El rapto de Proserpina

Ficha técnica

Título: El rapto de Proserpina
Autor: Gian Lorenzo Bernini (1598-1680)
Cronología: 1621-1622
Estilo: Barroco
Materiales: talla en mármol blanco de Carrara, Toscana
Ubicación: Galería Borghese, Roma, Italia
Dimensiones: 2,25 m altura

COMENTARIO HISTÓRICO ARTÍSTICO DE EL RAPTO DE PROSERPINA

CONTEXTO HISTÓRICO-ARTÍSTICO

El siglo XVII no puede entenderse sin las diversas crisis de toda índole que recorren el ámbito europeo durante buena parte de la centuria. La recesión económica, agravada por epidemias y malas cosechas, el incremento de la polarización social, el enfrentamiento religioso y los conflictos políticos, como la Guerra de los Treinta Años (1618-1648) o las numerosas revueltas, sublevaciones y guerras civiles, supusieron importantes transformaciones también en el ámbito cultural.

En este contexto, el Barroco emergerá como nuevo movimiento artístico convertido en la expresión de la sensibilidad de una época atormentada.

La Contrarreforma católica explica tanto su matriz romana como su desarrollo esencialmente vinculado al ámbito dominado por la Iglesia católica que, en su deseo por transmitir su potencial y su triunfo sobre la herejía había impulsado la recristianización de los fieles, recurriendo fundamentalmente a un mensaje visual que permitiera mayor alcance e impacto en el receptor apelando a los sentidos y las emociones.

Ello explica la sustitución de las formas clásicas y reposadas (humanizadas) del Renacimiento por otras mucho más realistas y en agitado movimiento, así como el abandono de la belleza serena e idealizada, de inspiración neoplatónica, por la necesidad de representar una religión basada en el esfuerzo del hombre por lograr la salvación.

En definitiva, una idea agónica de lucha que se plasma artísticamente en la obsesión por el movimiento, la ruptura de las formas o la búsqueda de los contrastes.




Contrastes de luz y sombra, en línea con la teatralidad que caracteriza a la época, pero también plasmación de un mundo dominado por la contradicción y la tensión entre fuerzas opuestas, aunque complementarias: bien-mal, razón-instinto, materia-espíritu, realidad-apariencia…

Una visión de la vida más pesimista que la de los tiempos del Renacimiento y que fija su atención en el cambio y la incerteza del mundo y del hombre. Es el triunfo de lo excesivo, de lo patético, lo irracional, pero sin olvidar su carácter de cultura tendente al sometimiento del individuo al orden imperante.

Bernini fue el impulsor de este movimiento y el gran referente artístico del momento. Arquitecto, pintor, hombre de teatro y escultor, desarrolló su actividad en Roma, convirtiéndose desde muy temprano en reclamo de papas y familias ilustres. 

El rapto de Proserpina, pese a pertenecer a su etapa creativa inicial, puede considerarse como una de sus obras maestras, pues no sólo supone una ruptura con los preceptos de la etapa anterior sino que anuncia y aglutina todos los componentes que caracterizarán la escultura barroca de plenitud.

El encargo fue realizado por el cardenal Scipione Borghese, primer mecenas del artista y sobrino del poderoso papa Pablo V. Sin embargo, fue un regalo del cardenal a Ludovico Ludovisi, que había asumido su mismo cargo durante el pontificado del nuevo papa Gregorio XV, por lo que en 1622 la obra cambió de manos. En 1908 volverá a la Galería Borghese adquirida por el Estado italiano.

ANÁLISIS ICONOGRÁFICO

El rapto de Proserpina
El rapto de Proserpina

Esta obra representa el mito del rapto de Proserpina por parte de Plutón, descrito en Las Metamorfosis de Ovidio y en el poema (inconcluso) De raptu Proserpinae de Claudiano.

Cuando los tres hijos reyes de Saturno -Júpiter, Neptuno y Plutón- se repartieron el mundo, a Plutón (Hades en la mitología griega) como hijo menor se le asignó la peor parte: el inframundo, custodiado por Cerbero, un perro de tres cabezas y una serpiente en lugar de cola.

Como dios del averno, a su territorio también perteneció la zona donde germinan las plantas y el subsuelo, donde se hayan las rocas que ocultan los filones metalíferos y las piedras preciosas (de ahí que recibiese el sobrenombre de Plutón, “el rico”).

Proserpina, única hija de Júpiter (Zeus), dios supremo del Olimpo, y Ceres (Deméter), diosa romana de la agricultura y la fertilidad, recogía flores en su retiro de Sicilia cuando fue sorprendida por Plutón, que emergió de la tierra subido en un carruaje tirado por cuatro caballos negros con la intención de raptarla.

Ceres no pudo socorrer a su hija, que tuvo que acceder a casarse con su secuestrador, y llena de ira provocó que la tierra se secara y las cosechas se perdieran. Júpiter decidió interferir en el conflicto llegándose finalmente a un acuerdo: Proserpina pasaría la mitad del año con su madre, momento en el que todo florece, y la otra mitad en el inframundo, dando lugar a las lluvias por el llanto de Ceres.

El relato se convierte de este modo en la explicación mitológica del ciclo de las estaciones.

ANÁLISIS FORMAL

El grupo escultórico, con un claro referente en el Rapto de las Sabinas de Giambologna (1580), refleja el instante preciso en el que Plutón, caracterizado con la corona y el cetro, rapta brutalmente a Proserpina. La pieza adopta una composición asimétrica, abierta y llena de movimiento, consiguiéndose de esta forma un gran realismo y fuerza expresiva.

