COMENTARIO HISTÓRICO ARTÍSTICO DE HALLAZGO DE MOISÉS
«Un hombre de la casa de Leví tomó por mujer a una hija de Leví. La mujer concibió y dio a luz un niño; y, viendo que era hermoso, lo tuvo escondido durante tres meses. No pudiendo esconderlo más tiempo, tomó una cestilla de papiro, la calafateó con betún y pez, metió al niño, y la puso entre los juncos, a la orilla del Río. La hermana del niño se apostó a lo lejos para ver lo que le pasaba.
Entonces, la hija del Faraón bajó ha bañarse al Río, mientras sus doncellas se paseaban por la orilla del Río. Ella divisó la cestilla entre los juncos, y envió a una criada para que la recogiera. Al abrirla, vio que era un niño que lloraba. Se compadeció de él y exclamó: «Es un niño de los hebreos». Entonces, la hermana del niño dijo a la hija del Faraón: «¿Quieres que vaya y llame una nodriza hebrea para que te críe al niño?». «Vete», le contestó la hija del Faraón. Fue, pues, la joven y llamó a la madre del niño. Y la hija del Faraón le dijo: «Toma este niño y críamelo, que yo te pagaré». Tomó la mujer al niño y lo crió. Cuando creció el muchacho, se lo llevó a la hija del Faraón, que lo adoptó y le llamó Moisés, diciendo: «Del agua lo he sacado».
Éxodo 2: 1-10.
EL BARROCO ITALIANO Y EL ROCOCÓ
El arte barroco tuvo su desarrollo tras el Concilio de Trento, siguiendo las ideas dictadas por éste, que se reflejaron en las artes de forma inmediata.
En líneas generales, el Barroco supone una ruptura con el equilibrio clásico que imperaba hasta ese momento, pero es un estilo que no posee una unidad tal como para poder aunar todas las manifestaciones que abarca.
Si se puede apuntar que, a grandes rasgos, hay dos tendencias bien definidas: la continuación del clasicismo anterior, que se resiste a desaparecer, y la aparición de nuevos modelos caracterizados por un gran dinamismo, tensión y fuertes contrastes, todo ello al servicio de las nuevas ideas religiosas y políticas.
En relación a la pintura barroca italiana se podrían apuntar ciertas características, más o menos comunes, como un naturalismo que desemboca en el realismo; la representación de todo tipo de realidades, desde lo feo más grotesco a lo bello más idealizado; y un protagonismo omnipresente del movimiento, todo ello con una gran protagonismo de la luz y el color, que predomina sobre la línea.
En cuanto a los temas, los que más dominan son los religiosos y mitológicos.
El Rococó es un movimiento nacido en Francia y que se extendió por toda Europa entre los años 1730-1770, conformando el final del Barroco. Reflejaba la opulencia de la Monarquía Absolutista que gobernaba los diferentes países europeos. El arte Rococó representaba la vida aristocrática, siendo su característica esencial la elegancia y una exuberante y recargada ornamentación.
La pintura rococó se basa, a grandes rasgos, en el uso de colores claros y una gran luminosidad en las escenas. En cuanto a los temas, predominan el amor, la mitología, las reuniones sociales y los paisajes.
Esta obra de Tiepolo podría estar a caballo entre ambos estilos, pues muestra un tema religioso, típico del Barroco, pero ya cono colores bastante claros y con unas actitudes, cobre todo en la mujer de amarillo, un tanto frívola, propia del Rococó.
GIAMBATTISTA TIEPOLO. APUNTES BIOGRÁFICOS
“Tiepolo ha sido expresamente creado para nosotros… está lleno de espíritu… de un fuego infinito, un colorido deslumbrante y una rapidez asombrosa. Pinta un cuadro en menos tiempo del que otros emplean en moler los colores”.
Palabras del Conde Tessin al rey de Suecia, que intentaba conseguir los servicios de Tiepolo.
Tiepolo está considerado el último gran pintor barroco y una de las figuras más importantes del Rococó. Además, es el último gran maestro de la pintura al fresco italiana.
Su primer maestro fue el pintor Gregorio Lazzarini que abogaba por el estudio en profundidad del arte veneciano del siglo XVI, algo que influyó notablemente en la obra de Tiepolo, sobre todo la pintura de Veronés, de quien era gran admirador.
A pesar de ser más conocido por su faceta de pintor de frescos, Tiepolo realizó numerosos lienzos, a cual más bello, sobre todo de temática mitológica y bíblica en la que añadió fondos arquitectónicos como ya hacía su admirado Veronés.
La obra de Giambattista es reconocible por un dibujo extraordinario y un colorido claro y ligero donde predominan los tonos nacarados, todo esto con unas composiciones etéreas y elegantes.
Nació en Venecia en 1696 y falleció en Madrid en 1770.
ANÁLISIS FORMAL E ICONOGRÁFICO
La historia de Moisés es, quizá, una de las más conocidas de las que recoge La Biblia.
Moisés fue abandonado por su madre ante el temor de ser asesinado por el faraón, que había ordenado la muerte de todos los niños judíos (esto se volvería en su contra cuando, en una de las plagas, Yahvé mató a los primogénitos egipcios).
Así, la única solución que vio fue dejarlo en una canastilla en el río Nilo, vigilado por la atenta mirada de su hermana Miriam, que siguió el caudal del Nilo para asegurarse que su pequeño hermano estaba a salvo.
