COMENTARIO HISTÓRICO ARTÍSTICO DEL BAILE EN EL MOULIN DE LA GALETTE
ANÁLISIS DE LA OBRA
Baile en el Moulin de la Galette representa una escena al aire libre. En ella observamos uno de los tantos bailes que se celebraban junto al «Moulin de la Galette, en el famoso barrio parisino de Montmartre. En la escena aparecen numerosos personajes charlando y bailando, rodeados de luces y arboles, creando un ambiente festivo y dinámico, donde se mezclan la alegría y la inocencia.
Se trata de una situación real donde incluso aparecen representadas distintas amistades personales del pintor, situadas a la derecha, que se encuentran charlando en una de las mesas. Junto a ellas se sitúan dos modelos reconocidas del pintor, las hermanas Estelle y Jeanne. Asimismo, resaltan dos bailarines, que no son otros que el pintor cubano solares, y su modelo preferida, Margot.
El Baile en el Moulin de la Galette es una obra muy analizada, por lo que seguramente el pintor la realizaría en su estudio y no al aire libre. El cuadro se organiza a través de una diagonal que recorre el espacio dividiéndolo en dos franjas, siendo la franja inferior dominada por las figuras antes mencionadas, mientras que la zona superior está ocupada por numerosos bailarines.
Estos dos puntos se unen dotando a la escena de un gran equilibrio, donde además la luz y las frías tonalidades aplicadas a través de una pincelada suelta, aportan un clima alegre y sereno. Dicha luz nace entre los árboles, reflejándose en los personajes y creando una emulsión de luces y sombras de tonos violáceos, amarillentos y pardos.
Según los críticos, el realismo que Renoir pretendía representar en esta escena queda reducido por el formalismo y el estudio de la composición. Toda la obra tiene un carácter amable y calmado que no concuerda con los conflictos sociales de su época, usuales en una reunión como ésta.
A pesar de ello, nos encontramos ante una de las obras maestras del Impresionismo, un testimonio de los cambios sufridos por la pintura y la vida parisina en último cuarto del siglo XIX. Tanto la temática como la escena elegida y la técnica utilizada rebosan modernidad, dejando atrás la pintura academicista y los temas pasados llenos de carga moral.