela que tuvo bastante éxito de David Ebershoff , The Danish Girl (2001), en el que se hablaba de la vida de la pareja de artistas y se centraba en el cambio de sexo de Lili. Pero sobre todo su historia se conoció en una película de 2015 basada en esta novela y de título homónimo. Fue dirigida por Tom Hopper sobre un guion de Lucinda Coxon, y protagonizada por Eddie Redmain y Alicia Vikander que ganó el Oscar a mejor actriz de reparto por interpretar a Gerda Wegener.
LOS RETRATOS DE LILI
Las primeras obras de Gerda y, sobre todo las ilustraciones, se definen más por las características del art nouveau, líneas curvas, y sensuales, pero su obra principal es de estilo art decó.
Este estilo no fue un movimiento de vanguardia por su falta de posicionamiento intelectual y crítico, imperó como un movimiento artístico que abarcaba todas las artes y que representaba el lujo y la sofisticación. Una estética que tomaba prestado ciertos rasgos de otras tendencias para evocar un mundo moderno, optimista y elegante.
En la obra de Wegener encontramos diferentes géneros. En su primera etapa artística y como parte de su formación, pintó obras de escenas bíblicas, de género histórico, bodegones, algún paisaje, pero sobre todo destacan los retratos. Representó a la clase alta y a la sociedad intelectual y artística de Dinamarca y París. Destacan los retratos que realizó a las mujeres en las que reflejó una nueva feminidad. Nos presentó a mujeres vestidas, maquilladas y peinadas a la moda, pero sobre todo con una actitud moderna, nueva. Mujeres más independientes, más libres y más seguras de sí mismas.
Gerda Wegener pintó la esencia de la belleza femenina. Pintó a muchas mujeres. Se realizó también muchos autorretratos, pero sobre todo nos presentó a Lili Elbe. El hecho de aceptar y asumir la verdadera condición de su pareja, ya nos dice mucho de la mente abierta y de la capacidad de amar de esta mujer de principios de siglo. Que la convirtiera en su principal modelo femenina, nos presenta una postura política de aceptación sin prejuicios de la libertad de las personas a elegir su propia identidad.
Las obras en las que aparece Lili en las obras de Gerda son muchísimas. La representó como mujer desde el inicio de su proceso de cambio y aceptación. Las características de la belleza femenina se aprecian que cada pose, en cada mirada: elegancia, sofisticación, dulzura a la vez que cierto halo de misterio.
Su estilo, que en las ilustraciones se inscribe más al art nouveau, en la pintura es más cercano, sobre todo en su obra madura, al art decó. De nuevo en estilo, Gerda Wegener se acerca a Tamara de Lempicka, aunque esta representa las figuras con más volumen, más como esculturas, mientras que Wegener tiene aún restos decimonónicos, en comparación, es menos moderna por decirlo de algún modo.
En todos estos retratos encontramos símbolos que se repiten. Las flores aparecen tanto como decoración como en el propio vestuario. Representan la belleza natural, pero también su fugacidad.
Otro elemento con el que juega a menudo es la máscara. Tenemos varias escenas de carnaval y Lili aparece varias veces con una máscara en la mano. Evidentemente esto nos lleva a pensar en la verdadera persona que se encuentra tras la máscara que todas las personas portamos en sociedad, y que Lili se la quita ante quien la contempla.
Encontramos a Lili vestida y peinada de diferentes maneras. A veces con vestidos de tules, vaporosos y de corte más tradicional, pero también con atuendos a la moda y con cortes de pelo a lo garçon. El hecho de llevar diferentes pelucas hace que en ocasiones nos cueste reconocerla en tantas mujeres como las que nos presenta Gerda.
En Siesta, Lili acostada, sugerente, apoya el libro que está leyendo sobre su pecho. El libro es Les liaisons dangereuses de P.-A. Choderlos de Laclos, conocido en España como Las amistades peligrosas. Gerda elige esta obra maestra de la literatura francesa del siglo XVIII por su temática ya que narra los juegos amorosos y sexuales de la sociedad de la época.
Son también comunes los desnudos de su musa. De espaldas, Lili nos muestra su cuerpo en una postura sinuosa, elegante y erótica. El desnudo femenino es la representación por excelencia de la mujer en el arte. La cosificación del cuerpo femenino cobra otro sentido al presentarnos la desnudez de una mujer trans.
Pero también encontramos a Lili en retratos de conjunto, junto a otras mujeres. Es de destacar la obra Dia de vereano, en la que aparece Einar pintando a su alter ego. En el centro, desnuda y de espaladas, aparece Lili, rodeada de de dos mujeres que podrán representar la literatura y la música. Detrás una vendedora de flores.
De nuevo este elemento tan simbólico que también lleva Lili en la mano. El aroma de la flor casi podemos decir que está presente. Pero son los rayos de luz los que le dan a la escena cierto halo de espiritualidad. Al fondo, a orillas del río, hay una pareja, que según Claustrat, experto en la obra de Gerda Wegener,podría representar el Paraíso perdido.
Llama la atención el anillo que lleva Lili en el dedo de la mano que apoya en el suelo y que compositivamente, se encuentra casi en el centro. Destaca por los haces de luz que emite. El brillo de la joya es importante, tal vez para indicarnos que Lili era valiosa como un diamante.
Todos los sentidos se muestran en esta obra, el olfato por la fragancia de la flor, el oído por la música del acordeón, la vista con ese interesante juego de miradas de los personajes y el tacto con las caricias de la pareja junto al Loira..
La imagen que Gerda nos trasmite de Lili no es un disfraz, no es un hombre vestido de mujer, si nos la presenta con identidad totalmente femenina, siguiendo los cánones de la mujer moderna de su época: pelo corto, vestidos sueltos, maquillaje llamativo, zapatos estilo Mary Jane, postura provocativa y fumando.
En estos retratos, Gerda no mostró el camino de la transformación de Lili. No se centró en los momentos dramáticos de este proceso, que los debió haber. Si no, que siguiendo la estética decó, mostró una mujer elegante, sofisticada, sensual. Lili se convirtió en la imagen de la mujer moderna de principios de siglo XX.
En definitiva, encontramos a una artista que pinta sin prejuicios a una mujer trans, que la trata de manera artística creando retratos bellos e imágenes atrayentes. Su estilo fluctúa por distintas estéticas pero siempre partiendo de la modernidad, por eso encontramos rasgos rococós, simbolistas e incluso románticos. Esto es debido a la libertad artística de Gerda Wegener, que al igual que en su sexualidad y en sus sentimientos, nunca se ciñó a convencionalismos que limitaran su vida ni su creatividad.
BIBIBLOGRAFÍA / WEBGAFÍA
- Gerda Wegener (1885-1940), Una danesa en París: retratos de una pareja singular y creación de una identidad tramsgénero. Eva María Ramos Frendo. Universidad de Málaga, 2006.
- Morales, A. I. G. (2022). Gerda Wegener y Lili Elbe: dos chicas danesas. Cadernos Pagu, (Cad. Pagu, 2022 (65)). https://doi.org/10.1590/18094449202200650007
- Las ilustraciones de la danesa Gerda Wegener (1884-1940) en el semanario francés La Baionnette. Una satírica visión femenina de la Primera Guerra Mundial https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=5421099
- Catálogo “Al bies. Las artistas y el diseño en la vanguardia española” https://www.lasinnovadoras.com/actualidad/al-bies-artistas-diseno-vanguardia-espanola-n795
- Wikiart. Para consulta de las obras de Gerda Wegener https://www.wikiart.org/es/gerda-wegener