UNA HISTORIA DE SEDUCCIÓN Y CÓMO MEDUSA CAYÓ EN LA TRAMPA DE SU PROPIA VANIDAD
Contaba Homero en la Ilíada que en los confines de Occidente, cerca de la ciudad de Tartesos y en la costa atlántica de la Península Ibérica, vivían las tres hijas de Forcis y Ceto, protectoras de los oráculos: Esteno, Euríale y Medusa, siendo esta última la única mortal y la que sería más representada en la Historia del Arte.
A las malvadas Esteno y Euríale les habría dado la naturaleza un aspecto despreciable: poseían melenas con víboras venenosas por cabellos, colmillos de jabalí, alas de oro y manos de bronce.
Medusa había nacido hermosa a cambio de ser mortal, pero resultó ser demasiado vanidosa. Protectora del templo de Atenea, decidió seducir a Poseidón (Neptuno romano) para reafirmarse en su propia relevancia en el santuario que custodiaba. Así, este cae en sus redes y yacen en el templo -aunque según relatos, él la viola-, profanándolo y desatando la inmensa furia de Atenea, que la destierra y castiga: primero convertiría su apariencia atractiva y seductora en la de sus hermanas Esteno y Euríale, la encerraría en una caverna para la eternidad y la mandaría matar.
Es a un joven semidiós, hijo de Zeus, Perseo, a quien le encomienda entonces la cruenta tarea: éste había apostado con un noble de su ciudad natal que sería capaz de matar a la única Gorgona mortal. Así, con una serie de elementos que los dioses le otorgan para tal aventura, se dirige hacia el refugio de Medusa. Hermes (o Mercurio) le proporciona sandalias aladas para volar, Hades un casco de invisibilidad y de Atenea recibe espada y un escudo cuyo reflejo le sería muy útil para vencer a Medusa.
Las tres Gorgonas poseían la terrible facultad de petrificar a cualquiera que osara a mirarles directamente a los ojos. Así que el joven Perseo, advertido, se acercó de espaldas a Medusa cuando ella dormía, guiándose por el reflejo del escudo, y le cortó la cabeza con la espada, acabando así con la vida de la Gorgona, de cuyo cuello nacería el mítico caballo alado Pegaso y Crisaor, todo en un hecho imperceptible a la vista de la víctima gracias al casco otorgado por el dios del Inframundo.
Antes de entregarle la cabeza a la diosa Atenea, Perseo empleó la cabeza cortada de Medusa, que mantenía aún su mirada petrificadora, para sortear los obstáculos de sus múltiples aventuras y así salir victorioso: acaba de esta manera con el monstruo marino Cefeo, que aterrorizaba a su hija, la bella Andrómeda, y se acaba casando con esta; y en otra ocasión petrifica al rey Polidectes para salvar a su madre Dánae.
Perseo con cabeza de medusa, recoje el momento exacto en el que Perseo la mata. Obra de Benvenuto Cellini, es una estatua de bronce ubicada en la Piazza della Signoria de Florencia bajo la Logia de los Lanzi y realizada a partir de 1545, en pleno Renacimiento.
La fama de esta escultura exenta en la historia del arte se debe además a la sorprendente técnica de fundición empleada por Cellini: de una sola colada. El trabajo final únicamente consta de tres piezas (cuatro con la espada): el cuerpo de Perseo, el cuerpo de Medusa y su cabeza.
Aparece entonces Perseo, uno de los héroes panhelénicos más antiguo y sobresaliente de la mitología griega, sobre el cuerpo de la maléfica decapitada, alzando con una mano la cabeza, tomándola por sus serpientes, y en la derecha la espada con la que cumplió con su deber de verdugo. El joven apoya su pierna izquierda sobre el estómago del cadáver, del que quedan los senos al descubierto y brotan nervios, músculos y vísceras desde su interior a través de su cuello, de ese del que saldrían Pegaso y Crisaor.
Siguiendo las pautas iconográficas, Cellini esculpe a Perseo con sandalias aladas, bolsa mágica donde guardaría la cabeza de Medusa -y entregaría a Atenea- y el casco de la invisibilidad. Volviendo a la leyenda, existe otra variante del relato, esta vez narrada por Heráclito -que interpretaba en sus obras los grandes mitos griegos de la Antigüedad-, de la que se extrae que Medusa se encaprichó tanto con Perseo por ser el único hombre incapaz de enamorarse de ella, que ésta acabó enfermando, malgastando sus bienes y su juventud y desatendiendo el cuidado de su cabello, hasta perderlo…pero parece que esta versión está menos aceptada que la de Homero.
