COMENTARIO HISTÓRICO ARTÍSTICO DE EL COLUMPIO
ANALISIS ICONOGRAFICO
Un rico barón encargó este cuadro a Fragonard, como homenaje a su amante. Se cuenta que inicialmente el encargo era para François Boucher, quien lo rechazó por su atrevimiento.
El adulterio, un pecado duramente criticado en las clases proletarias, era aceptado como algo natural en las clases altas. En la aristocracia del siglo XVIII eran muy comunes las bodas por interés, concertadas para aliar sagas familiares y concentrar poder y riqueza. Las parejas nobles asumían el objetivo sólo material de sus matrimonios, y tras asegurar la descendencia, muchas solían vivir su sexualidad por separado.
Los cuadros de Fragonard por lo general suelen ser de temas elegantes e intrascendentes que se compensan con la fluidez de sus pinceladas que influirá en los impresionistas. Boucher y Chardin fueron dos influencias para Fragonard, así Tiépolo, al cual conoció durante su estancia en Italia. Que conociera las villas renacentistas del momento fomentó su amor por la decoración de jardines con estatuas.
ANÁLISIS FORMAL

La escena presenta un paisaje o jardín idílico, dónde una joven se balancea en un columpio, el cual es empujado por un hombre mayor, que seguramente fuese su marido. Ella lanza un zapato al aire mientras es balanceada para que el hombre joven que vemos en la esquina inferior izquierda, lo recoja.
El hombre de menor edad, suponemos, es su amante, el cual mira pícaramente las piernas de la joven, que lucen medias con liguero. El hombre de mayor edad queda relegado a la sombra, mientras que el joven, interpretamos que su amante, luce en primer plano entre vegetación y flores.
Encontramos una estatua de Cupido sobre el amante, el cual se lleva la mano a los labios rogando silencio, lo que alude a un secreto. Debajo del columpio dos puttis o amorcillos, se levantan o apoyan sobre un delfín, guiño a la realeza francesa. La composición en su conjunto es detallista, ya que se aprecian miles de flores, raíces o estatuas. Todo abundantemente arbolado y que se difumina en el fondo vaporoso.
Los colores son suaves e incitan a la alegría y optimismo. Son colores tipo pastel como casi en toda pintura rococó. Llamando la atención a nuestros ojos encontramos el rosa del vestido, el blando de las enaguas y liguero, asi como el rojo que recubre el asiento del columpio. Todo ello contrasta con el verde y los amarillos de la flora.
Se ha captado el momento del máximo balanceo del columpio, pues un instante después éste volverá hacia atrás, hacia el hombre de mayor edad, representando así «un segundo de arrebatamiento erótico, tan voluptuoso y frágil como el Rococó mismo».