El destino quiso que la canastilla se atorase en unos juncos cerca de donde la hija del faraón se estaba bañando. Conmovida por el bebé, que no paraba de llorar, lo acogió como suyo. Miriam sugirió a la princesa egipcia a una nodriza hebrea para amamantar al niño. Aceptó y, gracias a esto, madre e hijo se pudieron reunir de nuevo, eso sí, sin revelar la verdadera identidad de la nodriza en ningún momento.
Tiepolo recoge el instante inmediatamente posterior al rescate del niño de las aguas del Nilo, que sostiene una de las doncellas que acompañan a la princesa. Si miramos a la izquierda, la joven de espaldas con túnica azul, que apenas toca el suelo (símbolo de que acaba de llegar) es Miriam, la hermana de Moisés, que va a proponerle el trato a la princesa.
Llama poderosamente la atención como, a pesar de ser un episodio que se desarrolla en el antiguo Egipto, Tiepolo viste a los protagonistas al modo veneciano. Pero ni siquiera sigue la moda veneciana de su época, sino que usa el estilo del siglo XVI, influencia sin duda del Veronés, al que admiraba y había estudiado en profundidad. Donde mejor se aprecia esta vestimenta es en la princesa (la mujer que vemos vestida de amarillo).
Parece ser que este tema bíblico no es más que una excusa para mostrar una boda entre dos jóvenes de familias poderosas de Venecia: Pietro Barbarigo y Caterina Sagredo. Es, sobre todo, un homenaje a la belleza y distinción de la novia. ¿Cómo lo sabemos? Por el gran parecido de la princesa con Caterina.
Tiepolo en Hallazgo de Moisés, representa a una mujer casada, como indica el collar de perlas, complemento que sólo podían llevar las mujeres casadas en la Venecia de la época. Esta joya era entregada por la madre del novio en una ceremonia antes de la celebración religiosa. El collar se enrolla elegantemente alrededor del cuello de la joven, y también está prendido del vestido, lo que indica la longitud de la joya.
Por último, el paje también nos ayuda a confirmar esa teoría de la boda. Viste un jubón oscuro y una capa, corta y clara, con un cuello ancho, atuendo típico en las bodas de las altas esferas. Sostiene entre sus manos un almohadón amarillo, el mismo color que el vestido de la “novia”, estableciendo un nexo de unión y dando una pista.
Este paje llevaba a la novia de la mano cuando era presentada a los suegros ante la puerta del palacio paterno. El ceremonial consistía en que la novia se arrodillase. Para que esto fuese más cómodo, se usaba un almohadón de terciopelo, como el que está sujetando el paje.
Hay que tener en cuenta que, cuando Tiepolo pintó esta obra acababa de nacer su hijo pequeño, por lo que estaba bastante familiarizado con los bebés. De ahí el gran realismo a la hora de plasmar a Moisés, que aparece con el rostro rojo, congestionado por el llanto y con los rasgos propios de un niño berreando. Quizá por eso la actitud distante de la princesa, que deja en manos de su doncella al niño.
Además, en la época del artista, las familias de clase alta solían confiar los niños a nodrizas desde el primer día de vida, ya que se creía que la lactancia afectaba a la belleza y al matrimonio.
Otro punto importante que trata Tiepolo, de una forma un tanto velada, es el tema de los niños expósitos, es decir, los niños abandonados, práctica muy común hasta hace relativamente poco. Y es que Moisés es un expósito. Al fin y al cabo, es abandonando por su madre.
A pesar de este tratamiento del niño, Tipolo no era un pintor realista, era más partidario de celebrar la belleza y defendía que la belleza era más arrebatadora cuanto más atrás en el tiempo se encontraba. Quizá por esto pintaba exclusivamente temas del Antiguo y Nuevo Testamento, mitos clásicos e historias de la Roma de los emperadores. Quizá por ello también viste a las mujeres como ya hizo el Veronés unos 200 años antes.
En resumen, podemos decir que Tiepolo trata este episodio recogido en el Libro del Éxodo del Amigo Testamento, de una manera alegre y, en cierto modo, irreverente. Todos los personajes que protagonizan escena podrían haber sido sacados perfectamente de la Venencia de su época.
CURIOSIDADES
El lienzo original pintado por Tiepolo era mayor y se dividió en 1820, probablemente con el objetivo de centralizar el tema de la escena del rescate de Moisés, pues en realidad esta escena estaría situada a la izquierda y, la zona de la derecha, la ocuparía un alabardero junto a su perro y que hoy se encuentra en la Pinacoteca Agnelli de Turín.
BILBIOGRAFÍA Y WEBGRAFÍA
HAGEN, ROSE-MARI y RAINIER; “Los secretos de las obras de arte. 100 obras maestras al detalle”. Editorial Taschen, 2020.
VV.AA. Enciclopedia “Arte al detalle. Siglos XVII-XVIII (vol. 2)” Círculo de Lectores, 2013.
MARTÍNEZ BUENAGA, IGNACIO; MARTÍNEZ PRADES, JOSÉ ANTONIO; MARTÍNEZ VERÓN, JESÚS; “Historia del Arte”. ECIR editorial, 1998.
MENZEL, KRISTINA; “La Grande Parade. Baroque (1600-1780)”. Editorial Könemann, 2018.
HISTORIA-ARTE
MUSEO DEL PRADO.
PINACOTECA AGNELLI.
https://www.pinacoteca-agnelli.it