REPRESENTACIÓN DE MEDUSA A LO LARGO DE LA HISTORIA DEL ARTE
Discurría el siglo VIII a.C. cuando se empezó a utilizar su imagen como antefija para controlar y proteger los templos griegos y etruscos, por lo que su imagen no siempre ha sido asociada con la malignidad. Y es que su nombre, gorgona, significa textualmente “guardiana”: su papel en la antigüedad -y también el que le había sido asignado en el templo de Atenea-. Esta imagen, un tanto burlona o grotesca, es la que se usaba como amuleto.
Medusa vigilaba los templos desde frisos y frontones; ahuyentaba a los profanadores en estelas funerarias, intimidaba a los enemigos en armas y escudos; protegía viviendas. También aparece en otras manifestaciones artísticas como vasijas de cerámica en las que era representada tanto individualmente como protagonista de escenas míticas. En ocasiones se pintaba en el fondo de las cráteras para instar a la moderación de los borrachos o se colocaba sobre los hornos de pan para apartar de la tentación a los ansiosos que querían retirarlo de la cocción antes de tiempo.
Por esta capacidad de ahuyentar, amenazar, proteger, cubrir y salvar es que se le dio a las Gorgonas, desde el principio de los tiempos, en la época arcaica, ese aspecto tan abominable: colmillos, nariz chata, lengua afilada, sangre a modo de vello facial. Este modelo evolucionaría hacia las gorgonas de Homero más suavizadas en rasgos y al que se incorpora la belleza inconmensurable de una de las hermanas: Medusa, que en la antigüedad no existía.
Durante la Edad Media decaen en popularidad las representaciones mitológicas, pero regresarán con fuerza durante el Renacimiento, dando lugar a obras como el Perseo del gran Cellini, Caravaggio o Gian Lorenzo Bernini. Con Rubens en el Barroco. En el siglo XIX se reinventan los modelos clásicos adaptándolo al ideario de la “femme fatale”, tal como la retratan Shelley o Baudelaire, Klimt o Munch. Arnold Böcklin o Fernand Khnopff son otros de los artistas que trabajan con su imagen.
Caravaggio se autorretrata, casi nueve años de ser condenado por homicidio, como el reflejo de Medusa en el escudo de Perseo -por eso el lienzo tiene forma circular-, justo cuando es decapitada. Francesco María del Monte, su principal protector, es quien lo encarga: desea obsequiárselo a Fernando I, duque de Toscana.
El hecho de que Caravaggio se estudie a través de la Gorgona, ¿lo hace ver como amenaza o víctima? El símbolo de Medusa ofrece esta ambivalencia. Se protege con el escudo al mismo tiempo que es capaz de petrificar con su mirada a sus rivales.
Sea como fuere, la obra causó verdadera conmoción en Florencia, superada por la Medusa de Rubens, por desagradable y cruenta.
En este óleo nuevamente Perseo amputa la cabeza de Medusa. Rubens sabe retratar la sorpresa e incredulidad del rostro de ella al sospechar el fatídico final que tendría de inmediato. Pavor, terror, parálisis y la no reacción a ese corte de espada.
El cuadro es capaz de repugnar y atraer al mismo tiempo, igual que la personalidad encarnada por el personaje mítico. Es desagradable pero nos apetece verlo: el maestro consigue ese magnetismo en la pieza.
De su cabeza recién cortada brotan gusanos, serpientes, arañas, una salamandra, un escorpión…e incluso una terrorífica serpiente con dos cabezas. Todo sobre su lecho de muerte: la caverna en la que la encerró aquella colérica Atenea.
Este busto en mármol de Medusa fue esculpida por Bernini y pertenece a la colección de los Museos Capitolinos en el Palacio de los Conservadores de Roma desde 1731. Bernini aquí retrata el dolor, la pena soportada por Medusa. La otra cara de la moneda: causó daño, pero ahora es ella es quien siente el pesar, encerrada de por vida en la cueva por la reprimenda de la diosa olímpica. Solo se salvaría de una manera, a través de su propia muerte. Según Patrick Haughey, la cara de dolor se debería a los continuos mordiscos de las serpientes en su rostro, mientras que otros historiadores como Irving Laven hablaba de un sufrimiento más bien moral o espiritual, como si estuviese llegando a una especie de proceso de catarsis.
