COMENTARIO HISTÓRICO-ARTÍSTICO DE LA CAPILLA ROTHKO
CONTEXTO ARTÍSTICO
Junto con Clifford Still y Barnett Newman, Mark Rohtko fue uno de los máximos exponentes de la tendencia de la pintura expresionista abstracta norteamericana conocida como “Color fields” (campos de color), hacia la mitad del pasado siglo. Se trata de una corriente que sigue la pauta de las formas abstractas, pero con un empleo del color muy particular que estilísticamente bebe del surrealismo, del automatismo y de la obra del pintor Josef Alberts, especialmente en su vertiente constructivista de colores planos que empleó en la Bauhaus.
La producción de Rothko en esta tendencia define crománticamente rectángulos de colores, en numerosas ocasiones con tonos vibrantes como el rojo, en lienzos de gran formato. Atiende especialmente a las zonas de unión entre rectángulos, reflexionando sobre la relación de los diferentes colores, que suelen ser dos o tres y prácticamente nunca sobrepasan los 6 colores.
La Capilla Rothko fue patrocinada por un matrimonio sumamente interesado en el arte contemporáneo como vía de diálogo ecuménico; se trataba de Jean de Menil, católico, y Dominique Schlumberger, protestante posteriormente vuelta al catolicismo. Como poseedores de una enorme fortuna y emigrados a Estados Unidos durante la invasión nazi de Francia, se vuelcan en el mecenazgo de artistas contemporáneos, intelectuales y activistas de los derechos civiles; se tornan coleccionistas y promotores de cátedras de arte contemporáneo en universidades. Su compromiso con el arte y el ecumenismo les llevó a encargar a Rothko en 1964 el espacio que analizamos hoy.
ANÁLISIS FORMAL
La Capilla Rothko, arquitectónicamente deudora del Movimiento Moderno, tiene planta octogonal y está realizada en ladrillo visto, con paredes de estuco blanco y un óculo en la cubierta a través del cual penetra la luz.
Se trata de un espacio extremadamente austero y de líneas claras, algo que Rothko pensó desde un comienzo y que motivó el cambio de arquitectos en el proyecto: originalmente, el proyecto incluía a Philip Johnson, pero este buscaba realizar un monumento arquitectónico más que un espacio de meditación. Fue entonces cuando Howard Barnstone y Aubry Eugene tomaron las riendas de la construcción.
Lo que finalmente se diseñó fue el espacio amplio pero sencillo que conocemos actualmente, que consta de una única sala equipada con 8 bancos móviles y en ocasiones también ha albergado espacios acolchados para la meditación en el suelo.
El color blanco de las paredes contrasta con las grandes protagonistas del espacio: las 14 pinturas negras de Rothko. En 3 de las paredes se disponen trípticos, y en las otras 5 se colocan lienzos individuales de gran formato. No son pinturas realizadas de forma idéntica, sino que entre ellas se aprecian diferencias en los tonos, con mayor o menor saturación y diferente número de veladuras, e incluso con toques de magenta, azulados o tonos violáceos.
La extrema simplicidad del resultado no debe confundirse con la profundidad del concepto estilístico, que se interesa por los valores lumínicos y cromáticos del cuadro prescindiendo del gesto y de la materia. En efecto, su planitud (fruto de una composición realizada mediante veladuras) es precisamente lo que permite una contemplación en abstracto, meramente metafísica.
En los lienzos no se aprecian vestigios del proceso, como sí sucede en la vertiente expresionista del action painting, sino que la forma se diluye en el espacio del lienzo invitando al espectador a una relación imaginativa, sin el componente matérico típico de tantos estilos anteriores. Además, el gran formato propicia una experiencia “inmersiva”, que busca provocar la intimidad y crear un ambiente místico de gran intensidad para la introspección.
ANÁLISIS ICONOGRÁFICO
La capilla fue concebida desde el comienzo con una vocación ecuménica, un espacio que aúna la posibilidad de la meditación y de la celebración de ceremonias religiosas de diferentes confesiones, así como actos culturales, conferencias y charlas sobre asuntos sociales.
De hecho, son muchas las referencias, directas e indirectas, de carácter religioso: desde la propia estructura octogonal (el 8 es importante en la tradición judeocristiana) hasta la disposición de 9 de los lienzos como 3 trípticos en una clara referencia a los seculares retablos, pasando por las connotaciones del binomio de colores (blanco-negro como vida-muerte, pureza/corrupción, paraíso/infierno) o la carga simbólica asociada al óculo no ya desde Bizancio sino desde la propia Antigüedad grecorromana.
Sin embargo, precisamente por su carácter “neutral” y más metafísico que eminentemente religioso, la capilla no reúne las condiciones para la celebración de ritos religiosos. Por este motivo, se ha convertido en un espacio de trascendencia y de «reposo espiritual», de meditación en abstracto, aislando la experiencia estética de cualquier religión.
Además, con el tiempo devino (y probablemente el propio Rohtko tenía consciencia de ello) una suerte de monumento al propio artista, llegando a adoptar el nombre con el que la conocemos hoy.
CURIOSIDADES
La capilla se inauguró en 1971, un año después de que Rothko se suicidara en su estudio de Manhattan tras una larga depresión.
GALERÍA DE IMÁGENES





BIBLIOGRAFÍA
ROTHKO CHAPEL: http://www.rothkochapel.org/ (Consulta: 12/09/2020)
VALLESPÍN MUNIESA, Aurelio: El espacio arquitectónico aprehendido desde la obra de Mark Rothko. Madrid, 2003.
WEISS, Jeffrey: Mark Rothko. Yale, 2000.