COMENTARIO HISTÓRICO ARTÍSTICO DE CIANOTIPO DE DICTYOTA DICHOTOMA
ANÁLISIS DE LA OBRA
Hay toda una confluencia entre fotografía y ciencia, más acusada aun cuando la fotografía se pone al servicio de la ciencia.
Anna Atkins (1799-1871), de profesión botánica, miembro de la Sociedad Botánica de Londres, empleó el proceso químico-fotográfico de obtención de imágenes denominado cianotipia, caracterizado por el magnético color azul Prusia, como herramienta para el desarrollo de espléndidas láminas taxonómicas, en donde rehúsa del empleo del dibujo para ilustrar láminas de historia natural.
Una aplicación original de la cianotipia con estos fines. Hablar de Anna Atkins, es hablar de la considerada primera fotógrafa de la historia, pero este no es el único logro que le ha permitido tener un papel destacado en la disciplina.
La fotografía es inseparable de la ciencia, ya que su fundamentación, aunque a veces solo pensamos en el componente artístico o documental, esa magia inherente que se suscita de las técnicas antiguas es pura física y química, con el incentivo de que a ella además se le ocurrió ilustrar por medio de esta técnica monocromática catálogos botánicos, con la elaboración de estos preciosistas documentos científicos, sin la pérdida del rigor, a la par que artísticos, dotándoles de un aire que se mueve entre la realidad y la irrealidad, la objetividad y el misterio.
Deja patente la utilidad y la potencialidad que la fotografía podía tener para su utilización en los libros de ciencia. Es imposible no percatarse del prurito romántico que emana de su trabajo, lo cual tampoco es posible desligarlo del carácter histórico de la botánica.
Unas láminas donde todos los ejemplares se disponen como habitualmente se recogían en las catalogaciones botánicas de la época, añadiendo una muy cuidada, creativa y personal disposición de los ejemplares, donde se registran improntas sobre la relumbrante imprimación azul cian, creando estos fotogramas de plantas, que en muchas ocasiones translucen debido a su propia naturaleza, como el caso de las algas o amapolas, lo que permite a veces hasta una visión más allá de la superficie, ciertos matices y medios tonos.
Un halo de romanticismo rodea sus fotografías, de amor, de ciencia al más clásico estilo, y un marcado componente artístico. Se debe tener presente que nada está reñido con nada taxativamente, es lo que permite cauces interesantes de transversalidad, la aparente distancia entre ciencia y arte deja de ser un espejismo, para convertirse en una convergencia, surgiendo una fascinante aportación científica y artística.
El descubrimiento de este pigmento inorgánico fue accidental, y muy anterior, serendipia sin la cual hubiera dificultado llegar al desarrollo de la cianotipia, al emplear el fabricante de colores J. J. Diesbach una potasa (carbonato de potasio) prestada de la que usaba J. C. Dippel en el mismo laboratorio (1704-1710), con la que preparaba el aceite de Dippel, un brebaje alquímico, y que, al estar contaminada con sangre, el hierro que contenía desencadenó una esplendorosa reacción que sorprendió al día siguiente.
Quien ama la ciencia, o la fotografía, o ambas cosas, conoce del implícito añadido de dedicación vocacional en estas disciplinas, parece indisoluble, es seguramente la seña más valiosa de su buen hacer. En este cianotipo, las algas Dictyota dichotoma se transforman en un objeto artístico, se elevan a la categoría del arte, como en muchos otros. Basta tomar atención, para darse cuenta de que en toda naturaleza hay un germen de arte, o se presta a ello, es la esencia de la vida. Su trabajo constituye todo un precedente, con el valor añadido de que se adentra como mujer en el mundo fotográfico, es una artista que abre paso a la mujer en el arte, tendencia que en el siglo XIX empieza a despertar con más fuerza, aunque insuficientemente, es una auténtica referente.
Tras un largo periodo de experimentación, es en la década de 1840 donde comienza a experimentar con la cianotipia dejando atrás la ilustración (como muestra de ello, mencionar su trabajo ilustrando conchas en el libro de Lamarck), en 1842 surge la técnica, y en 1843 aparece en el panorama científico Photographs of British Algae: Cyanotype Impressions (tan solo se conocen 12 ejemplares conservados, constituidos por más de 400 cianotipos), su gran obra.
Constituye a su vez el también considerado primer libro de fotografía, y el primer libro científico ilustrado exclusivamente con fotografías, sumando nuevos hitos esta mujer extraordinaria. Previamente se habían realizado algunas de las primeras fotografías científicas, como la fotografía de la Luna en 1840 de J. W. Draper, de forma aislada, habiendo despertado el interés de los científicos las aplicaciones del procedimiento fotográfico del daguerrotipo, técnica también primigenia que se usaba incluso acoplada al microscopio en 1839 y 1840.