La violencia del momento se refleja en la tremenda tensión existente entre los cuerpos: Plutón, de pie, tratando de acercar a Proserpina hacia el suyo y ella, en su intento por oponer resistencia, echándose hacia atrás y estirando su brazo hacia el rostro de éste.

El dramatismo y la brutal expresividad alcanzada en los gestos y en el propio lenguaje corporal nos remiten en cierto modo al pathos griego o a la terribilità miguelangelesca.

Tanto la sensación de movimiento como la captación de un instante preciso se ven reforzados por el empleo de la línea serpentinata, de clara reminiscencia manierista, que genera un movimiento helicoidal ascendente y al mismo tiempo centrífugo, interrumpido por ejes direccionales diagonales formados por las extremidades contrapuestas de los protagonistas.

El resultado es una obra aparentemente frontal pero con visiones complementarias de los diferentes momentos del mito según el ángulo de visión. Así, si recorremos la obra de izquierda a derecha, podemos visualizar simultáneamente el momento del rapto, la llegada al submundo de Plutón sosteniendo triunfante a su víctima y la petición de auxilio de Proserpina a su madre, llorando e implorando al cielo, mientras es custodiada de manera agresiva por el Can Cerbero.

Bernini encuentra en la plasmación de un tema mitológico la excusa perfecta para hacer alarde de su virtuosidad en el tratamiento anatómico del desnudo. La textura de la superficie es lisa y pulida, exceptuando ciertas zonas como el cabello, donde se emplea la técnica clásica del trepanado.

No obstante, se puede observar un claro contraste entre las dos figuras. Plutón presenta un cuerpo rudo y musculado, que recuerda inevitablemente a las esculturas helenísticas, mientras el cuerpo de Proserpina es frágil, delicado y sensual, más propio del clasicismo.

Lo verdaderamente impactante de esta obra es el detalle de los dedos del dios hundiéndose en el muslo de su víctima, en esa búsqueda tan característica de Bernini de convertir la piedra en carne, lo que dota al conjunto de gran sensualidad y erotismo.

El escueto manto, pesado y de pliegues angulosos, oculta el sexo de Plutón. Con todo, la luz adquiere una importancia vital pues incide en las figuras creando claroscuros entre los pliegues y las torsiones anatómicas y aporta al conjunto una mayor sensación de volumen.

El grupo escultórico, que originariamente estaba colocado contra la pared, se encuentra dispuesto en la actualidad de forma aislada en el medio de la sala. Si bien Bernini no concebía la composición con multiplicidad de perspectivas, surgida en el Manierismo, sí buscaba que las esculturas se integrasen en el espacio.

Una de las innovaciones del artista es el haber conseguido ensamblar la idea renacentista de punto de vista único con la libertad creativa manierista, mediante una nueva concepción de la obra escultórica en la que, pese a tener un punto de vista preferente, primaba la acción dinámica, la desvinculación de los límites impuestos por el bloque de mármol y la eliminación del espacio entre la escultura y el espectador, haciéndole partícipe de la acción.

Una creación escenográfica que llegará a su culmen en el barroco pleno con la unión definitiva de las artes. Esta peculiar característica es la que permite la ubicación actual de la pieza, convertida ahora en un bulto redondo abarcable desde cualquier perspectiva.

La interpretación de la obra ha suscitado controversia. La mayoría de estudiosos coinciden en afirmar que la metáfora del rapto de Proserpina simbolizaría el enfrentamiento entre contrarios, en consonancia con la corriente dialéctica clásica retomada en la modernidad.

Esta contraposición se refleja a través de las figuras de los protagonistas mediante los binomios lascivia-inocencia, fuerza-fragilidad o violencia-sumisión, pudiendo llegar a ampliarse a cuestiones de mayor transcendencia como la dualidad oscuridad-luz, vicio-virtud o muerte-vida.

Teniendo en cuenta esto último, algunos autores consideran que la temática mitológica mostraría también una moralidad cristiana a través de la muerte y la resurrección de Perséfone (su paso cíclico del mundo de los muertos al de los vivos) o mediante la contraposición entre lujuria y castidad.

Hay quien opina, incluso, que puede existir cierto paralelismo entre el mito muerte-resurrección y la propia familia Borghese, con el fallecimiento del papa Pablo V Borghese pero con la continuidad del linaje en la figura de Scipione.

BIBLIOGRAFÍA Y WEBGRAFÍA

FATÁS, Guillermo, M. BORRÁS, Gonzalo: Diccionario de términos de Arte y elementos de Arqueología, Heráldica y Numismática. Alianza Editorial. Madrid, 2004.

FLORISTÁN, Alfredo (coord.): Historia Moderna Universal. Editorial Ariel. Barcelona, 2013.

RAMÍREZ, Juan Antonio (dir.): Historia del Arte: La edad Moderna. Alianza Editorial. Madrid, 2005.REVILLA, Federico: Diccionario de iconografía y simbología.

Ediciones Cátedra. Madrid, 2003.RIBOT, Luís: La Edad Moderna (Siglos XV-XVIII). Ediciones Marcial Pons

Historia. Madrid, 2016.VV.AA.: El Barroco: Arquitectura, Escultura, Pintura. Könemann. Barcelona, 2004.GALERÍA BORGHESE: https://galleriaborghese.beniculturali.it/en/exhibition/bernini/ (Consulta: 13/04/2020).

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