COMENTARIO HISTÓRICO ARTÍSTICO DE CRISOPEYA DE MARÍA LA JUDÍA
ANÁLISIS BIOGRÁFICO
Leonora Carrington fue una artista que nació en Lancashire (Inglaterra), el seis de abril de mil novecientos diecisiete, hija de Harold Wild Carrington, presidente de la Chemical Industries, y Maureen Carrington, de soltera, Moorhead, de origen irlandés. Murió en Ciudad de México el 25 de mayo de 2011.
Leonora recibió su nombre en honor a su tía materna, Leonora Moorhead,que a su vez la llamaron así por ser la heroína de una de las novelas de Edgeworth[1], familiar de Mary Moorhead. Leonora Moorhead decidió hacerse monja y entró en la Orden de las Hermanas de la Caridad, en un convento en Dublín. Al tomar sus votos escogió como nombre Mary, al igual que su madre. Mary / Leonora fue una mujer que no se conformó con pasar por alto los abusos del arzobispo de Dublín, John McQuaid, hombre autoritario y muy denostado. Como castigo a su indisciplina, Mary / Leonora tuvo que fregar los suelos del convento y esto fue inmortalizado por su sobrina en el cuadro Clean Up at Once Said the Archbisop.
Leonora tuvo una relación muy cercana con su tía y tocaya, de hecho fue una mujer a la que admiró muchísimo por su carácter y sus principios, además de por su capacidad para rebelarse contra las injusticias.
Carrington inició sus estudios artísticos en el Miss Penrose School for Girls, en Florencia. Allí conoció de primera mano las obras de los grandes maestros prerrenacentistas y renacentistas. Su favorito fue Jheronimus van Aken (Bolduque,1450-1516), llamado familiarmente Joen y conocido como Jheronimus Bosch o Hieronymus Bosch, en español, El Bosco. Le atrajo la composición de las obras, los personajes inventados que llenan la escena, el uso del color y la perspectiva.
Consiguió ir a Londres a estudiar con el pintor Amédée Ozenfant quien la animaba a visitar las librerías de viejo buscando textos relacionados con la alquimia.
Conoció a los artistas surrealistas que desarrollaron en el París de los años 30 ́del siglo XX ese arte mágico, tal y como lo definió André Breton en su libro de título homónimo. Ella misma quedó fascinada por esa magia y encontró en esa corriente un lugar cómodo para desplegar todo su saber sobre el gnosticismo, la cábala, la numerología, las ciencias ocultas, etc.
Debido al estallido de la II Guerra Mundial y a la incomprensión que demostró su padre ante el estilo de vida que tenía Leonora, ya que desaprobaba categóricamente que se hubiese convertido en artista, tuvo que emigrar a América. Primero a Nueva York y finalmente a México, donde vivió hasta el final de sus días.
ANÁLISIS FORMAL
Crisopeya de María la Judía fue pintada por Leonora Carrington en 1964 en México. Representa el momento en que María la Judía transmuta el metal en oro.
Leonora recuperó la figura de María La Judía, mujer considerada la primera alquimista de la historia según Zósimo de Panópolis, y que vivió entre el siglo I y III de nuestra era. María escribió varios tratados científicos que desgraciadamente no han llegado a nuestros días, porque se perdieron en el incendio de la biblioteca de Alejandría.
Conocida como María la Judía, María la Hebrea o Miriam la Profetisa, esta inventó diversos artilugios para destilar las sustancias químicas, entre ellos el tribikos [2] o el kerotakis [3]. Creó la técnica para el calentamiento uniforme de la materia, que aún hoy en día se sigue usando como método para cocinar alimentos, o técnicas de calentamiento en laboratorios: el baño María.
La recuperación de esta figura histórica por parte de Carrington demuestra el interés que tenía la artista por la tradición femenina de esta práctica hermenéutica y el dominio sobre la alquimia.
María la Judía, a pesar de ser considerada la primera alquimista, fue silenciada tras la pérdida de sus obras en el incendio de la gran biblioteca alejandrina, sólo unos pocos iniciados en la materia la conocían, entre ellos Leonora.

El cuadro, Crisopeya de María la Judía, se puede dividir en tres planos. En el primer plano y más cercano al espectador, está María cuyo cuerpo es mitad mujer, mitad león. Aparece con el torso desnudo, a modo de las representaciones femeninas en el arte minoico. De cintura para abajo, su cuerpo se transforma en un león ataviado con la falda del vestido. Porta en su mano izquierda una especie de vara que dirige hacia un círculo central, divido en secciones y con varios símbolos en su interior. Esta simbiosis entre el león y la mujer es el símbolo alquímico de unión entre lo femenino y lo masculino.
Delante de María, hay dos animales, uno podría ser un perro y el otro una especie de armiño, por su color y la larga cola. Detrás, hacia la derecha de estos animales, Leonora dibujó tres ancianos de pequeño tamaño: el primero tiene barba y alas en la espalda, el segundo tiene rostro y cuernos de toro y señala a María; el tercero tiene cara de mono. Parece que este grupo ayuda a la alquimista, en la crisopeya que está haciendo, porque la señalan y forman una barrera que protege al círculo central junto con su figura.