En sus fotografías, metafóricamente, las algas parecen flotar en este mar azul ferruginoso, se muestran ingrávidas, parecen agitarse sinuosas, estilizadas, evocando múltiples paralelismos, levitan en forma de espiral, se proyectan formas dendríticas y fractales en la inmensidad del azul Prusia. Se podría decir que aúna todas sus pasiones en una misma obra, su amor por la naturaleza se abraza a la ciencia, y a su vez al arte.
Aprendió la técnica de la mano de su inventor, y amigo, John Herschel, que en un contexto de investigación en torno a las aplicaciones fotográficas de distintos materiales, había observado la sensibilidad a la luz de este pigmento, siendo un procedimiento más apropiado al trabajo que se había propuesto realizar, y de menor laboriosidad, si se compara con el daguerrotipo, lo que facilitaría el desempeño de una obra de tal magnitud.
Es inevitable no quedarse absorto con estas fotografías, que debieron suponer todo un impacto en la comunidad científica, y en la joven disciplina fotográfica. Para quien desconoce la técnica surge el enigmático interrogante de cómo se producen.
Primeramente, requiere de una superficie imprimada con la solución acuosa fotosensible, muchas superficies se prestan a ello u objetos, sus componentes son sales de hierro que tras la oportuna reacción al exponerse a la luz generan estos acabados de azules profundos (se compone de una mezcla de citrato férrico amónico, la sal de hierro fotosensible, y ferricianuro potásico, de menor sensibilidad a la luz).
Resulta que la impresión de los cianotipos se realiza mediante un positivado por contacto con un objeto en sí o un negativo elaborado ex profeso sobre la imprimación, y no por ampliación, lo que permite “esculpir con la luz”, estos fotogramas al ferroprusiato; que originariamente eran un negativo fotográfico sobre papel no apto para ser expuesto en cámaras.
Remite al sentido etimológico más puro de la fotografía, el de dibujar o escribir con luz, a los lejanos horizontes que la imaginación y la técnica pueden permitir. De modo que se disponen los ejemplares sobre la superficie con la emulsión fotosensible, quedando representados superficialmente, con detalle, en este caso va más allá al ser algunos ejemplares de algas translúcidos, lo que permite constatar detalles morfológicos, su categoría taxonómica a fin de ser reconocidas, clasificar o identificar para su estudio.
Logra plasmar las algas en este nuevo medio de forma grácil, con hipnótico atractivo. Su obra no ha trascendido tanto como la realizada por William H. F. Talbot años después, The Pencil of Nature, fruto del afán histórico de ensombrecer el trabajo de la mujer, constando erróneamente en la bibliografía, en algunos casos aún, como el primer libro fotográfico. Otra obra que acrecienta el legado de Anna Atkins fue Cyanotypes of British and Foreign Flowering Plants and Ferns, donde la autora nos muestra todo tipo de pteridófitas (helechos) y plantas con flor.
En ese momento, ilustradores y copistas no acogieron bien la invención de la fotografía, señalándola como un peligro para el oficio, a igual modo dicha innovación no fue acogida por igual por parte de los científicos para su empleo como ilustración de la literatura científica. Apartándose de todo gremio reticente, y de cualquier oposición, su determinación le llevó a ser la primera persona en usar la fotografía con estos fines científicos.
Ella, además, sabía dibujar bastante bien, de modo realista, y había ilustrado algún que otro libro de ciencia, en colaboración con su padre (director del departamento de historia natural del British Museum, donde ella donó su herbario personal), de quien extrajo por cuenta propia el gusto por la ciencia, pero prefirió y supo aprovechar la excelente oportunidad que el invento le podía procurar. Sin abominar del progreso como algunos coetáneos, incluso algunos fotógrafos no veían con buenos ojos la invención de la cianotipia, ella aportó de este aliciente que se le presentó, hasta tres puntos de inflexión en el eje ciencia-fotografía.
Traspasó el ideal victoriano, para convertirse en la mujer que quiso ser, con su propia identidad, al margen de modelos y convenciones, irrumpiendo como un hallazgo.
BIBLIOGRAFÍA Y WEBGRAFÍA
BBC NEWS
https://www.bbc.com/mundo/noticias-59572604 (Consulta 03/04/2023)
GIL-SEGOVIA, Juan A. La cianotipia como recurso en el arte contemporáneo: una luz
azul que no se apaga. Arte, Individuo y Sociedad. 2022, 34(1), 167-186.
MRHAR, Peter. Cianotipia. Fotografía antigua y alternativa. B&T BOOKS, ISBN 9781496108920, 2014.
SOUGEZ, Marie-Loup. Historia de la fotografía. Cuadernos de Arte Cátedra, ISBN 9788437627373, 2020.
THE NEW YORK PUBLIC LIBRARY
https://digitalcollections.nypl.org/collections/photographs-of-british-algae-cyanotype-impressions#/?tab=navigation (Consulta: 02/04/2023)
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