COMENTARIO HISTÓRICO ARTÍSTICO DE EL INFIERNO
ANÁLISIS ICONOGRÁFICO
La representación del infierno ha sido uno de los tópicos clave en la religión cristiana – y en muchas otras más- como una forma de simbolizar el castigo que se tiene tras una vida llena de pecados mortales. Este lugar tan temido por muchas culturas y creencias fue descrito por primera vez por un escritor griego del siglo II, en una narración llamada Apocalípsis de San Pedro.
En la Edad Media tuvo mucha importancia el relato titulado La visión de San Pedro, en el que se cuenta que este apóstol descendió al infierno junto con un ángel y que presenció una serie de sucesos que le dejaron horrorizado. Un ejemplo de éstos es el árbol de fuego de donde colgaban pecadores de sus ramas – en el fresco de Giovanni da Modena podemos encontrar una representación parecida en la parte superior-.
Encontramos otra posible influencia en este fresco, de otro relato llamado Vida de San Pacomio, escrito por otro autor anónimo griego, en el que cuenta la visión que tuvo este monje de un valle rocoso en el inframundo.
Sin embargo, la narración más importante que podemos encontrar del infierno son los versos de La Divina Comedia de Dante Alighieri, donde cuenta detalladamente todos los diferentes círculos del inframundo y para qué pecado están dirigidos. Es él quien crea la versión del infierno que ahora conocemos, donde se mezclan seres paganos y clásicos en un mismo mundo lleno de terror.
La obra de Giovanni es un gran ejemplo de cómo se concebía el infierno; en él encontramos a figuras humanas torturadas, colgadas y sodomizadas por pequeños diablos. Pero de esta pintura hay dos figuras que nos pueden llamar más la atención. Por una parte el gran demonio que hay representado en el centro del fresco, que posee dos caras –una en la cabeza y otra en la entrepierna- por las que devora a los pecadores.
Este personaje se relaciona con la figura femenina ya que el demonio se ha equiparado en muchas ocasiones a Lucifer, que se solía representar como mujer, por su lujuria. Otro personaje representado como un diablo es Lilith, la primera mujer de Adán que se narra en los escritos rabínicos del Antiguo Testamento -Talmud- y que a pesar de ser eliminada del Génesis, quedó en la tradición su figura maligna por desobedecer y condicionar al hombre.
Según el Talmud, ésta se la expulsó del Paraíso por no obedecer a Adán y por ello se la representa como un demonio y devoradora de infantes.
Por otra parte, llama la atención una figura tendida en una roca mientras un demonio lo sujeta del cuello. Debajo de ésta pone el nombre de Mahoma –Mahomet-, que es representado como hereje y castigado por ello, a pesar de que nos descoloque ver esta figura representada, era muy común en esta época ver la figura de Mahoma castigado y torturado por ser enemigo y por tanto hereje. Por esta representación, en 2002, extremistas islámicos conspiraron con hacer explotar esta iglesia para eliminar este fresco.
ANÁLISIS FORMAL
Vemos un aprovechamiento máximo de todo el espacio; allá donde miremos encontramos figuras con una gran expresividad que nos demuestran, retorciéndose, el inmenso dolor que causa el infierno. Podríamos llegar a denominar a este fresco de horror vacui por la multitud de figuras que hay en él.
Por otra parte, no vemos una gran profundidad, típico del gótico, donde se comenzaba a experimentar con el espacio, al igual que los tamaños desiguales que adoptan las figuras. Otro carácter formal es la línea curva que lo podemos observar en los cuerpos contorsionados a la vez que aporta movimiento en algunas figuras, como es en los pequeños demonios dispersados por toda la escena.
La anatomía de las figuras es bastante homogénea en todas, al igual que los rostros, sin embargo se ve más cuidado el detalle en la representación del gran demonio en el que se ve que el artista se tomó más tiempo para reproducir el pelaje y los dos rostros del mefistofélico ser.
CONCLUSIÓN
La representación del infierno ha solido atraer a los fieles y a los estudiosos ya que se expresa un mundo terrible que no deja de ser una imaginación del ser humano y que cada artista lo ha reflejado de una determinada manera con o sin fuentes en las que basarse. Así como la utilización del inframundo para propagar el miedo en los fieles para que no se desviaran del camino que Cristo siguió.