COMENTARIO HISTÓRICO ARTÍSTICO DE HUYENDO DE LA CRÍTICA
INTRODUCCIÓN
Desde las civilizaciones antiguas el hombre ha tenido el anhelo de representar la realidad en sus manifestaciones artísticas mediante la utilización de diferentes técnicas y recursos.
Grandes escritores de la Antigüedad ya nos hablan de la utilización de estos métodos que empleaban los artistas de la época para lograr que sus composiciones se fundieran con la realidad, consiguiendo despistar al espectador.
Autores como Plinio El Viejo, ya aluden a pinturas de Zeuxis de Heraclea y como mediante su técnica y la utilización de la perspectiva ya intentaba engañar al ojo con ciertos elementos, compitiendo con Parrasios, al que mejor representara la realidad en sus lienzos.
A pesar de la desaparición de las obras pictóricas de la Antigua Grecia, las descripciones nos hablan de que fue en pintura donde llegó el arte griego a su máximo grado de perfección.
El uso de escorzos, jugando con la perspectiva y la ilusión óptica del espectador dio lugar a esta técnica denominada trampantojo, del francés trompe – l´oeil, recurso con el cual se extrema el efecto ilusionista y se trata de confundir lo real con lo pintando, lo cual nos lleva a preguntarnos si lo que estamos viendo es real o ficticio.
Esta técnica no solo se va a ceñir a representarse en lienzo, siendo recurrente encontrarla en las obras arquitectónicas, utilizándose para representar elementos que en realidad no han sido construidos, o mediante la propia arquitectura en múltiples ocasiones simulando una mayor profundidad o altura de la que realmente tiene.
Ejemplo de ello, es la obra de Borromini en la Galería Spada en el Palazzo Spada de Roma, quien en un efecto forzado de profundidad, mediante la progresiva reducción de todos los elementos, consigue este efecto de falsa perspectiva en una galería de tan solo 9 metros.
CONTEXTO HISTÓRICO
La técnica del trampantojo no ha entendido de siglos, períodos, estilos y autores. Vamos a encontrar su utilización a lo largo de la historia en diferentes contextos culturales e históricos. Pero para llegar a la obra de Pere Borrell, debemos detenernos en el contexto histórico – artístico del siglo XIX.
El mundo no está en orden, está en constante cambio, una serie de acontecimientos que van a marcar el devenir de los tiempos tales como la Revolución Industrial o la Revolución Francesa, están configurando un nuevo mundo en todos sus aspectos y el arte, como buen reflejo de cada época, pretender mostrar esta nueva realidad.
El siglo XIX es un período en el que confluyen diferentes movimientos estilísticos. Surgirá el romanticismo, como oposición al neoclasicismo, donde se exalta y promueve el corazón, la pasión, lo irracional, lo imaginario, el desorden, el color, la pincelada y el culto a la Edad Media y a las mitologías de la Europa del Norte.
Sin embargo, los sucesos acaecidos a mediados de siglo tras las revoluciones de 1820, 1830 y 1848 respectivamente, y tras el Congreso de Viena, cambiarán el pensamiento romanticista de la pintura, volviendo a aquel racionalismo de épocas precedentes.
Algunos regímenes europeos habían vuelto a adoptar las monarquías absolutas en un período de cambio socioeconómico y los nuevos valores sociales que estaban emergiendo, apareciendo un nuevo protagonista con mucha fuerza, el proletariado. La sociedad industrial, el trabajo y la vida en la ciudad, se va imponiendo sobre el mundo rural, agrario y tradicional.
Será en este contexto histórica cuando surja la corriente realista en la pintura de la segunda mitad del siglo XIX, con un aspecto importante de denuncia social a los convencionalismos burgueses y la deshumanización de la hipocresía.
El manifiesto realista defiende que la única fuente de inspiración para el arte debe ser la propia realidad objetiva y verosímil, con el deseo de transformarla, reaccionando frente a los excesos del Romanticismo.
Los temas a representar van a ser extraídos de la realidad cotidiana, rechazando así el sentimentalismo, la temática histórica y orientalizante. Fruto del marco histórico en el que surge, plasmarán tanto la vida en el campo como la urbana, los momentos de intimidad o los laborales, con especial dedicación a los detalles, trabajándolos con minuciosidad, pues el único tema digno de ser representado es aquel coetáneo al artista, exigiendo un compromiso social por parte de este.
El principal representante del movimiento realista será el francés Gustave Courbet, como una transición a las corrientes artísticas que surgirán en Europa a finales del siglo XIX y durante las primeras décadas de la siguiente centuria.
El propio pintor fue quien acuñó el término al dar nombre al pabellón que hizo construir para una exposición de 1855, alternativa al Salón de París, bajo el título «Realismo”.
Los críticos pronto reaccionaron ante la obra y el estilo calificándolo de anti-academicista. Sin embargo, se difundirá por los diferentes territorios llegando hasta la Península, conviviendo con otras tendencias dominantes en la época como el paisajismo de Carlos de Haes o la pintura costumbrista de donde parte Joaquín Sorolla.
ANÁLISIS DE LA OBRA
En el caso de Pere Borrell, conoció los diversos estilos que dominaban en la Europa del momento, tuvo gran influencia de los románticos, y gustó de los nazarenos alemanes, pero conocerá la pintura realista que se estaba desarrollando en Europa y realizará diversas obras siguiendo las premisas de estas.
Es el caso de este famoso trampantojo, “Huyendo de la crítica” técnica la cual seguirá utilizando tras la popularidad que alcanzó esta obra en la Exposición de Bellas Artes de Barcelona de 1874.
El recurso de jugar con el marco dorado y la figura cuenta con numerosos precedentes en la Historia del Arte. Utilizar la perspectiva de ventanas o marcos para buscar esa cierta tridimensionalidad en la pintura a representar cuenta con numerosas referencias, sin embargo, en este caso el artista lo utiliza de manera activa, situando al personaje en esa cierta tensión, poniendo en cuestión la idea del marco y de la bidimensionalidad, pues la figura representada huye de su propia cárcel pictórica, intentando integrarse en el propio espacio real, huyendo del estatismo, confundiendo lo real con lo pintado.
El niño que se ha plasmado en Huyendo de la crítica, parece huir de algo que el espectador no puede discernir debido a el fondo neutro de la composición, y esa agitación se manifiesta en el rostro del mismo, alterado, con una postura precipitada que por la forma representada, con pie y mano en el marco plasmado, nos lleva a replantearnos el propio concepto de pintura, con los dilemas teóricos y filosóficos sobre que es la realidad.
Pero al magen de la técnica y el recurso utilizado por Borrel en Huyendo de la crítica, el propio título de la obra nos adentra en otra gran reflexión del momento. “Huyendo de la crítica”, con la representación de un niño que huye de algo desconcertante lo cual desconocemos, quizás con el título alude a aquellas opiniones y miradas de una vez que se exponga, sabiendo que va a ser fruto de las críticas de aquellos eruditos que pensaban que su opinión, crítica y teoría era una verdad inamovible.
Desconocemos el motivo por el que el personaje intenta huir, pero como hemos mencionado anteriormente el artista seguirá utilizando la técnica del trampantojo para la elaboración de diferentes obras.
La búsqueda de esta tridimensionalidad en el arte se materializará durante el siglo XX, cuando las nuevas corrientes artísticas rompan todos los códigos tradicionales y sistemas establecidos en el arte y el propio artista sea el objeto de representación, realizando una serie de acciones ya sean en vivo, documentadas, espontáneas o escritas, ejemplo de ello es el arte de performance de esta nueva época.
BIBLIOGRAFÍA
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