COMENTARIO HISTÓRICO ARTÍSTICO DE CAPRICHO EN PÚRPURA Y ORO
CONTEXTO HISTÓRICO
Capricho en púrpura y oro es una obra que, por el momento en el que se realizó, se engloba en esas décadas donde Japón se abrió al resto del mundo (después de más de doscientos cincuenta años de aislamiento en el periodo Edo), influyendo en las artes occidentales de una forma antes vista. En ese fenómeno conocido como “japonismo”, que se desarrolló fundamentalmente a partir del último tercio del siglo XIX, muchos artistas tanto europeos como norteamericanos recibieron una influencia bastante destacada del arte nipón.
El arte japonés llegó a Occidente principalmente a través de las Exposiciones Universales que se fueron celebrando en esos años, sobre todo a partir de la que tuvo lugar en París en el año 1867, ciudad que era el centro artístico mundial del momento. A través de estos eventos (y a partir de muchas otras actividades que se fueron realizando tales como exposiciones o publicaciones) los artistas más grandes del momento recibieron el influjo de Japón. La lista de artistas es muy grande, entre los que se encuentran Manet, Monet, Toulouse Lautrec, Degas, Van Gogh, Picasso, Klimt o Whistler, el artista de esta obra.
Al ser una obra de un artista norteamericano, hay que destacar las Exposiciones Universales que se realizaron durante esa época en Estados Unidos, como fueron las de Nueva York (1853-54), Filadelfia (1865-1876), Atlanta (1881), Boston (1883), Chicago (1893) o San Francisco (1894), entre otras.
ANÁLISIS FORMAL

