Bodegón con flores, copa de plata dorada, almendras, frutos secos, dulces, panecillos, vino y jarra de peltre

Ficha técnica

Título: Bodegón con flores, copa de plata dorada, almendras, frutos secos, dulces, panecillos, vino y jarra de peltre
Autor: Clara Peeters
Cronología: 1611
Estilo: Barroco
Materiales: Óleo sobre tabla de roble
Ubicación: Museo Nacional del Prado, Madrid
Dimensiones: 52 x 73 cm

COMENTARIO HISTÓRICO ARTÍSTICO DE BODEGÓN CON FLORES, COPA DE PLATA DORADA, ALMENDRAS, FRUTOS SECOS, DULCES, PANECILLOS, VINO Y JARRA DE PELTRE

CONTEXTO HISTÓRICO

Clara Peeters desarrolló su pintura en un momento en el que la ciudad de Amberes, después de haberse unido a la rebelión contra el rey de España en 1576, fue recuperada por el ejército español en 1585. A partir de entonces, esta ciudad pasó a ser uno de los mayores centros comerciales de Europa. A su vez, se produjo un florecimiento de las industrias relacionadas con el lujo. Asimismo, la pintura experimentó un período de apogeo. Además de Clara Peeters, en esta época también desarrollaron su actividad artística otros pintores de renombre como Jan Brueghel el Viejo, Rubens, Frans Snyders o Van Dyck.




En los siglos XVI y XVII, se convivía con una serie de prejuicios ancestrales que mantenían a la mujer alejada de muchos ámbitos a los que el hombre sí podía acceder, incluidas las profesiones artísticas. Las mujeres eran consideradas intelectual y físicamente inferiores a los hombres. Además, estaban sometidas a estrictas normas de conducta que mantenían la modestia y la castidad como las mayores virtudes de la mujer. El hogar era el lugar apropiado para la mujer, que veía en sus padres, hermanos y maridos la figura de un guardián. Los hombres eran responsables de las acciones de las mujeres que tenían bajo su control y se aseguraban de mantenerlas subordinadas en todos los aspectos de la vida.

A principios del siglo XVI, muchos pintores se formaban en los talleres de sus maestros, para lo que tenían que abandonar su hogar familiar cuando tenían unos doce o trece años. Esto era algo impensable para las niñas, pues su salida del hogar significaría menos ayuda en las tareas domésticas. Además, el honor estaba en juego, pues si se dejaba a la niña fuera del control de su padre, se corría el riesgo de la pérdida de la virginidad, el bien más preciado para las niñas de la época.

Si hablamos de pintura, los géneros pictóricos que gozaban de mayor prestigio eran aquellos que contenían figuras humanas y que requerían, por tanto, conocimientos de dibujo anatómico. Estos conocimientos y la práctica se adquirían gracias a lecciones de pintura con modelos desnudos. Por cuestiones morales, la mujer no tenía permitido el acceso a estos espacios, siendo este uno de los motivos por los que las mujeres pintoras se vieron relegadas a géneros artísticos considerados menores, como los bodegones o los retratos de animales.

Los pintores de bodegones buscaban representar las cosas sin necesidad de idealizarlas ni de exhibir un estilo personal. Este género se desarrolla en un momento en el que se aprecia una tendencia hacia el materialismo y el naturalismo en la cultura europea, frente al idealismo de la tradición renacentista. El objetivo era ofrecer una experiencia cercana a la realidad circundante.

ANÁLISIS FORMAL

Este bodegón presenta una composición equilibrada. Los objetos aparecen en la mesa dando la sensación de orden aleatorio, por lo que podemos afirmar que el objetivo de la artista era lograr que la escena pareciera lo más real posible. Peeters ofrece una vista frontal de todos los objetos.

Las flores del bodegón recuerdan las ilustraciones científicas, que se popularizaron a finales deli siglo XVI y que mezclaban una función didáctica con otra de índole estética. Tanto en la copa dorada como en la jarra de peltre, Peeters incluyó su autorretrato en miniatura (tres veces en la copa y cuatro en la jarra). Estos autorretratos contribuyen a que el espectador tenga la sensación de ilusionismo al ver a la artista en directo mientras pinta el cuadro.

Bodegón con flores, copa de plata dorada, almendras, frutos secos, dulces, panecillos, vino y jarra de peltre
Detalle de Bodegón con flores, copa de plata dorada, almendras, frutos secos, dulces, panecillos, vino y jarra de peltre

En el fondo vemos una copa de vidrio a la veneciana, que recuerda a las copas que los sopladores de vidrio italianos fabricaban en Amberes. En cuanto al alimento, en el bodegón se aprecian pasas, almendras y barritas de azúcar en un frutero. También hay rosquillas, pretzeles y barritas de azúcar en el plato de peltre y a su alrededor; uno de los pretzeles ha sido mordisqueado, lo que contribuye también a que el cuadro parezca real.

