COMENTARIO HISTÓRICO ARTÍSTICO DEL NACIMIENTO DE VENUS
ANÁLISIS ICONOGRÁFICO
El nacimiento de Venus representa el culmen de la belleza del arte renacentista. Su protagonista, la diosa, es conocida como Venus en la mitología romana, y Afrodita, en la mitología griega. En ambos casos, ella es símbolo del amor, la belleza y la fertilidad.
La fuente principal de esta obra reside en «La Metamorfosis» de Ovidio, y según la leyenda, Venus nacería de los genitales del dios Urano, cortados por su hijo Saturno, y luego arrojados al mar. De la espuma de mar nació Venus y ésta, empujada por el soplo del viento del dios Céfiro, fue transportada sobre una concha hacia la isla de Chipre, lugar del que es patrona.
En cuanto al resto de personajes representados, encontramos al ya citado Céfiro, dios del viento, que lleva sobre sí a la ninfa de la brisa Cloris, su consorte. Cloris fue secuestrada por Céfiro del Jardín de las Espérides, convirtiéndose en su esposa y nueva diosa.
Al otro lado se encuentra una de las tres Horas, diosas de las estaciones encargadas de recibir a los nuevos dioses. En este caso se trata de Flora, diosa de la Primavera, que con un manto intenta cubrir la desnudez de Venus.
El acto mismo de la llegada de Venus sobre una concha simboliza la fertilidad y la reencarnación, y el ser cubierta por un manto rojizo y obtener un cuerpo material ilustra el misterio de nuestro nacimiento. Nada en esta escena es realizado al azar.
Desde la mirada soñadora de la diosa, atestiguando su ser sobrenatural y lejano, hasta la postura de la misma, mostrando su pudor e intentando cubrir con sus manos su desnudez. A la misma vez se cree que la mano que apunta hacia la zona genital, indica nuevamente su esencia como diosa de la fertilidad.
Una lluvia de rosas acompaña a la diosa del amor. Según la fábula del poeta griego Anacreonte, el primer rosal brotó cuando la diosa puso el pie en la tierra. Una rama de rosas de color rojo pálido se enreda alrededor del talle de la joven que espera a Venus en la orilla. Podría ser una de las tres Gracias que en la Antigüedad acompañaban a la diosa, o quizás una de las tres Horas (Flora) que personificaban las estaciones.
ANÁLISIS FORMAL

Sandro Botticelli fue uno de los más importantes pintores italianos de la segunda mitad del siglo XV. Su verdadero nombre es Alessandro di Mariano Filipepi.
Su nombre artístico proviene del sobrenombre por el que él y sus hermanos fueron apodados, Botticelli o pequeño barril en italiano, debido al exitoso negocio familiar de venta de barriles. Hay que destacar la importancia que tuvo el mecenazgo de los Medici sobre este pintor.
Botticelli marcará un hito en la representación de la diosa Venus, un desnudo que durante la Edad Media era considerado pecaminoso, y que el pintor florentino enfoca en una simbiosis de pureza y sabiduría, de paganismo y cristiandad. La pose de la diosa que ha utilizado Botticcelli en la obra, es una reminiscencia de una escultura de mármol de la antigüedad clásica, perteneciente a la colección Medici.
OTROS DATOS DE INTERÉS
Cuenta la leyenda que Venus fue casada con Vulcano, herrero de los dioses, pero como su esencia indica, fue ofreciendo su amor a numerosos dioses y mortales. Entre todos los descendientes que le asigna la mitología, cabe destacar a Eneas, fundador de Roma.
Tanto esta obra como La primavera, se encontraban en 1550 en el Castello, una villa cerca de Florencia perteneciente al duque Cosme I de Médici. Su arquitecto Giorgio Vasari, pintor y autor de biografías de artistas, las cita por primera vez en esta época.
El nacimiento de Venus se interpretaba como un homenaje a Simonetta Vespucci, dama de la época que se convirtió en musa de excelsa del renacimiento italiano, y que sirvió de modelo para encarnar a la diosa Venus.
Afrodita/Venus fue muy venerada por griegos y romanos. Con la victoria del cristianismo cayó en desgracia y durante la Edad Media se consideró a la diosa como la encarnación por excelencia de la lujuria y la vida en pecado.
Los atributos tradicionales de la Venus antigua, como por ejemplo las rosas, se asociaban en la Edad Media a la Virgen María, aquella figura dominante que en realidad era su polo opuesto. Lo mismo se puede decir de la concha: en relación con la deidad pagana era, al igual que el agua, símbolo de la fertilidad y del placer de los sentidos y la sexualidad por su parecido con el sexo femenino.
BIBLIOGRAFÍA
KOLDEHOFF, Nora y Stefan: «Historias y anécdotas del arte». Editorial Robinbook, 2012.
HAGEN, Rose Marie: «Los secretos de las obras de arte». Editorial Taschen, 2015.
DEIMLING, Bárbara: «Sandro Botticelli, 1444/45 – 1510». Editorial Taschen, 2014.
BURKE, Peter: «El renacimiento italiano: cultura y sociedad en Italia». Editorial Alianza, 2013.
GARIN, Eugenio: «El renacimiento italiano». Editorial Ariel, 1972.
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