REPRESENTACIONES DE CUPIDO EN EL ARTE
Las civilizaciones occidentales, a menudo, han recurrido a mitos para expresar o razonar sobre las pasiones y emociones más primarias del ser humano. Desde cualquier lectura, no podemos pasar por alto que el mito es la antesala de un profundo simbolismo. Tiene como objetivo expresar con total libertad y prescindiendo de toda coordenada espacio-temporal, los deseos, las aspiraciones o las necesidades del hombre. A menudo, suelen ser relatos con misiones específicas que cumplir, ya sea concerniente a la vida colectiva, al interés general o al individual. Intentan dar respuesta a los grandes interrogantes de la humanidad. Por ello, el Amor, pronto se convirtió en la clave de numerosas historias, narraciones y leyendas. A lo largo de la historia han sido muchos los pensadores que han reflexionado sobre el primer sentimiento del ser humano.
Amo como ama el amor. No conozco otra razón para amar que amarte. ¿Qué quieres que te diga además de que te amo, si lo que quiero decirte es que te amo?
Fernando Pessoa.
La medida del amor es amar sin medida.
San Agustín
Desde estas líneas y coincidiendo con el próximo día 14 de febrero queremos rendirle homenaje al Amor, en el más amplio sentido de la palabra. Para ello, vamos a recurrir a la mitología griega y haremos un recorrido por la vida del símbolo más extendido del mismo: Eros. Antes de comenzar habría que aclarar que Eros y Cupido son el mismo Dios, siendo llamado de la primera forma por los griegos y de la segunda por los romanos.
Los orígenes de Eros son confusos. Los primeros poetas y escritores que hablan de Eros, coinciden en afirmar que el Dios no tuvo nunca padres. Nació por sí mismo, sin ninguna ascendencia divina ni mortal. Tanto Hesíodo, Eurípides y Teócrito alegan que Eros no tenía progenitores. Sin embargo, otros autores aseguran que Eros era hijo de Afrodita, diosa de la belleza, y Ares, dios de la guerra. A decir verdad, Eros siempre aparece asociado a las aventuras de la diosa y en algunas ocasiones sus atribuciones parecen mimetizarse. Un tercer origen apunta Platón en su obra El Banquete, donde se dice que el Dios del Amor fue concebido por Poros, la alegoría de la abundancia, y Penia, la alegoría de la pobreza, en una fiesta organizada por Afrodita. Esta dualidad explica, según Platón, las diferentes envolturas del amor.

Eros, es representado siempre con aspecto aniñado, siendo dos sus principales atributos. Por un lado las alas, que le permitía viajar rápidamente de un lugar a otro, y por otro el arco. Teócrito, uno de los poetas más importantes de la cultura helena, afirmó que Eros talló él mismo su propio arco justo después de nacer. Este hecho es meritorio, no solo por el hecho de ser un recién nacido, sino que además el niño nació ciego. Este es el origen de la frase popularmente extendida: El amor es ciego. Al disparar su arco tenía el poder de que dos personas quedaran enamoradas al instante, siempre que la flecha tuviera una punta de oro, por el contrario, si esta tenía la punta de plomo el desencanto cundía al momento. Simbólicamente nos deja un mensaje muy claro: El amor es capaz de desarmar al más fuerte.
En numerosos relatos mitológicos, Eros, es coprotagonista y esencial en el desarrollo de la trama. Quizá, el caso más conocido sea su papel en la historia de Apolo y Dafne, donde el dios muestra su aspecto más rencoroso y vengativo. Sin embargo, como no podía ser de otra manera, Eros también tiene su propia historia de amor.

En un plácido paseo por el bosque, Cupido, se encontró con Psique, la princesa de Anatolia que dormía tranquilamente sobre la hierba. Desde el primer momento Eros quedó completamente enamorado de la hermosa joven, por lo que decidió llevársela a su palacio para que fuese su amante. Por el día, estaba permanentemente atendida por fieles criadas, pero era exclusivamente por la noche cuando Eros se unía a ella para fundirse en su apasionado amor.

Los dos estaban completamente enamorados, pero el Dios había puesto una condición a la relación: Psique, nunca podría ver el rostro de su amado. Las hermanas de Psique, celosas de su fidelidad, le infundieron la idea de que si su amante no se dejaba ver era porque tendría un rostro monstruoso. Una noche, aprovechando que Eros estaba dormido, Psique se decidió a encender una lámpara de aceite para comprobar si lo que decían sus hermanas era cierto. En su lugar corroboró que su amante tenía un bellísimo rostro, pero una gota del aceite hirviendo cayó sobre el cuerpo de Eros, lo que provocó que despertara de su sueño. Al descubrir que Psique había incumplido su compromiso decidió abandonarla, pues no podía soportar la incertidumbre y las dudas de su amada.

Psique, quedó desolada y deseaba todas las noches que Eros volviera, pero los días pasaban y su amado no volvía. Por su parte, Eros, tampoco conseguía olvidar a Psique. Un día, sobrepasado por la pasión que sentía por ella, decidió buscarla y al encontrarla se fundieron en un apasionado beso. Finalmente, Eros decidió pedir permiso a Zeus para casarse con una mortal. El rey de los dioses decidió conceder este privilegio a Cupido, ya que este había sido su particular cómplice en sus numerosas andadas amorosas. Entonces, Hermes bajó al mundo terrenal y se encargó de llevar a Psique al Olimpo donde comió la ambrosía, el alimento de los dioses. Desde este momento Psique se convirtió en la diosa del alma. La boda fue presidida por Zeus, mientras que el testigo de la misma fue Himeneo, dios del matrimonio, que portó durante la ceremonia una antorcha encendida, simbolizando el amor de la pareja. De la unión de Eros y Psique nació Voluptuosa, diosa del placer.

Una respuesta a «Mito de Cupido»
[…] Mito de Cupido (La Cámara del arte, 9 de marzo de 2022) […]