COMENTARIO HISTÓRICO ARTÍSTICO DEL JUICIO FINAL
“¿De dónde viene la tristeza vital de un creador agraciado por el Cielo con fuerza expresiva tan arrolladora? Pienso que la explicación está en una sensualidad enorme y opresiva, que forcejea continuamente para alcanzar lo puro, lo espiritual, lo divino y que siempre se interpreta a sí misma como anhelo trascendental ‘De lo más bajo –dice él- hasta las esferas más altas me conduce muchas veces mi deseo, aquel que me guía en sueños’. Este deseo es el amor, una pasión por la plasticidad, por la belleza viva, por el encanto del hombre, que no quiere fenecer, que atraviesa toda la vida”
Thomas Mann
CONTEXTO HISTÓRICO
El siglo XVI es un siglo decisivo para la Iglesia Católica, pues se produce la división de la cristiandad, división causada por la Reforma Protestante promovida por Martín Lutero desde Alemania.
Lutero, en 1517, denuncia las indulgencias que concede el Papa León X, como beneficio espiritual a cambio de dinero, para reunir fondos para reconstruir la basílica de San Pedro. La respuesta del Papa fue tachar de hereje a Lutero y excomulgarlo.
A partir de aquí, Lutero pretende una Reforma, tanto doctrinal como moral, de la Iglesia, apoyada en la Biblia, el libre examen y la fe individual, lo que supone la ruptura definitiva con el Papa. La Biblia será la única fuente de salvación y cualquier cristiano tiene plena capacidad para interpretarla, pues en cada uno está elegir entre lo bueno y lo malo.
La Reforma Protestante también afecta a las artes. Pese a que Lutero no se pronuncia en contra del uso de imágenes religiosas, afirma que su función es meramente conmemorativa. Pero Calvino, figura clave en la Reforma, sí las rechaza.
La consecuencia es que el arte religioso decae en los países protestantes y se desarrollará mucho más un arte más profano. Como respuesta, la Iglesia de Roma promueve la Contrarreforma Católica, un movimiento de renovación espiritual que tiene como objetivo reforzar la figura del Papa e imponer una disciplina más férrea.
Se revalorizarán las imágenes, muy importantes para los católicos como instrumento para afianzar los dogmas. Ya no solo se usarán con un fin didáctico sino como medio de incitar a la piedad y conducir a la salvación.
En este contexto se moverá Miguel Ángel (1475-1564), un genio que comenzó a destacar muy joven. A los trece años entró como aprendiz en le taller de Domenico Ghirlandaio. A los veintitrés esculpió la maravillosa “Pietá” Vaticana.
Poco después dará vida la colosal “David”, escultura que marcará un antes y un después en su estilo, pues en ella se aprecia ya esa terribilitá miguelangelesca propia del artista. El Papa Julio II le encarga pintar el techo de la Capilla Sixtina, proyecto que le minará la salud pero le dará la gloria.
De nuevo es requerido por el papado. El Papa Clemente VII le encomienda que pinte el Juicio Final en la pared de la Capilla Sixtina, obra que realiza siendo ya muy mayor.
ANÁLISIS FORMAL

Para realizar el fresco del Juicio Final, Miguel Ángel destruye los frescos anteriores realizados por Perugino e incluso destruye dos lunetos hechos por él mismo.
La composición gira entorno a al figura de Cristo, rodeado por un torbellino de cuerpos desnudos. Mezclados en un fondo compacto y uniforme están el Cielo y el Infierno, la resurrección de los elegidos y la condena de los pecadores, ángeles y demonios, todos juntos en una visión terrible compuesta por unas cuatrocientas figuras. En la parte inferior se representa la salvación y la condena.
En los lunetos, los ángeles llevan los instrumentos de la Pasión de Cristo. Bajando la mirada, están los santos y los elegidos. En el centro, la grandiosa figura de Cristo Juez, con la Virgen a su lado y al otro lado, San Pedro.
En el centro, un grupo de ángeles con largas trompetas anuncian el día del Juicio. A su izquierda, los resucitados vencen la muerte y suben en vuelo hacia Cristo. A la derecha, los condenados, precipitándose desesperadamente hacia el Infierno, donde los espera Carón o Caronte en su barca y Minos, el guardián del Infierno.
El barquero Carón traslada en su barca a los condenados. Esta figura procede de la mitología clásica y el poeta Dante la describe en su libro“La divina comedia”, en el pasaje del Infierno (Inf, 3.109-111), pasaje en el que se inspiró Miguel Ángel, gran conocedor y admirador de la obra del escritor.
La parte izquierda, donde se sitúan los salvados, se compone siguiendo con fidelidad las líneas del profeta Ezequiel, que hablan sobre la resurrección de la carne (Ez. 37, 2-14).
La concepción que el artista hace del fresco es tradicional pero a la vez innovadora gracias a la distribución dinámica de las figuras desnudas que ascienden y caen y a través de la disposición de los instrumentos de la Pasión.