MEDUSA, HOY COMO ICONO DE MARCA DE LUJO
La lista continúa hasta nuestros días: Artmajeur, Vincent Bardou, Frank Ford y Paul Stowe son nombres en una lista interminable de artistas que han caído en las redes o, nunca mejor dicho, “se han quedado de piedra” con el magnetismo de la Gorgona más popular.
Y es que la imagen de Medusa permanece en el ideario de nuestro acervo cultural. Ray Bradbury, escritor y guionista estadounidense, se refería en su momento a la televisión comparando su hechizo con el del ser mitológico que nos ocupa: “La televisión es esa bestia insidiosa, esa Medusa capaz de paralizar a mil millones de personas con los ojos bien abiertos cada noche, esa sirena que canta, llama y seduce, prometiendo tanto y al final concediendo tan poco».
Es cierto que la aseveración de Bradbury se ha quedado un tanto desfasada -el comunicador falleció en 2012-, puesto que eso que acapara nuestra atención a nivel masivo ya no es “la caja tonta” que nos entretuvo durante todos los 90 en los que el vivió. Pero la cuestión es que seguimos con los ojos bien abiertos y pegados, igualmente, a una pantalla, ahora más pequeña y cada vez más adictiva: la de tablets y smartphones. Pero no nos desviemos.
El caso es que Medusa sigue tan actual como en la antigüedad más remota. Ha acompañado a la humanidad a lo largo de toda su historia. Pensado así, ¿no es increíble…?
Está tan de actualidad que han utilizado la cabeza de Medusa como imagen de marca. Concretamente la de Versace, desde 1993. Gianni Versace moría en 1997 cuando, poco antes, encargó a Frank Moore un óleo que parecía vaticinar el futuro del negocio de la moda, a modo irónico, titulado To die for. Aparece una Medusa decapitada en la que aparece la cara de la supermodelo Kate Moss, que en ese momento estaba en la cima de la moda.
LA MEDUSA DE VICENT BARDOU
Se encontró una cabeza de mármol de Medusa en Reggio Calabria, tierra natal de Gianni Versace cuando éste era aún un niño y a partir de ahí nunca se desprendió de la mitología griega, por lo que decidió utilizar el rostro de la Gorgona por excelencia para identificarlo con el espíritu de la moda Versace: petrifica a quien la observe porque es atrayente y seductora.
Parece ser que la obra de Vincent Bardou (@vincent_bardou) se inspira directamente en el logo de la casa italiana. Su Gorgona se inscribe también en un marco circular de meandros griegos, asemajándose así a las monedas antiguas o efigies de escudos.
No obstante, la Medusa de Versace tiene una inspiración más helenística, que se sabe que representa una nueva versión de la Medusa Rondanini, estatua de mármol que representa la cabeza de la Gorgona muy admirada por Goethe y que ahora está en la Gliptoteca de Munich en Alemania.
WEBGRAFÍA
Investigart.com. La iconografía Mola – Cap 21: Las Gorgonas – Medusa. (Elena Campos, junio 2021).
Pixartprinting. Brandvolution. Versace, la historia de un logo mitológico (marzo, 2020).
Glosario ilustrado de arte arquitectónico. Sillares y mampuestos / Gorgona
Historia-Arte. Cabeza de medusa. El Rubens más desagradable…¡Nos encanta!
La Razón. El cuadro de la semana: la cabeza de Medusa. (Alfonso Masoliver, noviembre 2020)
Museo del Prado. Perseo vencedor de Medusa. Giordano, Luca -Pintor- y taller.
El Olimpo. Medusa.
Artmajeur Magazine. Arte que te convierte en piedra. Representaciones de la medusa (Olimpia Gaia Martinelli, octubre 2022)
Mitología Clásica y pintura. Gorgona clásica y Medusa. (Ana M. Navarro Martínez, marzo 2016)
Visittuscany. Perseo con la cabeza de Medusa de Benvenuto Cellini.
La Vanguardia. Medusa, la “femme fatale” de los griegos. (Ana Echevarría Arístegui, abril 2021)
Una respuesta a «Medusa en la historia del arte»
[…] Medusa en la historia del arte […]