COMENTARIO HISTÓRICO ARTÍSTICO DE JUDIT
ANÁLISIS ICONOGRÁFICO
Gustav Klimt, realizó en 1901 su versión de uno de los temas simbolistas por excelencia: Judit. Según el libro bíblico homónimo, Judit, era una joven viuda israelita que vivió en tiempos de la invasión babilónica.
Consciente de que el general invasor Holofernes se había enamorado de ella, lo sedujo y esperó a que se durmiera para degollarlo y así acabar con su tiranía. De este modo, la joven se convirtió en toda una heroína para su pueblo, obteniendo la victoria para Jerusalén.
Judit, por tanto, se erige como un símbolo de justicia, templanza y firmeza, pero a la vez del arquetipo de la mujer sin escrúpulos, que actúa teniendo en cuenta únicamente su voluntad.
Asimismo, podría interpretarse como una visión evocadora y sensual pero, al mismo tiempo, villana y provocadora de desventura. Klimt, nos presenta su versión de la mujer fatal, para la que seguramente tomó de modelo a Adele Bloch-Bauer, conocida dama de la sociedad vienesa.
ANÁLISIS FORMAL
Durante las últimas décadas del siglo XIX y los primeros años del siglo XX, la cultura europea atravesó por una época convulsa y, en cierto modo, decadente que repercutió sobremanera en el plano artístico.
Este fenómeno se ha denominado Fin de Siècle, teniendo como epicentro la ciudad francesa de París. La ciudad estará llamada a ser uno de los principales focos intelectuales de la Europa decimonónica y el enclave más destacado del movimiento simbolista.
Esta tendencia artística pronto se difundió por otros países europeos como Inglaterra, Bélgica, Países Bajos, Alemania, Suiza, Austria, Italia o España. En Austria, Gustav Klimt, sintetizará las tendencias propias del simbolismo con las ideas modernista, dando lugar a obras icónicas y paradigmáticas como la que nos centra.
La heroína aparece representada frontalmente enmarcada sobre un fondo dorado, a modo de un icono bizantino, en el que no falta el decorativismo propio de la obra del artista, en la que la utilización del pan de oro fue una constante.
La cabeza degollada de Holofernes, la podemos ver vagamente perdiéndose por el lado derecho del lienzo, pues lo verdaderamente importante es la presencia de la grandiosa mujer.
En la versión del vienés ha desaparecido todo atisbo de sangre y dramatismo, cobrando un especial protagonismo el semblante de la mujer, en el que destacan unos voluptuosos labios rojos y una mirada lasciva y sensual, paradigma del dualismo triunfo y derrota. El retrato se convirtió en todo un icono para la época.
BIBLIOGRAFÍA
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