Además, descompuso la disposición tradicional de Apóstoles y mártires, que en las composiciones clásicas se disponían en hileras jerarquizadas y ordenadas. redujo al mínimo los atributos de estas figuras, pudiendo identificarse a Cristo, María, Pedro, Pablo, Juan el Bautista, Andrés, Lorenzo, Bartolomé, Catalina, Simón, Blas y Sebastián.
Faltan la mayoría de Apóstoles, Profetas, Patriarcas, Padres de la Iglesia y otros grupos importantes que suelen ser imprescindibles en este tipo de representaciones, aunque podrían estar representados pero no de manera reconocible.
El Juicio Final recoge todos los postulados del Manierismo, movimiento artístico que alude a una forma propia, personal y con un hondo sentido espiritual de entender el arte. Esto se caracteriza por tensión frente al equilibrio clásico, agobio espacial frente a la amplitud, cromatismo intenso, volumetría frente a la gracilidad, gran expresividad e inquietud frente al orden.
La obra del Juicio Final fue realizada por Miguel Ángel sin ayuda de sus colaboradores y está realizada completamente con frescos en más de cuatrocientas cincuenta jornadas (una jornada es un área de enlucido fresco extendido y pintado en un solo día de trabajo) Tras cinco años, en 1541 se presentó la obra al Papa Pablo III Farnese.
ANÁLISIS ICONOGRÁFICO
En los dos lunetos, los ángeles erigen la cruz y la columna de la flagelación de Cristo. La corona de espinas, en el luneto izquierdo, el palo con la esponja o la escalera, en el luneto derecho, no se ven tan claramente.
Cristo aparece como Juez del mundo, pero es un Cristo que se aleja de la tradición: joven, fuerte, rotundo y sin barba, lo que le valió críticas dentro de los sectores más conservadores.
Los mártires Lorenzo y Bartolomé están sentados a los pies del Salvador, son los que mejor se reconocen: uno lleva la parrilla de su martirio y el otro su piel y un cuchillo, con el que fue desollado. Pedro, a la derecha junto a Cristo, sostiene dos llaves. Detrás, Pablo, como segundo apóstol, identificable por su capa roja.
A la izquierda, junto a Cristo, Juan el Bautista con su ropaje de piel característico, y Andrés, con su cruz. Gracias a los atributos, se reconocen a los mártires situados a la derecha: Santa Catalina con una rueda, San Simón con una sierra o San Sebastián con varias flechas. al lado de Cristo, la Virgen María se cubre el rostro, como no queriendo ver lo que sucede.
La mitad inferior se divide en tres áreas. En la izquierda ( la de derecha de Cristo) los resucitados se dirigen al Cielo y algunos intentan ser arrastrados al Infierno. El área central la ocupa un grupo de ángeles que tocan sus trompetas para anunciar la llegada del Juicio. En primer plano, destaca el Arcángel Miguel, que lleva en la mano el libro con los elegidos y los condenados.
Un santo tira con fuerza de dos resucitados, usando un rosario a modo de cuerda hacia la salvación. Los condenados son arrastrados a las profundidades por diablos de aspecto pavoroso.
El Infierno es representado como una garganta de fuego en el margen derecho. Vemos a Carón en su barca, con la que traslada a los condenados a través de la laguna Estigia. Aparece como lo describía dante en «La divina comedia», dando con el remo a los condenados.
Por último, destacar a Minos, el guardián del Infierno, aparece rodeado por demonios y con una serpiente enroscada en la pierna.
CURIOSIDADES
Entre el amasijo de figuras que se retuercen se encuentra el autorretrato de Miguel Ángel. El artista se retrata en la piel que sujeta San Sebastián, en un rostro vacío que parece gritar, lo que se se ha querido interpretar como un vacío que sentía el genio.
El rostro de Minos es una venganza personal de Miguel Angel. Se trata del maestro de ceremonias del Papa, Biagio de Cesena.
Según cuenta Vasari, Biagio le dijo al Papa que le parecía “totalmente inapropiado dibujar en un lugar sagrado tanta figura desnuda de manera indecente”. Tanto molestó esto al pintor, que usó el rostro de Biagio para el guardián del Infierno.
La Contrarreforma afectó al fresco y gran parte de los desnudos tuvieron que ser cubiertos con ropajes en 1564. Estos ropajes son conocidos como bragas.
BIBLIOGRAFÍA Y WEBGRAFÍA
AZNAR ALMAZÁN, SAGRARIO; CÁMARA MUÑOZ, ALICIA «Historia del Arte». UNED, 2010.
CORTÉS ARRESE, MIGUEL «Biblioteca básica de Historia. El Renacimiento». Editorial Dastin, 2004. Madrid.
DE LA PEÑA GOMEZ, MARÍA PILAR «Manual básico de Historia del Arte». Colección Manuales UEX-49, 2008.
THOENES, CHRISTOF; ZÖLLNER; FRANK «Miguel Ángel. Vida y obra». Editorial Taschen, 2010.
VV. AA. Guía Turística «Roma y el Vaticano» Edizioni Lozzi Roma S.A.S, 2009.
VV.AA. Enciclopedia «Arte al detalle. Renacimiento Italiano. Siglo XV-XVI». Editorial Círculo de Lectores.
DVD «Los genios de la pintura. Miguel Ángel»











