COMENTARIO HISTÓRICO ARTÍSTICO DE EL DESPERTAR DE LA CRIADA
CONTEXTO HISTÓRICO
Entre 1880 y 1910, los jóvenes artistas argentinos se encontraban buscando el desarrollo de una producción artística local, ligada al ideal de progreso que dominaba por aquel entonces en todas partes del mundo, y que era difundido por los distintos sectores de la elite intelectual y política porteña, que conservaba todavía, en este aspecto, su superioridad por encima del resto de las provincias del país.
El desarrollo de una producción artística local, asociada al éxito obtenido en la literatura y en la música (principalmente la ópera), impulsaron a la Argentina y le permitió obtener el estatus de “Nación civilizada”, desde la mirada europea occidental, que por aquel entonces, era anhelada por los países americanos, que luchaban por obtener su aprobación.
Todas las miradas estaban en Europa, y los artistas argentinos eran enviados allí (principalmente a Italia y Francia) para completar su formación artística, visitando museos, observando y analizando a los grandes maestros y exponiendo en Salones Internacionales, para luego enviar obras a la Argentina y nuevas formas y conocimientos para el desarrollo de un panorama artístico local.
Entre estos artistas argentinos, luego conocidos como la Generación del 80, se encontraba Eduardo Sívori (1847-1918), el iniciador del arte naturalista en Argentina.
Sívori había marchado a París con 26 años, para continuar su formación, como muchos otros artistas argentinos, enviados a diferentes puntos de Europa. Vive allí por más de diez años, teniendo entre sus maestros a Jean-Paul Laurens.
En 1887, expone en el Salón de París de aquel año, un desnudo que fue aceptado en general por el público francés, que acostumbraba durante siglos trabajar con aquel tema, pero que llamó la atención de forma crítica por un hecho en particular: se trataba de la representación de una joven de clase social baja, trabajadora y descuidada, por la que muchos de sus espectadores tildaron a su creador de tener “una audacia desagradable”.
Un año después El despertar de la criada es enviada a Buenos Aires, donde, antes de ser expuesta en la Sociedad de Estímulo de Bellas Artes, ya había recibido una advertencia en la prensa, por sus resultados en Europa, y se le permitió exhibir ante un público reducido, tratándose de invitados especiales.
La obra fue todo un escándalo, clasificándola de pornográfica, y cuestionándole a Sívori la elección del tema, pero sin cuestionar jamás su calidad como pintor. La obra permaneció allí olvidada, hasta la muerte de su autor, en 1918, cuando volvió a ver la luz para una exhibición póstuma, curada por el también pintor (y amigo personal del artista) Eduardo Schiaffino, fundador del Museo Nacional de Bellas Artes de Argentina.
ANÁLISIS FORMAL
Nos encontramos frente a El despertar de la criada, una obra de formato vertical, de estilo naturalista, de composición en cruz y paleta de tonalidades terrosos y ocres. En el eje central, casi ocupando la totalidad del espacio, se encuentra una figura femenina, desnuda, iluminada por una luz dirigida, en este caso, desde la izquierda, generando un contraste entre la claridad de su piel y el fondo de la pared neutra.
Las sombras acompañas a esta luz direccionada antes mencionada, y el juego entre ambos, nos permite apreciar diferentes texturas en la obra y brillos, algunos más claros que otros.
La joven cruza sus piernas de tal forma, que esconde el pubis detrás de ellas, marcando el punto central de la composición, que se encuentra acompañada por otros ejes verticales, marcadas por la pata de la mesa, la vela, la cama y el espejo, y de eje horizontal, trazadas en su pierna cruzada, el tablero de la mesa, el espejo y la cama. Observamos también la presencia de líneas verticales, en el zapato ubicado en el cuadrante inferior izquierdo de la obra y la pierna que reposa en el suelo.
La escena se desarrolla en una espacio de poca profundidad, que acompaña a la clase del personaje mencionado en el título.
ANÁLISIS ICONOGRÁFICO
La figura de esta joven desnuda, en un ambiente rústico y humilde, y una pila de ropa amontonada, expresan, en un lenguaje simbólico, su condición social.
La claridad de algunas zonas de su piel en contraste a otras más oscuras, son también parte de la descripción de su condición social: sus manos y piernas se encuentras más oscuras, por estar expuestas al sol durante el trabajo.
Sus pies, toscos y rústicos, hasta casi deformados, llaman la atención por su tamaño, buscando destacar este aspecto de criada, que, sumados a sus manos, que se encuentran dando vuelta una media, contrastan con la claridad de su pecho blanco y limpio.
CURIOSIDADES
Una fotografía encontrada años después, muestra que la obra tenía un aspecto diferente en cuanto a los objetos expuestos. En su forma original, presentaba sobre la mesita una palangana y una jarra, luego reemplazadas por un candelabro con una vela apagada.
La hipótesis existente indica la posibilidad de que la criada haya sido en un principio una prostituta, tema muy típico de moda en aquel entonces, en el ámbito fuera de lo académico. También su cabello era diferente y aún es posible ver su eliminación al exponerlo a la luz.
No se sabe si estas modificaciones fueron realizadas antes de su exposición en el Salón anual de París, o si fue después de ella, para su llegada a Buenos Aires, evitando así mayores escándalos.
BIBLIOGRAFÍA Y WEBGRAFÍA
MALOSETTI COSTA, Laura: Los primeros modernos. Arte y sociedad en Buenos Aires a fines del siglo XIX. Buenos Aires, 2001.
AMIGO, Roberto: MUSEO NACIONAL DE BELLAS ARTES: Antigüedad-1910: parte 6. Buenos Aires, 2010.
LÓPEZ ANAYA, Jorge: Historia del arte argentino. Buenos Aires, 1997.
MUSEO NACIONAL DE BELLAS ARTES:https://www.bellasartes.gob.ar/coleccion/obra/1894/ (Consulta 30-04-2020)