COMENTARIO HISTÓRICO ARTÍSTICO DE BODEGÓN CON CACHARROS
CONTEXTO HISTÓRICO
La obra Bodegón con cacharros que se conserva en el Museo del Prado y obra del pintor Francisco de Zurbarán ha sido fechada últimamente hacia 1650, es decir, una vez que el artista reside ya en Madrid, aunque previamente su carrera artística hace principalmente desde Sevilla, donde acude desde Fuente de Cantos para desarrollarse como pintor a la edad de catorce años, coincidiendo allí con otras grandes figuras del realismo del primer barroco como Velázquez o Alonso Cano.
Si en algo destaca la pintura de Zurbarán es por su producción eminentemente religiosa, pintando en su taller series para iglesias y monasterios tanto andaluces, extremeños, como para América, dotando a su pintura de un excelente colorido, rotundidad de formas y una elegante sobriedad y misticismo a sus personajes que compensaban algunas carencias compositivas que se pueden ver en algunas de sus escenas de historia. En la década de 1630 viaja por primera vez a Madrid para pintar para el Salón de Reinos del Palacio del Buen Retiro donde puede ver las pinturas de la colección real, algo que le influye para aclarar su paleta e imbuirse de un barroco pleno.
Con todo ello, Zurbarán gustaba de introducir en sus grandes lienzos con la historia de santos o en sus retratos a lo divino elementos bodegonistas o naturalezas muertas para nada anecdóticos, pues siempre poseían una simbología que los comitentes de las obras, generalmente órdenes religiosas o personajes cultos, sabían leerlas a la perfección y que estaban ensayados de manera aislada previamente.
ANÁLISIS FORMAL
La obra puede describirse formalmente como una composición en la que sobre una repisa reposan cuatro cacharros con distintos tamaños, texturas y materiales pero que ofrecen un gran equilibrio a la composición, que sobre fondo neutro está fuertemente iluminada desde la parte derecha del cuadro, siendo precisamente esta luz violenta, dirigida y tenebrista que ofrece claroscuros uno de los rasgos principales a destacar de este bodegón, pues gracias a ella Zurbarán permite recrearse en los valores táctiles de los objetos.
Leyendo el cuadro de izquierda a derecha desde la posición del espectador nos encontramos con un plato de peltre metálico y un bernegal de plata dorada con dos asas. A continuación, una alcarraza o vasija de cerámica blanca vidriada en cáscara de huevo, posiblemente de origen trianero; un búcaro de Indias, proveniente del comercio con Nueva España, de barro rojo poroso de espigado cuello; y finalmente otra vasija de barro esmaltada en cáscara de huevo, pero esta vez más ancha y baja, sobre plato de peltre metálico. Tan solo estos son los elementos que se insertan en el lienzo, pero con ellos el maestro consigue una sobriedad y austeridad conmovedora, otorgando simetría a través de los dos platos de los extremos.
El sistema de trabajo que sigue el maestro de Fuente de Cantos para la realización de los bodegones es el mismo que se ha observado en otros pintores de naturalezas muertas como Sánchez Cotán, es decir, los elementos que introduce en la pintura están trabajados individualmente y muy estudiados, que incluso repite en varias obras y que primeramente dibuja con gran precisión y enorme seguridad para posteriormente pintarlos con una pincelada suelta que denota gran maestría. Por ello, en esta obra se observa que, aunque la luz incide desde el mismo sitio, se ve que las sombras que los propios cacharros proyectan no llegan a los otros objetos, así como también a nivel de perspectiva y puntos de vista (más alto o bajo) varían de un utensilio a otro.
ANÁLISIS ICONOGRÁFICO
Como detalle a destacar en cuanto a la temática del lienzo, es muy curioso y ello lleva a comenzar el ver los posibles contenidos simbólicos del mismo, que en él no se observa ningún alimento como frutas o alguna vianda, ni flores o algún animal rondando el estante, algo que es lo común en el bodegón barroco y que hace totalmente original y extraordinario este cuadro, pues en él se otorga toda la importancia a los cacharros en sí, siendo también relevante la ausencia de tiempo o mejor dicho, la atemporalidad del mismo, al no haber ninguna referencia a figuras que puedan marchitarse.

Tradicionalmente se le ha otorgado una significación religiosa, en relación con otros bodegones del autor y sus famosos corderitos como retratos a lo divino, pues la pintura de Zurbarán es en un enorme porcentaje religiosa y el artista estaba imbuido en una sociedad eminentemente católica y sus lienzos emanan una mística que pocos pintores han igualado.