A pesar de que se ha afirmado que este bodegón es un reflejo del tema de la vanitas (se puede considerar que el vino o las flores aluden a la fragilidad de la vida), lo cierto es que no es posible confirmar que la pintura de bodegones tenga siempre un significado simbólico oculto. Probablemente, el cuadro se pintó con la idea de que los espectadores admirasen la maestría de la artista y se fijasen en las asociaciones de los objetos con una alta posición social.

ANÁLISIS ICONOGRÁFICO

Clara Peeters tuvo la necesidad de reafirmarse a través del autorretrato. Aun así, Peeters no lo hizo de una forma convencional, sino que la pintora aparece en sus cuadros de una forma original que solo puede apreciarse si se hace un ejercicio de atención visual. Y es que es en los reflejos de algunos objetos donde podemos ver la imagen de la pintora. A veces se trata únicamente del rostro, mientras que en otras ocasiones podemos verla con la paleta y los pinceles, reafirmando así no solo su condición de pintora, su profesión, sino que se trataría asimismo de una cuestión de realismo, pues estaríamos viendo su reflejo tal y como es en el momento en el que ella está pintando la obra. Además, la diminuta escala en la que Peeters es capaz de retratarse nos demuestra su maestría.

Esta manera tan discreta de autorretratarse podría entenderse como una práctica con actitud cautelosa para no sobrepasar los límites que tenían marcados las mujeres. Asimismo, podría interpretarse como la superación por parte de Peeters de los obstáculos que impedían a la mujer hacer lo que esta quisiera hacer, como si de un desafío se tratase.

Los reflejos eran una técnica que suponía un desafío para los artistas de la época. Mediante el dominio de los reflejos un artista podía dar cuenta de su maestría. En el caso de Clara Peeters, podemos ver claramente cómo la artista dominaba la reflexión de la luz, cómo su figura se gira según si la superficie es cóncava o convexa y cómo sigue el contorno de los objetos en los que se refleja. Es probable que la artista conociera obras como El matrimonio Arnolfini (1434) de Jan van Eyck, en la que el pintor muestra con todo detalle la escena que está teniendo lugar delante de la pareja en el espejo del fondo.

CURIOSIDADES

Se sabe que cuando Clara Peeters pintaba, tenía la intención de obtener un rendimiento económico con la venta de sus pinturas. Esto podemos saberlo analizando sus cuadros. Si comparamos varios de los cuadros de la pintora, veremos que hay objetos copiados en distintas pinturas. Esta práctica de la repetición y el copiado era muy habitual entre los pintores profesionales, quienes lo practicaban para agilizar el trabajo.  Además, de entre los cuadros que se asocian a Clara Peeters, se pueden apreciar varias categorías atendiendo a la calidad de estos, lo cual nos lleva a pensar que la pintora trabajaba con la ayuda de un taller.

Otra de las pistas que tenemos de que Peeters fue una pintora profesional la encontramos en los materiales utilizados en sus cuadros. No es solo el soporte (de roble y cobre de alta calidad), sino que también los materiales usados para la pintura, como el uso de pigmentos con oro o un azul obtenido del lapislázuli, nos indican que la artista invertía teniendo en mente las ganancias que su actividad le reportaría con posterioridad.

BIBLIOGRAFÍA Y WEBGRAFÍA

CASO, Ángeles: Ellas mismas: autorretratos de pintoras. Oviedo, 2016.

DECOUTEAU, Pamela: Clara Peeters (1594-c.1640) and the Development of Still-Life Painting in Northern Europe. Lingen, 1992.

HARRIS, Anne y NOCHLIN, Linda: Women Artists: 1550-1950. Nueva York, 1976.

MUSEO DEL PRADO: https://www.museodelprado.es/coleccion/obra-de-arte/bodegon-con-flores-copa-de-plata-dorada-almendras/97a18fea-112a-417a-9a8a-6665a44cc331 (Consulta: 17/10/2022).

POLLOCK, Griselda y PARKER, Rozsika: Maestras antiguas. Mujeres, arte e ideología. Akal. Madrid, 2021.

VERGARA, Alejandro (Ed.): El arte de Clara Peeters. Madrid, 2016.

¿COMPARTIR ESTE ARTÍCULO?

Share on facebook
Compartir en Facebook
Share on twitter
Compartir en Twitter
Share on linkedin
Compartir en Linkdin
Share on pinterest
Compartir en Pinterest

Deja tu comentario

Deja una respuesta

Esta web utiliza cookies propias y de terceros para su correcto funcionamiento y para fines analíticos y para fines de afiliación y para mostrarte publicidad relacionada con sus preferencias en base a un perfil elaborado a partir de tus hábitos de navegación. Al hacer clic en el botón Aceptar, acepta el uso de estas tecnologías y el procesamiento de tus datos para estos propósitos. Configurar y más información
Privacidad