COMENTARIO HISTÓRICO ARTÍSTICO DEL DESCENDIMIENTO
CONTEXTUALIZACIÓN
El Descendimiento, es una obra del pintor flamenco Pedro de Campaña, natural de Bruselas. El artista, apareció en Sevilla en el segundo tercio del siglo XVI, concretamente en el año 1537, para participar en algunas empresas que se estaban acometiendo en la Catedral.
Por estas fechas, Sevilla no tenía aun ningún pintor natal relevante, por lo que los artistas extranjeros llegaban a la ciudad atraídos por la economía de una de las urbes más prósperas del mundo, a la que llegaban todo tipo de mercancías debido al monopolio comercial de Las Indias. Se puede afirmar que el artista más importante de esta época fue el bruselense Pedro de Campaña, que puede ser catalogado como el pintor más célebre del renacimiento andaluz. Su estancia en Sevilla se alargó hasta 1562, año en el que regresó a Bruselas para morir años después.
La obra fue encargada por Fernando de Jaén, para presidir su capilla funeraria en la desaparecida iglesia de Santa Cruz de Sevilla. El contrato de ejecución fue firmado el 28 de julio de 1547, estableciéndose que la pintura debía medir 15 palmos de alto y 9 palmos de ancho. Del mismo modo se especificaba que la escena debía estar compuesta por ocho figuras y rematada con un fondo paisajístico. Fue concluida el 15 de diciembre del mismo año, recibiendo el artista la cantidad de 900 ducados de oro, tras el beneplácito del cliente.
A principios del siglo XIX, los avatares históricos del país acabarían afectando a la localización original de la obra. En 1808, las tropas napoleónicas irrumpieron en el territorio español con el objetivo de derrocar el régimen establecido. El resultado fue unos años de incertidumbre política que acabaron por instalar en el trono a José I Bonaparte. Entre 1808 y 1813, se llevaron a cabo una serie de reformas en el urbanismo español siguiendo las pautas del ideal ilustrado.
Entre otras medidas se decidió abrir grandes bulevares y plazas en el abigarrado entramado urbano, lo que conllevó el derribo de edificios civiles y religiosos. En 1810, la iglesia de Santa Cruz fue mandada a derribar, después de haber servido como dependencia militar durante un breve periodo de tiempo.
Las obras artísticas se trasladaron en un primer momento al Alcázar de la ciudad, ya que, en dicho emplazamiento se estaban reuniendo las piezas más relevantes para su posterior traslado a París, donde estarían destinadas a formar parte del futuro Museo Napoleón. El Cabildo de la Catedral se apresuró a reclamar la propiedad del Descendimiento, siendo finalmente trasladado al templo metropolitano en 1814, una vez restaurada la monarquía borbónica. Sin embargo, no fue hasta 1817 cuando finalmente llegó a su localización actual.
ANÁLISIS ICONOGRÁFICO
La iconografía del Descendimiento de Cristo, una de las más representadas en la tradición artística cristiana, está basada en los escritos del Nuevo Testamento. La composición que nos presenta Pedro de Campaña está resuelta en un claro plano piramidal, en el que vemos a Cristo como centro de la obra. Las escaleras, apoyadas en el Stipes de la cruz, sirven para acentuar la estructura piramidal de la pintura.
El Patibulum, en el que se ha colocado el Titulus Inri, se sobrepone en el Stipes formando una cruz de Tau. Los Santos Varones sostienen el cuerpo de Cristo en la parte superior, mientras que un ensimismado San Juan ayuda en la zona inferior. A diferencia de otras representaciones del tema, el cuerpo de Cristo no se sostiene por telas o paños sino que son los propios José de Arimatea, Nicodemo y San Juan los que sujetan a pulso todo el peso del cuerpo inerte de Jesús.
El dramatismo se acentúa en la parte baja de la obra, donde se sitúa la Virgen, junto a las Santas Mujeres. María Magdalena, sujeta el tarro de los afeites, mientras que la Virgen, que ha caído al suelo, tiene que ser reconfortada por María Cleofás y María Salomé. La mirada de Madre e Hijo intentan cruzarse en un intento imposible. La escena se sitúa en un paisaje lleno de contrastes de luz, en el que se pueden percibir varios planos, aumentando la sensación de profundidad de la obra.
No faltan detalles como los tres clavos o las tenazas, que han sido colocados en primer plano. El movimiento de las figuras y las expresiones de los rostros, hacen de la composición una de las obras más características salidas de las manos del pintor flamenco. No se puede pasar por alto la monumentalidad de las figuras, insertas con soltura en el ambiente místico del momento.