Esta obra, Capricho en púrpura y oro, es de pequeñas dimensiones (68,5×50,1 cm), algo que sorprende a primera vista porque la pintura da una sensación de gran tamaño. Realizada en el año 1864, en ella se representa solo a un personaje, en este caso una mujer, que aparece ataviada con un ropaje muy típico en este tipo de representaciones a la japonesa, con un kimono de color negro decorado con elementos propios de la naturaleza, como flores, así como otra serie de motivos geométricos. Todo ello envuelto con un delicado obi de color rojo y otro largo kimono de color blanco, decorado también con motivos naturales.
La modelo aparece situada en el interior de una habitación, medio tumbada boca arriba y apoyada sobre la mano derecha y una bella alfombra de color marrón.
A la escena le acompañan una serie de jarrones de porcelana con flores en el lado inferior izquierdo de la obra (que asimismo hacen alusión a esa influencia del “japonismo” debido a que los jarrones son porcelana azul y blanca, muy característicos en China y Japón); toda una serie de grabados nipones que se encuentran tirados por el suelo salvo uno, el cual la modelo lo agarra con la mano izquierda y lo mira detenidamente y, por último, el biombo de color dorado que se encuentra al fondo de la representación y que completa una escena con inspiración totalmente orientalista.
En resumen, podemos destacar que es un tipo de representación muy común en la época en la que se realizó, debido a que se imitaron en numerosas ocasiones las características de la mujer japonesa y, en especial, de la geisha, sobre todo en retratos de mujeres occidentales como este ejemplo.
ANÁLISIS ICONOGRÁFICO
La obra de Whistler, a pesar de tener una evidente influencia japonesa, se encuentra alejada de los cánones que desarrollaban los artistas impresionistas de la época. Del artista podemos destacar en su estilo una clara inclinación hacia la línea sobre el color, así como un detallismo exagerado que se puede ver en algunos detalles como el kimono de la modelo, las flores o la escena que se refleja en el biombo.
En otro contexto este elemento podría quedar en un segundo plano debido a que en este tipo de representaciones japonesas lo más importante era la imagen de la modelo, junto al resto de accesorios que llevase, algo que no ocurre en esta obra de Whistler debido a que incluso en el mismo nombre de la obra, capricho en púrpura y oro: el biombo dorado, le da preferencia al biombo por encima del resto de elementos de la escena.
En este sentido, podemos ver que en la obra se ve el gusto y amor por lo japonés, imperante en estos años, en aspectos como la vestimenta, la actitud o los objetos que aparecen representados, etc. El kimono era el elemento fundamental ya que para los japoneses es considerado una autentica obra de arte.
En este caso el kimono de la modelo es de color oscuro, pero va acompañado de una decoración floral donde destacan los colores rojos y los blancos que, combinados, hacen que tenga un carácter muy vivaz (suelen ser comunes en estos “vestidos” la representación de flores como los cerezos, almendros o peonias y animales como las grullas o los cisnes).
También es digna de destacar la mirada y el rostro de la joven, quien observa detenidamente a la obra que está sujetando con su mano, como si se encontrase obnubilada por la escena que se ve en la estampa, en este caso una representación del monte Fuji, obra del artista Utagawa Hiroshige (1797-1858), grabador favorito de Whistler.
En las otras estampas que hay tiradas por el suelo también se pueden distinguir escenas de temática relacionada con la naturaleza, muy típicas en el ukiyo-e y en este artista (uno de los más grandes referentes del tema junto a Katsushika Hokusai). Se puede decir igualmente que la mirada de la chica denota dulzura y sencillez a la vez. Podemos mencionar también su peinado, debido a que el moño que lleva la modelo se enmarca en un estilo típicamente japonés, recordando a cuando las geishas niponas se recogen el cabello cuando se vestían con el kimono, dejando la nuca (como se ve en este caso) como el único sitio visible.
Curioso es el caso del biombo de color dorado donde, si nos fijamos bien, podemos ver que se representa una escena palaciega a modo de cuento. Está formada por cuatro escenas diferentes y destaca principalmente por las nubes doradas que envuelven la representación.
Podría recordar a los biombos dorados que destacaban en los antiguos palacios y castillos del periodo Momoyama (1568-1600) en adelante. Es digno de destacar el detalle del jarrón de porcelana, un elemento que Whistler coleccionó bastante y que le pudo servir como influencia para incluirlo en esta obra, así como el taburete de color negro lacado.
Whistler, por lo tanto, es uno de esos artistas que son ejemplo de como Japón influyó de una gran manera en el foco occidental, sobre todo en París, y como lo adaptaron a su obra y estilo. Él es uno de los artistas con un mayor número de “japonerías” o introducción de elementos japoneses en sus pinturas.
Podemos poner como ejemplo algunas otras obras de este pintor como las siguientes: Princesa del país de la porcelana, realizada entre 1863 y 1865, donde aparece de nuevo la representación de una mujer occidental ataviada con un kimono de cola larga que arrastra por el suelo. Aquí si aparece la representación del típico abanico, el obi (como en la anterior composición), destacando que su cabello no está recogido, sino que la melena de la modelo es larga. De esta obra tan bella se podría destacar también el biombo situado en la parte del fondo del cuadro, de tonos florales muy hermosos, así como el abanico redondeado japonés llamado uchiwa.

Otro ejemplo sería la obra Sinfonía en blanco, Nº2: La niña de blanco, con la mujer como elemento principal, situada de pie y mirando al espejo que tiene de frente. La modelo es Joanna Hiffernan, su amante; o El balcón, otra vez del año 1865, donde la representación se centra en la figura de cuatro mujeres, las cuales se encuentran descansando y realizando diferentes posturas y actividades (dos están sentadas, una recostada y la otra de pie, mirando al horizonte).


Ataviadas con sus kimonos, de colores en este caso poco llamativos, se destaca esta escena porque recuerda mucho a algunas estampas realizadas por los grandes grabadores japoneses del momento. En este caso a Whistler la influencia le vendría de Ando Hiroshige, como ya se ha mencionado, quien había representado en sus grabados el motivo del balcón.
Existen otros elementos típicos que completan la composición: el juego de sake, los abanicos, el shamisen (instrumento tradicional japonés de sonido muy característico y que acompaña muchas veces a las mujeres), las persianas enrolladas o incluso las flores de tonos rosas.
BIBLIOGRAFÍA Y WEBGRAFÍA
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