Detrás de esta triada, hay una figura que recuerda a los tótem de las tribus. Está totalmente cubierto de plumas y pelos, tiene ojos y de su cabeza sale una forma geométrica ondulante que dirige la mirada del espectador hacia un altar, donde se encuentra un ave de color negro, atado por el cuello. Sobre los ojos de esta figura totémica, Leonora pintó el símbolo del infinito.
En segundo plano, detrás de la protagonista del cuadro, hay tres figuras masculinas vestidas con ropajes orientales que recuerdan a los tres Reyes Magos de la tradición cristiana, que ofrecieron oro, incienso y mirra a Jesús recién nacido. Estas figuras miran con atención el ritual de María; no interactúan, son estáticas.
Hacia la derecha de este grupo, en el tercer plano, hay una especie de edificio con forma de huevo, el huevo alquímico, el que incuba la piedra filosofal. Este huevo-edificio tiene cuatro ventanas por las que se ven llamaradas de fuego. Sobre estas aberturas, Leonora escribió los
símbolos de la sal y el mercurio y una fórmula misteriosa. Frente a este edificio, hay un cuerpo vendado y, cercano a él, una columna con una ave encadenada por una de sus patas pretendiendo huir.
En la Crisopeya de María la Judía predomina el color dorado, que envuelve la atmósfera del cuadro, el marrón, que está presente en las figuras, y el blanco, que está colocado estratégicamente para resaltar objetos o escenas.
ANÁLISIS ICONOGRÁFICO
Este cuadro es verdaderamente desconcertante a la hora de interpretarlo, porque tiene una carga simbólica muy profunda, además de encerrar mensajes ocultos que sólo los iniciados en la hermenéutica son capaces de descifrar.
Hay varias interpretaciones sobre él. Una de ellas dice que la figura de María la Judía es una diosa de una cultura no patriarcal, por la forma en la que está representada, ya que recuerda a la manera que se representaban las mujeres en el arte cretense. También la relaciona con la cultura cristiana y establece ese simbolismo a través de los tres ancianos, los Magos de Oriente y hace la conexión de esta María, con la madre de Jesús, porque ambas comparten el mismo nombre y la misma religión.
Otra interpretación que se le da a esta obra es que, a través de ella, Leonora quiso hacer un homenaje a los judíos exiliados de Europa después del auge del nazismo y la Segunda Guerra Mundial.
Como es sabido, Leonora se separó de Renato Leduc y se casó en México con el fotógrafo húngaro-judío Imre Emerico Weisz Schwartz, “Cziki”. Además, mantuvo una estrecha relación con artistas exiliados europeos y judíos. Si tomamos esta teoría como cierta, María podría representar al Shekinah[4] y la crisopeya, que está realizando, puede interpretarse como la búsqueda de nuevas oportunidades que persiguieron los exiliados judíos en el continente americano, cuya intención era huir del horror de los campos de exterminios, de la pobreza y de la exclusión social [5].
Leonora con esta obra, además de demostrar su control sobre los conceptos alquímicos, la brujería, la cabalística y el chamanismo, quiso redimir el dolor que sufrieron esos expatriados recreando en el cuadro un ritual, para contrarrestar el mal que infligieron a esa comunidad. Esas ventanas de donde salen las llamas de fuego son los hornos del crematorio de los campos de concentración nazis; la figura vendada la identifica con un perjudicado de la Shoah. María, ayudada por la Shekinah, conjura los poderes para eliminar el mal y la alquimia negativa de esos crematorios.
BIBLIOGRAFÍA
Caballero, J. (2017). Leonora Carrington. Una mirada hecha de alma. Studia Hermetica Journal, 1(1), 30-55. Recuperado de: https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=6068520
Caballero, J. (2018). Hechiceras. Un viaje a la vida y la obra de Remedios Varo y Leonora Carrington. Asturias: Trea.
Ferrer, S. (2016). La alquimista, María La Judía (Siglo II?). Mujeres Conciencia. Recuperado de: https://mujeresconciencia.com/2016/10/14/la-alquimista-maria-la-judia-
siglo-ii/
González, M. (2017). Leonora Carrington y Remedios Varo: alquimia, pintura y una amistad creativa. Studia Hermetica Journal, 1(1), 116-144. Recuperado de: https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=6068523
Moorhead, J. (2017). Leonora Carrington. Una vida surrealista. Madrid: Turner.
Poniatowska, E. (2011). Leonora. Barcelona: Seix Barral.
Rogovsky, B. (2020). Inconsistencias y perversiones del lenguaje en torno a la shoá. En Coloquio, revista del Congreso Judío Latinoamericano, no 52. Véase en: https://congresojudio.org/coloquio_nota.php?id=289
[1] Maria Edgeworth (Inglaterra, 01/01/1768 – Irlanda, 22/05/1849), escritora anglo-irlandesa.
[2] Alambique de tres brazos que se usaba para la destilación.
[3] Aparato de reflujo que se utilizaba para calentar sustancias utilizadas en la alquimia y recoger sus vapores.
[4] Según la Cábala, es el nombre que recibe la comunidad judía en el exilio y está relacionado con el aspecto femenino de Dios. También se
designa a la Presencia divina que habita (shakan) entre los hombres. Aparece por primera vez en los Targumim, traducciones glosadas según la tradición oral de los cinco libros de la Torá. Véase en: https://www.arsgravis.com/la-shekinah-o-la-presencia-divina/
[5] Interpretación propia de la autora.