La condesa de Chinchón

Ficha técnica

Título: La condesa de Chinchón
Autor: Francisco de Goya y Lucientes
Cronología: 1800
Estilo: Neoclasicismo
Materiales: Óleo sobre lienzo
Ubicación: Museo del Prado, Madrid
Dimensiones: 216×144 cm.
Escrito por: Carmen Álvarez

COMENTARIO HISTÓRICO ARTÍSTICO DE LA CONDESA DE CHINCHÓN

CONTEXTO HISTÓRICO

Francisco de Goya y Lucientes (Fuendetodos, Zaragoza, 1746 – Burdeos, Francia, 1828) es conocido a nivel mundial como uno de los más importantes pintores de la historia del arte.

Tras sus inicios en el mundo artístico en su Zaragoza natal, Goya se traslada a Madrid en el año 1763, entrando además en la Academia de Bellas Artes de San Fernando en diciembre de ese mismo año. Más tarde, en 1769, viajó por Italia, visitando diversas ciudades, y poco después envió su obra titulada Aníbal vencedor contempla por primera vez Italia desde los Alpes al concurso de la Academia de Parma. 

Autorretrato. Francisco Goya y Lucientes (1797 – 1799)

Fue años más tarde, en 1775, cuando, ya de regreso en Madrid, comenzó su trabajo como pintor de cartones para la Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara. Posteriormente, en la década de 1780,  se consolida en la capital como retratista, realizando, en consecuencia, diversos retratos a aristócratas y dirigentes.

Podemos destacar el Retrato del conde de Floridablanca como protector del Canal de Aragón (1783), o el retrato que realizó a su amigo Gaspar Melchor de Jovellanos, también por esas fechas. 

La condesa de Chinchón
Retrato de Jovellanos en el arenal de San Lorenzo (ca. 1782)
Francisco de Goya y Lucientes

Será en 1799 cuando se produce su nombramiento como primer pintor de Cámara. Apenas un año después, en 1800, realiza el espectacular retrato de La familia de Carlos IV, y es en este año también cuando realiza el retrato de la Condesa de Chinchón, entre otras obras.

Sin embargo, pocos años después se produce la invasión napoleónica y la consiguiente Guerra de Independencia (1808-1815). A causa de todo esto, Goya ve afectado su carácter y en modo de trabajar, en parte motivado por los horrores de la guerra.

Tras estos acontecimientos y el posterior ascenso al trono de Fernando VII, Goya va a ir teniendo, progresivamente, un estilo más personal. A todo ello se le suman problemas de salud y la pérdida de oído, que harán que se aísle cada vez más. Debido a esto, se traslada a la conocida como La Quinta del Sordo, donde realiza las famosas Pinturas Negras. En el año 1824 se traslada a Francia, donde fallece 4 años más tarde, en el año 1828.




ANÁLISIS FORMAL E ICONOGRÁFICO

Este retrato es uno de los retratos más conmovedores de Goya. La retratada es María Teresa de Borbón y Vallabriga, XV condesa de Chinchón. Sobrina del monarca Carlos III, fue la primogénita del infante Luis Antonio de Borbón y María Teresa de Vallabriga y Rozas, hija de un oficial de caballería.

Ya fue retratada por Goya en La familia del infante Don Luis (1783-1784), donde aparece tras el caballete del artista en actitud traviesa y alegre.

La familia del infante Don Luis (1783-1784). Francisco de Goya y Lucientes

En este caso, la condesa vuelve a ser retratada a la edad de 21 años, embarazada de la que sería su primera hija, Carlota, fruto de su matrimonio con el favorito de la reina y ministro, Manuel Godoy. 

Situada sobre un fondo oscuro y sin más elementos que la silla donde se encuentra sentada, la condesa es retratada vistiendo un precioso vestido decorado con cintas azules. Podemos destacar la belleza de los tonos de los ropajes y los pliegues, es por ello que la tela brilla y resalta aún más la figura de la retratada. 

La condesa de Chinchón
La condesa de Chinchón (1800). Francisco de Goya y Lucientes

Sus cabellos rizados y rubios están decorados con espigas de trigo, que podrían ser un símbolo de fecundidad, y una cofia decorada con pequeños lazos. Es el tocado, junto con el resto de su vestimenta, lo que le da cierto aire bucólico y tranquilo.

Las joyas que porta la condesa son, en cierta medida, sencillas: unos brazaletes que decoran sus brazos y unos anillos, destacando el que representa el retrato de su esposo Manuel Godoy.

Goya retrata a la condesa con suma ternura, transmitiendo al espectador el cariño que tenía a la joven. Le otorga un carácter tímido y ausente, además de tranquilo. Sin duda, es uno de los retratos más delicados y emotivos que el artista realizó en su carrera.

BIBLIOGRAFÍA Y WEBGRAFÍA

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