El modelo para la realización del Descendimiento de la Catedral fue muy claro, pues según el contrato del mismo se establecía que debía estar ejecutado «tan bien o mejor» que el realizado para la capilla funeraria del jurado Luis Fernández que se encontraba en la iglesia del desaparecido convento de Santa María de Gracia de Sevilla. Efectivamente, esta obra que debió realizarse un año antes, causó gran impacto en una ciudad que estaba acostumbrada a modelos más tradicionales.
Esta pintura no muestra todavía la perfección compositiva que Campaña consiguió en su segunda versión, pero no nos cabe la menor duda de que la idea del artista quedó fijada desde este primer momento. La suerte de la pintura del convento de Santa María de Gracia fue dispar, pues cuando este fue desamortizado en 1835, la pintura pasó a engrosar el muestrario de la colección Aguado. Unos años más tarde, concretamente en 1843, fue subastado, siendo adquirido por el Musée Fabre de Montpellier por la cantidad de 1500 francos, por lo que, a diferencia del Descendimiento de la Catedral, hoy no puede ser contemplado en la ciudad de origen.
Lo cierto es que ambas creaciones no pueden ser catalogadas como puramente originales de Pedro de Campaña, pues como advierte el catedrático Enrique Valdivieso, están inspiradas en un grabado del artista italiano Marco Antonio Raimondi, que está fechado en 1520. Las analogías son claramente visibles a primera vista, sobre todo en la forma compositiva en ascensión piramidal. La obra italiana resulta mucho más aparatosa y teatral, sin embargo, el flamenco consigue mejorar la escena en ciertos aspectos, como el paisaje o la expresividad de los personajes.
ANÁLISIS FORMAL
Podemos englobar la pintura dentro de la tradición o estirpe flamenca, pero con una clara adhesión a la tradición romanista. Esta peculiaridad es la que acentúa la originalidad de la obra de Pedro de Campaña, pues fue capaz de fusionar las dos tradiciones artísticas imperantes en la Europa del momento, aunque siempre las características nórdicas fueron más constatables. En la obra andaluza se percibe cierta influencia de los gustos locales, que ayudan a atemperar el rictus flamenco. Seguramente, desde su llegada a la ciudad estuvo en contacto con los artistas más tradicionales. Las poses estudiadas, la preocupación por la anatómica o la expresividad de los rostros serán una constante en la pintura de Campaña.

Las obras más importantes de cuantas realizó el artistas son las realizadas para Sevilla, siendo el Descendimiento uno de los pilares de su producción. Los sentimientos de los personajes serán una preocupación del artista desde su formación italiana, pero a su llegada a Sevilla esta tendencia se intensifica, puede que promovida por el gusto de la clientela sevillana. Algunos historiadores no han dudado en señalar las influencias que los grandes maestros italianos – Miguel Angel Buonarroti y Rafael Sanzio – ejercieron en el bruselense. Por otro lado, hay que destacar la brillantez en la realización de los paisajes y retratos. Para el presente retablo estaba concertada la realización de un retrato del comitente, Fernando de Jaén, pero por desgracia no ha llegado a nuestros días.
ALGUNAS ANÉCDOTAS
La anécdota más conocida de la pintura, seguramente sea la contada por Antonio Ponz, cuyo principal protagonista es el pintor sevillano Bartolomé Estaban Murillo: «Es una gran recomendación de esta obra el saberse, que Murillo la estaba considerando, y estudiando continuamente, y que muchas veces, aun en sus últimos años, respondía al sacristán de esta iglesia, y a otros, que le veían de continuo en dicha capilla: Que estaba esperando, quando acababan de baxar de la Cruz a aquel Divino Señor. Tal es la verdad de la obra, y sobre todo las expresiones de cada una de las figuras». Esta leyenda se recoge en la mayoría de escritos que hablan del Descendimiento, por lo que la consideramos de especial interés, ya que, ha transcendido las lineas escritas para pasar a formar parte de la historia popular de la obra, dándole un valor singular adquirido.
Del mismo modo, se puede mencionar otra célebre cita, no tan difundida, que tiene como centro esta pintura. Francisco Pacheco, decía «que daban pavor y miedo, como a mí me ha sucedido con pinturas de Maese Pedro, temiendo estar solo en una capilla oscura viendo un descendimiento de la cruz de ese famoso hombre». Estas lineas sirven para interpretar la maestría en la técnica de Campaña para representar las formas anatómicas, nunca antes vistas en la ciudad. Asimismo, tienen el valor testimonial de quien contempló la pintura apenas unos años después de su realización.