COMENTARIO HISTÓRICO ARTÍSTICO DE LA EMPERATRIZ TEODORA Y SU SÉQUITO
CONTEXTO HISTÓRICO
Nos trasladamos hacia el Imperio Bizantino, un imperio amplísimo, no sólo en lo geográfico sino también en lo cronológico. Su origen lo encontramos en el siglo III, con la enorme crisis del Imperio Romano que dará al traste con el mundo conocido hasta entonces. Será de la mano del emperador Constantino, cuando se traslade la capital desde Italia a Bizancio, que pasó a llamarse Constantinopla en su honor y que hoy conocemos como Estambul.
La separación total entre el imperio de oriente y occidente se produjo a finales del siglo IV, tras la muerte del emperador Teodosio, que dividió el imperio en dos. Nace así el Imperio Bizantino o el Imperio Romano de Oriente, cuyo fin estará en 1453, cuando los turcos toman Constantinopla.
En los casi diez siglos que duró el imperio se sucedieron etapas de florecimiento y decadencia, aunque el florecimiento intelectual y artístico será una constante.
Para poder acotar esta cronología tan amplio, se ha divido en tres grandes etapas conocidas como las Tres Edades de Oro: la primera desde el siglo IV al siglo VII; la segunda del siglo IX a mediados del siglo XII; y la tercera y última desde 1258 hasta la conquista de los turcos.
El conocido como arte bizantino es el movimiento artístico asociado a esta etapa. La construcción de grandes iglesias, el reacondicionamiento de otras anteriores y el esplendor de sus decoraciones interiores son algunas de sus características.
Pero centrémonos en la decoración interior de las iglesias.
Aunque exteriormente suelen ser bastante austeras, el interior sorprende por la riqueza y el colorido de su decoración realizada a base de mosaicos en diversos colores y con un brillante dorado. Los motivos que en ellos se representan tienen sentido aristocrático, ideológico y docente, es decir, enseñar e instruir a los súbditos. En definitiva, es el reflejo de un mundo sobrenatural en que se situaba el emperador, que era el representante de Dios en la tierra, y como tal se mostraba.
La divinización de la figura del emperador y la emperatriz se transmiten en su interpretación de forma mayestática y con un fuerte hieratismo, hieratismo que nos recuerda al Antiguo Egipto. Para conseguir esto, se usaban dos recursos a la hora de realizar las figuras: en primer lugar las figuras se alineaban en un primer plano, llenando toda la altura del mosaico y repitiéndose casi de forma monótona, pero con la figura del monarca sobesaliendo de entre todas; y en segundo lugar, las figuras se sitúan en ambientes arquitectónicos que persiguen crear cierta perspectiva.
Otra característica de este tipo de representaciones es la desproporción entre las figuras y los objetos, equiparándose en altura una persona y un árbol, por ejemplo.
¿Qué se quiere perseguir con todo esto? Pues la idea, que es lo realmente importante. Se busca el valor simbólico y narrativo de la escena, alejándose del naturalismo grecorromano, pues su objetivo es transmitir una idea. Por supuesto, para subrayar esto, la luz y el color tendrán un papel fundamental.
¿Quién fue Teodora?
No sabemos mucho acerca de ella y lo que sabemos hay que cogerlo con pinzas, pues está contado por señores que no la tenían en muy alta estima, como Procopio de Cesarea.
Se cuenta que cuando Justiniano, ya por entonces un asesor muy cercano al emperador del momento, se enamoró de Teodora, ella tenía unos veinte años. Era de una de las zonas más humildes de la ciudad y, por lo tanto, pertenecía a la clase baja. Desde joven se dedicaba a los espectáculos de variedades, pues destacaba su sentido del humor, además de ser una chica muy guapa.
Según palabras de Procopio: “era de esa clase de chicas que regocijaba al público dejándose abofetear, y que le arrancaba grandes risotadas al levantarse la falda”.
Incluso se cuenta que uno de sus espectáculos más famosos era en que se hacía pasar por Leda mientras un ganso picoteaba granos de trigo que ella escondía entre sus muslos.
Si Procopio dejaba entrever que era una chica un poco libertina y nada adecuada para ser emperatriz, el obispo Éfeso iba mucho más allá y afirmaba que “Teodora venía de un burdel”. Si todo esto fuese cierto, resulta muy raro que nadie pusiese objeciones al matrimonio entre Justiniano y Teodora.
Lejos de estas apreciaciones, lo cierto es que, cuando Justiniano cayó enfermo de peste, ella se hizo cargo del gobierno del imperio y no lo hizo nada mal. No sólo sacó adelante todos los asuntos imperiales sino que también logró sofocar alguna que otra revuelta e impidió varios complots. Gobernó durante meses un estado patriarcal donde la mujer estaba relegada a las cuatro actividades destinadas para ella, siempre lejos del poder.