Por ello se tiende a decir que estos sencillos elementos austeros y en apariencia humildes pueden ser una representación mística influido por los escritos de ascetas hispanos como fray Luis de Granada o santa Teresa de Jesús, o también por las propias comunidades religiosas para las que trabajaba, e incluso hay quien ve en ellos unas significaciones que van más allá de lo descrito, sino que cada cacharro representa a un personaje divino, entiéndase Cristo o la Virgen, una orden religiosa y la Iglesia militante contrarreformista.
En contra de esta significación, en los últimos años cobra fuerza la opinión de que el cuadro, fuera de la función religiosa podría tener un significado totalmente distinto.
Los estudiosos de la obra zurbaranesca, fechando la obra en la década de 1650 con esa pincelada más suelta del final de su vida y por la moda que existía en la corte, a donde acude en esos años, ven que pueden relacionarla con la pintura de camerines o aparadores, es decir, una pintura de exhibición en los domicilios de la nobleza, algo también de gran demanda en el momento, pues no en vano los cacharros que se pintan, pese a parecer austeros, son objetos valiosos e incluso curiosos como el búcaro procedente de América, algo que no se encontraba en cualquier hogar.
Por ello se piensa que el lienzo puede estar hecho para venderlo a la clientela de la corte, y más viendo que hay al menos uno más igual, como ostentación para la casa, y para ello las características de la pintura de Zurbarán son más que idóneas, pues ese tratamiento casi escultórico de las figuras hace que los elementos más que representados estén presentes ante nosotros físicamente, haciendo veraz su presencia por el realismo de su representación pictórica.
CURIOSIDADES
Dentro de la obra del pintor no se cuenta con un gran número de bodegones como tales, género pictórico propio que, si bien ha dejado cantidad de representaciones en la pintura barroca española, para sus contemporáneos era considerado un género menor.
Por bodegón o pintura de naturaleza muerta se considera la representación de objetos inanimados, flores, animales muertos, verduras… teniendo el bodegón español unas características propias que lo diferencian del italiano o del flamenco, pues el que se realiza en la Península Ibérica se considera que está más influido por el pensamiento espiritual de los místicos por la forma en que está representado, aunque en los textos del Siglo de Oro en verdad nada se dice de esta consideración espiritual.
Es ya en el siglo XX, y más concretamente en la década de los años treinta cuando la pintura de naturaleza muerta del barroco español comienza a cobrar importancia en el mundo del arte al ponerse en valor una gran cantidad de obras y de artistas que desarrollaron este género por considerarlo como la esencia de lo típico español con esa quietud y sobriedad pero tampoco hay que obviar que todavía en nuestros días goza de plenitud el bodegonismo en la expresión artística contemporánea que se adentra, con motivaciones distintas que las del siglo XVII, a la cotidianeidad de los objetos del día a día como podían ser los bodegones barrocos.
No se conoce la identidad del primitivo dueño del Bodegón con cacharros de Francisco de Zurbarán, aunque sí se sabe que hay otro bodegón prácticamente idéntico actualmente expuesto en el Museo Nacional de Arte de Cataluña, ambos del mismo autor y probablemente de la misma época. Ambos lienzos pertenecían al coleccionista Francisco Cambó, quien los donó en 1940 a ambos museos para suplir las carencias que sobre este género se tenían en las pinacotecas.
BIBLIOGRAFÍA Y WEBGRAFÍA
FUNDACIÓN COLECCIÓN THYSSEN-BORNEMISZA: Zurbarán. Una nueva mirada (catálogo de exposición). Madrid, 2015.
PÉREZ SÁNCHEZ, Alfonso E. (ed. actualizada por NAVARRETE PRIETO, Benito): Pintura barroca en España (1600-1750). Madrid, 2010.
ROMÁN LLORENTE, Carmen: Zurbarán. Dos bodegones como retratos, Cuadernos de arte e iconografía, Tomo 26, nº 51 (2017): págs. 71-92.
MUSEO DEL PRADO: https://www.museodelprado.es/coleccion/obra-de-arte/bodegon-con-cacharros/bdd71dfb-cde5-440e-87a2-48d8c64060dd (Consulta: 17/08/2022).
MUSEO DEL PRADO (canal en Youtube): https://www.youtube.com/watch?v=36IKo0aYVsA (Consulta: 17/08/2022).