COMENTARIO HISTÓRICO ARTÍSTICO DEL CUARTO ESTADO
CONTEXTO HISTÓRICO ARTÍSTICO
La primera vez que me topé con este cuadro fue en 2008. Pero ni fue dentro del museo ni como parte de la cabecera de la película Novecento (1976), de Bernardo Bertolucci; mi ‘Cuarto Estado’ era la imagen de portada de uno de mis libros de cabecera: ‘Germinal‘ de Émile Zola. Ese que compré con mi propio dinero y que pasó a acompañar a una edición heredada de diseño bastante más austero.

Supongo que Giuseppe Pellizza da Volpedo estaría orgulloso de ello porque, a fin de cuentas, lo que Giuseppe buscaba con esta obra, titulada ‘El camino de los trabajadores’ en su inicio, era representar el movimiento del proletariado.
Ese mismo que late, dignifica y representa a muchos/as más de los/as que lo reconocen como propio. Y porque, además, renunció a hacer ese considerado «arte por el arte» para dedicarse al «arte para la humanidad» que escupe y pisa lo fregaó de los tres estados que le preceden (monarquía, nobleza y burguesía) a través de la llamada del realismo social.
Ni que decir tiene que a los grandes académicos, por lo que sea, no les terminó de convencer. Igual porque no reconocían un estado ajeno, igual por su temática subversiva (ja!). El caso es que su éxito en la Prima Esposizione Internazionale d’Arte Decorativa Moderna de Turín de 1902 fue nulo y, a partir de ahí, rechazado una y otra vez.
A cambio, la imagen empezó a reproducirse en periódicos y folletos socialistas de la década y, gracias a una suscripción pública, el Comune de Milán compró sus derechos y lo colgó en el Castello Sforza. Sin embargo, ¡qué raro!, el régimen (asqueroso) fascista de Mussolini lo (censuró) retiró y el cuadro permaneció enrollado y cogiendo polvo hasta el final de la Segunda Guerra Mundial, cuando pudo ser recuperado y, de nuevo, expuesto.
ANÁLISIS FORMAL E ICONOGRÁFICO
Hay que empezar diciendo que Giuseppe hizo bastantes ensayos previos ya que esta magnánima obra está precedida, por ejemplo, de dos pequeñas variantes de la misma escena: ‘Los embajadores del hambre’ (1892) y ‘La oleada de gente’ (1896).

A nivel técnico, lo que más llama la atención es que está realizada con el método conocido como «puntillismo» o «divisionismo», una técnica derivada del postimpresionismo (como no mencionar a los maestros Georges Seurat y Paul Signac) que, en la práctica, consiste en yuxtaponer puntos de color directamente sobre la superficie.
De cerca, muy de cerca, son puntitos de colores sin unión; de lejos y para la retina del espectador, conforman una imagen única y homogénea.
Sabiendo esto, mira que, igual, formalidad e iconografía se convierten en la misma cosa en este cuadro. Cuanto menos, resulta curioso que una técnica basada en la unión de puntos individualizados termine representando el movimiento de un grupo de personas que marchan hacia la huelga unidos con un objetivo común.
Los minúsculos puntos terminan dando movimiento, vida y dinamismo a un conjunto enfatizado, a su vez, por fuertes contrastes lumínicos entre el paisaje de fondo, la disposición de los personajes o las propias sombras proyectadas en un suelo pajizo.

Los rostros de los muchos y abarrotados personajes parten de amigos y revolucionarios comunistas de Volpedo, localidad natal del pintor.
De hecho, la mujer que sostiene al niño en primer plano es el retrato de su propia esposa Teresa Bidone representando a una figura que parece clamar la prudencia pensando en las posibles consecuencias de sus actos. La imagen es un diálogo constante entre personajes, escena e historia.
Es la pintura de la resignación y de la ilusión a partes iguales. Y, por supuesto, también de las dudas. Del interés individual común que configura la masa. De los puntitos insignificantes que, juntos, pueden crear todo un paisaje y conseguir la visibilidad en su máximo esplendor. De los que permanecen en la sombra y poco a poco se dirigen hacia la luz.
Pareciera que hay un líder y otro que, casi, se resigna; las personas que conforman el segundo plano difieren en impresiones, actitudes y gestos pero les mueve la determinación de pensar en un futuro mejor.
Así que, hay muchos personajes pero una única representación, el «cuarto estado», el proletariado, la base en la pirámide impuesta. Porque entre tanta gente habrá diferencias pero la opresión es más fuerte.
CURIOSIDADES
Curiosidad bastante amarga para cerrar el capítulo aunque, en estos lares artísticos, la tragedia es demasiado habitual. Giuseppe Pellizza da Volpedo se suicidó a los treinta y ocho años como salida existencial a las muertes de su hijo y su esposa.
Aunque, lamentablemente, no le dio tiempo a más, pasará a la historia como el pintor de uno de los cuadros más famosos del arte italiano. Aunque el ‘Cuarto estado’ sea su ópera prima, te aconsejo que no dejes de apreciar sus primeros retratos llenos de simplicidad y calidez a partes iguales.