COMENTARIO HISTÓRICO ARTÍSTICO DE EL GRITO
ANÁLISIS DE LA OBRA
Edvard Munch es una figura capital en el arte y principal representante del panorama pictórico de su país. Se siente influido por artistas de la talla de Rembrandt -tras su visita al Louvre– y Manet. Sus pinturas son novedosas, ya que usa recursos simbolistas y expresionistas, y están marcadas por una serie de sucesos en su vida que terminarán por impregnar una profunda huella en su alma y personalidad.
Desde pequeño está familiarizado con la muerte, pues tuvo que sobreponerse al fallecimiento de su madre y al de su hermana a causa de la tuberculosis. Conoce la actualidad artística del momento y visita Francia. La tragedia se extendió a lo largo de su vida, ya sea en forma de muerte o en fracaso en sus relaciones personales-especialmente con las mujeres. Todo esto hizo mella en su psique y pasó varias temporadas encerrado en un sanatorio debido a sus problemas mentales.
Desde que nació mantuvo una posición agónica hasta su muerte, cosa que refleja en sus cuadros, en este caso El grito en su versión de 1893. Evidencia una temática fundamental en su obra: la muerte como un fantasma que acompaña siempre al hombre.
El ambiente del cuadro está cargado de soledad y angustia, cosa que consigue mediante el uso de un trazo sinuoso y violento que genera agobio y malestar en sus observadores. Usa colores planos, siendo influencia del pintor Gauguin, oscuros y brillantes, con amplias pinceladas.
El cuadro, además, se vale de la perspectiva japonesa, un recurso muy utilizado por distintos artistas de finales del XIX y principios del siglo XX. Es inquietante la figura que aparece en un primer plano, llevándose las manos hacia la cara en un claro gesto de dolor existencial, sufriendo por una indefinida pero real angustia y siendo ignorado por dos personajes que se alejan al fondo de la composición.
OTROS DATOS DE INTERÉS
Existe hasta cuatro versiones sobre el mismo tema, aunque la composición esencial formado por un personaje andrógino y las dos figuras que se alejan, se repiten en ambas pinturas. El paisaje retratado es la ciudad de Oslo vista desde la colina de Ekeberg.
Por otra parte, la distintas versiones han sufrido sonoros robos. Actualmente se ha convertido en una obra muy célebre y reconocida por todo el mundo, rivalizando en ese aspecto con otra obra maestra como La Gioconda.
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