El beso furtivo

Ficha técnica

Título: El beso furtivo
Autor: Jean Honoré Fragonard
Cronología: 1787
Estilo: Arte rococó
Materiales: Óleo sobre lienzo
Ubicación: Museo del Hermitage, San Petersburgo, Rusia
Dimensiones: 45 cm × 55 cm

COMENTARIO HISTÓRICO ARTÍSTICO DEL BESO FURTIVO

EL ARTISTA

El arte de Jean Honoré Fragonard interesó a sus contemporáneos, tanto a la gente campesina como a los ricos y empoderados, mucho más allá de las fronteras de Francia. Sus obras pictóricas destacaban por la apariencia de mujeres ligeras de ropa apoyadas en blandos cojines o parejas de amantes en amenos paisajes, representaciones repletas de alegría y erotismo, respondían al estilo rococó.

Los innumerables grabados de obras de Fragonard realizados y distribuidos por París poco después de la terminación de los originales, popularizaron en Francia El beso furtivo, también conocido como El beso robado, aunque fuera más discreto que otras obras anteriores.

Fragonard procedía de la pequeña burguesía. Era hijo de un guantero, se crió en París y estudió con François Boucher y Jean Baptiste Siméon Chardin. Tras su obligada estancia en Roma, en 1761 causó furor en París con cuadros de historia de gran formato.

Con ellos podía parecer que se le dibujaba en perspectiva una carrera oficial de pintor real o de director de la Academia, pero renunció a ella espantado por las obligaciones que la misma comportaba.

ANÁLISIS DE LA OBRA

El beso furtivo
El beso furtivo, Jean Honoré Fragonard

En esta obra aparece una muchacha que acaba de llegar al salón buscando un chal. El joven la sorprende, pero es posible que ella lo esperara. En un gabinete la besa fugazmente en la mejilla. Tras la puerta de cristal de la izquierda se insinúa un dormitorio, aunque la puerta de la derecha, que da al salón, está abierta y la joven está vigilada.

A pesar del característico refinamiento de la composición del cuadro y de la incidencia de la luz, para algunos historiadores del arte esta inocente escena es tan poco común de Fragonard que se resisten a atribuírsela. El pintor ni firmó ni dató la obra, pero, dado que en 1788 se anunció públicamente la venta de un grabado con su nombre, se supone que lo pintó hacia el 1787.

Detalle de las damas jugando a las cartas

A la derecha, a través de la puerta entreabierta se encuentra el salón. Dos damas juegan a las cartas y un caballero las observa por encima de los hombros. Lleva un tocado que, como el pelo empolvado, corresponde a una época que está llegando a su fin: el Antiguo Régimen.

El salón podría ser el de Fragonard, quien por aquella época, dada su condición de miembro de la Academia de las Artes, vivía y trabajaba con su familia en un domicilio de servicio del palacio del Louvre, que la corte había sustituido tiempo atrás por Versalles.

De acuerdo con el signo de los nuevos tiempos, ninguno de los dos jóvenes tiene el pelo empolvado. Su frescura y su inocencia constituyen en buena medida el atractivo de este cuadro.

Es posible que en este cuadro Fragonard hubiese utilizado como modelo a su hija Rosalie, que entonces tenía unos 18 años. La joven posa con un vestido de seda blanca deslumbrante, sencillo, a la última moda inglesa, pero demasiado lujoso como para vestirlo todos los días la hija de un pintor.

Cuando pintó El beso furtivo, Fragonard ya no estaba de moda. Aunque todavía se vendían bien los grabados de sus obras, en 1774 Madame Dubarry, favorita de Luis XV, rechazó las pinturas decorativas encargadas al pintor dos años antes con destino a uno de sus palacetes y las sustituyó por obras de estilo clasicista. Ya no estaba en vigor la frivolidad rococó.

El pintor, que a sus 55 años era una persona mayor para su época, quiso adaptarse al gusto de su tiempo. Aunque ciertamente no pintó héroes antiguos, eligió temas de la mitología grecorromana y hacia 1785 concibió una severa Fuente de amor en un parque sombrío, obra situada entre el clasicismo y el romanticismo.

El beso furtivo
Fuente de amor, Jean Honoré Fragonard

No obstante, conectaba mejor con otro estilo. Una clientela nueva de burgueses (funcionarios o banqueros) coleccionaba preferentemente cuadros flamencos y holandeses del siglo XVII, el Siglo de Oro, escenas domésticas de Gabriel Metsu o Pieter de Hooch.

Fragonard conoció a tales pintores. Durante su estancia en Italia había copiado obras de Peter Paul Rubens y de Jacob Jordaens, y es posible que posteriormente realizara algún viaje a los Países Bajos. De ahí que entonces pintara interiores idílicos con personas distinguidas, cuadros como El beso furtivo.

Detalle del pie pisando el vestido

Sin embargo, en este cuadro hay un detalle que delata al antiguo Fragonard: el joven sujeta con su pie el vestido de la muchacha para evitar su huida. Ahora bien, esta discreta alusión está muy lejos de la manera directa con que unos pocos años antes Fragonard había representado el deseo y el placer, por ejemplo en su obra maestra El cerrojo.

El beso furtivo
El cerrojo, Jean Honoré Fragonard

El artista encontró los modelos de las escenas domésticas en su propia familia: su esposa, sus dos hijos y su cuñada Marguerite Gerard. Fragonard no se limitó a pintarla, sino que la hizo discípula suya y le enseño a grabar sus dibujos. Se dijo que el pintor se enamoró de su ayudante, 29 años menor que él. Marguerite fue después una pintora de éxito. Actualmente sigue siendo objeto de debate su participación en El beso furtivo.

Fragonard debió de ser un ciudadano noble más allá de toda sospecha; su patriotismo, su competencia y David, el pintor oficial de la Revolución, le sirvieron para ocupar un puesto en la administración de las artes. Intervino en la creación del Musée du Louvre y entre 1797 y 1800 supervisó el transporte de las obras de arte confiscadas en toda Europa y remitidas a París por las tropas francesas.

Ahora bien, con Napoleón accedieron al poder nuevos nombres, también en el campo de las artes, y Fragonard perdió el empleo, la subvención y la residencia oficial. Murió solo y olvidado en 1806. Llevaba alrededor de 20 años sin pintar. El beso furtivo fue posiblemente una de sus últimas obras.




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