COMENTARIO HISTÓRICO ARTÍSTICO DE EL QUITASOL
ANÁLISIS ICONOGRÁFICO
Francisco de Goya pintó este óleo que formaba parte de la serie de cartones para la Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara; más concretamente, para la serie destinada a la decoración del comedor del infante Carlos, entonces Príncipe de Asturias. Estos cartones fueron titulados: El quitasol, El paseo por Andalucía o La maja y los esbozados, El bebedor y La riña en la venta nueva.
Obras como ésta, sirvió a Goya para alcanzar una gran fama en sus primeros años de estancia en la corte real, lo que le abrió las puertas para muchos trabajos posteriores.
Para inspirarse antes de realizar esta obra, Goya observaba atentamente a la sociedad aristocrática de su época y plasma aquello que ve, siendo el resultado un conjunto de pinturas costumbristas que nos presentan la cotidianeidad de la sociedad de finales del siglo XVIII.
A mediados del siglo XIX, esta obra fue trasladada al Palacio Real de El Pardo, donde se almacenó en el sótano del oficio de tapicería. En 1870 el cuadro ingresa en el Museo del Prado y aparece en su catálogo por primera vez en 1876.
ANÁLISIS FORMAL
En esta obra, Goya representa una escena costumbrista en la que aparecen dos figuras: una joven vestida a la francesa y un criado o “cortejo” (acompañantes de las mujeres casadas de elevada clase social). Coloca en un primer plano a los protagonistas, y consigue darle profundidad al paisaje mediante la silueta del árbol a la derecha y el paisaje esquemático como fondo.
Se piensa que la obra Vertumno y Pomona de Jean Ranc, es el antecedente al Quitasol. Ranc fue uno de los pintores que trabajó para los primeros borbones españoles, importando el gusto neoclásico y el colorido armonioso y elegante para la pintura española regia. En cuanto a la composición, las líneas de fuerza dibujan casi un triángulo equilátero en el que se enmarca la muchacha. Esta figura geométrica expresa una gran serenidad.
El color en este cuadro, al igual que el de todos los cartones para tapices, es luminoso y contrastado de vivos tonos, como en el resto de los cartones. Pero es un colorido en el que destaca el estudio lumínico.
Los fuertes contrastes de tonos en el hombro del mozo y la matizada difusión de la luz sombreada en el rostro de la joven, están resueltos con una maestría poco común. Los tonos cálidos empleados, como es el amarillo, otorgan una enorme alegría a la composición, alegría reforzada por las expresiones de las dos figuras.
El interés por la luz lo apreciamos en la sombrilla, que sirve para sombrear diferentes zonas, haciendo que la luz solar resalte los colores en los que incide.