COMENTARIO HISTÓRICO ARTÍSTICO DEL TRIBUTO DE LA MONEDA
CONTEXTO HISTÓRICO
Masaccio nació el 28 de diciembre de 1401 en San Giovanni in Altura, hoy San Giovanni Valdarno. A temprana edad quedó huérfano, trasladándose a petición de su madre a Florencia debido a que, en aquel tiempo, era la capital cultural más grande de toda Italia.
Fue allí donde despertó el joven sus inquietudes artísticas pasando a estudiar los modelos de la Antigüedad y las posibles soluciones a los problemas que planteaba el uso de la perspectiva.
Superó a Giotto, se hizo amigo de Brunelleschi y Donatello y trabajó en Florencia, Pisa y Roma, siendo en esta última donde murió en 1428 sin haber cumplido los 27 años y sin que, hoy se conozcan realmente los motivos. Si no hubiese fallecido tan repentinamente estaríamos ante una figura clave del arte tan universal como Miguel Ángel o el mismo Leonardo Da Vinci.
En Florencia siempre existió alejada de los palacios y monumentos otra ciudad más tranquila, donde la gente llevaba una vida más sencilla y humilde en el margen izquierdo del río Arno.
Aquella zona periférica se llamaba el Oltrarno y su centro era una gran plaza rectangular dedicada a la Virgen del Carmen, donde el en siglo XIII, se levantó la Iglesia del Carmine. En una de sus naves laterales, el rico comerciante de sedas Felice Brancacci, contrató a dos artistas para que decorasen su capilla familiar con frescos con temas sobre la vida de San Pedro, el pecado original o la expulsión de Adán y Eva del Paraíso.
En esta ocasión Masaccio reproduce el pasaje narrado en el evangelio de San Mateo (17, 24-27), donde un cobrador de impuestos del templo de Cafarnaún exige el pago de un tributo. Cristo ordena a Pedro que pague, para hacerlo le manda pescar un pez en cuya boca encontrará la moneda que necesita.
ANÁLISIS DE LA OBRA
Masaccio para narrar la historia divide la obra en tres, del mismo modo que un tríptico. Siguiendo la tradición gótica algunos personajes aparecen representados varias veces, priorizando la narrativa visual sobre la unidad de la obra.
De esta manera nos muestra un esquema compositivo circular e isocefálico, es decir, las figuras distribuidas todas a la misma altura. Este mismo esquema ya se venía utilizando en las catacumbas paleocristianas, en las representaciones de Cristo como filósofo acompañado de sus discípulos.

La parte principal está ocupada por la figura de Cristo, rodeado por sus apóstoles y el recaudador, el cual se encuentra de espaldas dialogando con Cristo y San Pedro. Cristo se sitúa en el centro, con expresión bondadosa realizando con su brazo un gesto imperativo, señalando hacia su derecha el lago del mismo modo que San Pedro, mostrándonos de esta manera el lugar hacia donde debemos dirigir la mirada.
En contraposición, el recaudador señala hacia la ciudad. Los discípulos poseen retratos individualizados de gran seriedad, señalando la transcendencia del mensaje que trata de subrayar Cristo: La obligatoriedad de todo buen ciudadano de pagar sus impuestos. Estos discípulos aparecen dirigiéndose entre ellos un inquietante juego de miradas.
El milagro motivo del fresco lo encontramos a la izquierda, configurando la segunda escena de la obra donde aparece San Pedro arrodillado a orillas del lago Tiberíades para extraer del interior de un pez la moneda que, el propio San Pedro, ya en la tercera escena se encarga de entregar al recaudador. Esta escena ya posee un marco arquitectónico, pues sucede en las afueras de la sinagoga de Cafarnaún.
El paisaje también sirve para articular el espacio en el que se mueven las figuras, generando una diagonal descendente desde el edificio de la derecha hasta la figura agachada de San Pedro. Posee colores grises y tonalidades frías que nos recuerdan a las obras de Giotto permitiendo alargar la perspectiva, siendo esto una de las grandes aportaciones de Masaccio a la pintura.
En cuanto al tratamiento de la luz debemos decir que se trata de luz natural proveniente de la izquierda, generando un sutil juego de sombras y gradaciones tonales de los colores que permite al artista dotar de volumen a las figuras. También sirve al autor para resaltar el rostro de Cristo como elemento central de la composición.
La obra posee doble función. Por un lado, está el componente piadoso de sufragar los frescos de la capilla Brancacci; pero, por otro lado, tenemos un componente propagandístico y de prestigio de la propia familia.
BIBLIOGRAFÍA Y WEBGRAFÍA
- PÉREZ VAQUERO, Carlos: “El tributo” de Masaccio, CONTABL3, Nº 47, 2013, po 34 – 35.
- LANDETE, María José: Masaccio, primer maestro del Renacimiento, Galería Antiqvaria: Arte contemporáneo, antigüedades, mercado, coleccionismo, Nº 191, 2001, pp 82 – 83.