Fundiendo mi ser en el arte

COMENTARIO HISTÓRICO ARTÍSTICO DE FUNDIENDO MI SER EN EL ARTE

A continuación, analizaré un conjunto de imágenes que se encuentran divididas en dos momentos: “Desencuentro” y “Reencuentro”. Las mismas, están acompañadas de dos poesías o escritos, los cuales, junto con ellas, relatan parte de mi vida.

En todas las imágenes podemos observar un gran factor en común: se encuentran en un primer plano y en un primerísimo primer plano.

“El primer plano corta por los hombros y nos sitúa a una distancia de intimidad con el personaje, le vemos solamente el rostro. Es el plano expresivo por excelencia y nos permite acceder con gran eficacia al estado emotivo del personaje. El primerísimo primer plano encuadra una parte del rostro que recoge la expresión de ojos y boca. La expresión de un rostro viene dada por la boca y la mirada. Este es el plano más concreto en el que se contiene la expresión”.

Podríamos decir que, ambos se encargan de transmitir emociones y nos hacen sentir parte de esa escena, como si estuviéramos viviéndolo con el personaje, viéndolo cara a cara, entablando así un diálogo, una conversación entre el espectador y la obra.

La superposición y transparencia es otro factor que he detectado en las fotografías, lo que genera un espacio capaz de ser recorrido. Aunque se trate de algo bidimensional podemos diferenciar planos, conviviendo así con muchos de ellos.

Formas serpenteantes y sinuosas, líneas oblicuas, ritmos monótonos, fractales, entre otros, nos comunican que lo que está sucediendo es algo irreal, o, a lo mejor, tiene su lado real pero no está sucediendo en el plano terrenal, sino que lo supera, y es algo similar a lo mental, psíquico o hasta de ensueño. Son como pesadillas hechas realidad y sueños cumplidos en carne propia. Son situaciones reales empapadas de algo imaginario.

Los centros de las fotografías podemos encontrarlos donde emergen y convergen fuerzas, como miradas, conjunción de líneas, entre otros centros compositivos que se encuentran fuera del centro geométrico de representación, cambiando, de esta forma, “la percepción del espacio ilusorio, por lo que toda la escena se reorganiza para equilibrar las tensiones producidas”.

Estas tensiones dinámicas dirigen nuestra mirada hacia un lugar, la obligan a una lectura específica, en este caso, las tensiones generadas por los centros son tan fuertes que primero visualizamos ese sector, para luego terminar de recorrer la obra.

Los centros nos hablan directamente del sentido de la obra, de lo primero que se quiere transmitir, de ese sentimiento tan destacado, que en la primera parte es dolor, sufrimiento, crisis, angustia, impotencia, para luego transformarse en paz, tranquilidad, calma; florecer, renacer, vida, entre otras cosas.

“La forma en que el artista dispone los recursos o realiza operaciones con los elementos que elige para transmitir su idea evidencia su poética (su estilo en un sentido tradicional) la forma en que utiliza las técnicas o procedimientos, ya sean clásicos o experimentales y que le otorgan una huella perceptiblemente significativa a la obra. Esto se refleja en el manejo de las herramientas o materiales”.

La manera en que las fotografías fueron intervenidas, capturadas y editadas digitalmente hacen al sentido de las mismas (lo auténtico es lo que más las destaca y visibiliza mi impronta), sumado a que algunas miran directamente al lente, “abriendo el espacio ilusorio de la fotografía al espacio del observador, haciendo contacto visual con él”.

Nuevamente nos encontramos ante la participación del espectador, que para algunos puede ser hasta incomoda e intimidante. Se vincula el espacio real e ilusorio generando esa sensación de “meterse en la obra”, sumergirse e involucrarse con ella.

Según la escala de iconicidad decreciente de Abraham Moles, la obra estaría dentro de un nivel 9-8 (fotografía o proyección realista en un plano; dibujo, fotografía de alto contraste), es decir, se encuentra en un nivel de iconicidad medio-alto de acuerdo a su referente real. Esto, aporta a la misma un gran acercamiento sobre lo que está viviendo y/o sintiendo ese personaje, ya que al asimilarse tanto a lo real, podemos verlo como algo dentro de nuestra cotidianeidad.

A su vez, al estar intervenido y no acercarse cien por ciento a lo real, nos sugiere que lo que está pasando esta ajeno a la realidad, pero que existe en un plano que no puede ser observado diariamente, algo íntimo, privado, psicológico y que está estrechamente relacionado con la naturaleza. Podemos establecer gran énfasis en la misma, en elementos naturales, los que parecieran ser parte de un proceso de sanación, superación, aceptación y autoconocimiento.

En cuanto a la parte escrita que acompañará a las fotografías, posee un grado de iconicidad bajo, que en la escala de Moles corresponde a 0 (descripción en palabras normalizadas o fórmulas algebraicas – signos abstractos sin conexión imaginable con el significado), siendo éste el más bajo de todos.

Se incluye a la poseía para complementar la parte visual, y así otorgarle un cierre. De esta forma, el interactor podrá imaginarse un escenario más real y cotidiano, ya que se abren las puertas no sólo al diálogo, sino también a la imaginación. A través de la palabra me expreso y comparto mi testimonio, y a través de su palabra pueden expresar rápidamente cómo se sienten al enfrentarse con las imágenes.