ANÁLISIS FORMAL E ICONOGRÁFICO
El mosaico se ubica en la Basílica de San Vital de Rávena, en una zona elevada del presbiterio. Desde la pared de enfrente a la misma altura. Justiniano observa a su esposa desde su mosaico.
Diez personas componen el cortejo, encabezado por Teodora, del tamaño mayor que el resto y ocupando el centro de la escena, como mandan los cánones. Lleva las insignias de poder, como también ocurre en el caso de un marido. Así, porta la diadema triple de piedras preciosas de las que cuelgan perlas, una toca enjoyada y, sobre sus hombros, el manto púrpura, color asociado al poder desde la época romana.
Tanto la emperatriz como su séquito forman parte de una especie de procesión que transporta una reliquia hacia una Iglesias, reliquia en forma de cáliz que lleva Teodora. Uno de los hombres abre una cortina para que pase a la emperatriz, dejando ver, sobre un fondo negro, una fuente, símbolo de vida.
La escena se desarrolla en el exterior, como indica el color verde del suelo, que emula hierba. Tanto las damas como la emperatriz van protegidas por baldaquinos.
Fijémonos ahora en los personajes. De derecha a izquierda lo primero que nos encontramos es con cuatro doncellas. Las dos mujeres más próximas a la emperatriz son Antonina, esposa del general Belisario y mayordoma de palacio (la que aparece junto a Teodora) y su hija (Juanina o Juana). El hombre más próximo a la emperatriz se ha identificado como Narsés, un eunuco de la total confianza de los emperadores, cerrando el cortejo el funcionario encargado de abrir el cortinaje, al que también se ha interpretado como eunuco.
Tanto Antonina como las otras cortesanas llevan sobre su cabeza unos tocados blandos de tela estampados, siguiendo la moda del momento.
Vamos a detenernos un poco más en Narsés. Su manera de aparecer representado no es casual, sino que sigue las normas establecidas. Por ello, lo vemos en actitud humilde, con las manos ocultas en su manto, pues a los señores, que eran de origen cuasi divino, no se le podían acercar lo que ellos consideraban como “manos impuras”.
Tanto Narsés como el otro hombre nos muestran cómo eran las vestiduras de los dignatarios bizantinos, algo así como una especie de uniforme. Por ejemplo, solían llevar lo que se conocía como cinturón de dignatario sobre la túnica blanca corta, aunque aquí casi no se aprecia por quedar prácticamente oculto por el largo manto que llevan sobre el hombro derecho. Dentro de estos dignatarios-funcionarios había diferentes rangos ¿Cómo identificarlos? Gracias al color del manto y del trozo de tela cosido a él. Por cierto, parece ser que los zapatos en blanco y negro que llevan también formaban parte de dicho uniforme.
Volvamos ahora a Teodora.
Esta es su única imagen conocida y todo apunta a que fue realizada a partir de un modelo tomando de Constantinopla, ya que la emperatriz nunca pisó Rávena.
Hay quienes han visto cierto deterioro en sus rasgos, pues cuando se realizó el mosaico Teodora era ya madura (debía tener unos cincuenta años) , y quizá ese deterioro pueda deberse a su edad, o la dureza de gobernar. Incluso se han interpretado como símbolo de enfermedad.
Hay un detalle muy significativo en su manto y que nos enlaza con otra obra de arte bizantina. Me refiero al motivo de los tres Reyes Magos portando sus ofrendas, siguiendo el mismo modelo que el mosaico que se encuentra en la iglesias de San Apolinar el Nuevo.
¿Qué sentido tiene que las imágenes de los emperadores aparezcan en el interior de las iglesias? Pues muy sencillo. El emperador de Bizancio era considerado como cabeza religioso y vicario de Cristo de la tierra. Para marcar esta condición, su cabeza aparece tocada con el nimbo dorado, como ocurre con Teodora, reflejando así la luz divina que ambos desprenden.
No se conoce a autor o autores del mosaico, pues estas obras no se firmaban. Podían ser de la misma Constantinopla o también proceder de Italia, con gran tradición musivaria desde época romana, siguiendo aún muy presente.
San Vital de Rávena
Es quizá, uno de los templos más importantes del arte bizantino. Fue reformado bajo el reinado de Justiniano, respetando algunas de sus zonas como, por ejemplo los elementos del ritual litúrgico antiguo, que separaba a hombres y mujeres.
De exterior sobrio a base de ladrillo, su interior resplandece cuando te adentra en el templo. Presenta planta octogonal con deambulatorio cubierto por bóveda de arista. Su parte central cuenta con exedras y su entrada está formada por un nártex flanqueado por dos torres que dan acceso al lugar destinado para las mujeres, ubicado en la planta superior.
BIBLIOGRAFÍA Y WEBGRAFÍA
AZNAR ALMAZÁN, SAGRARIO; CÁMARA MUÑOZ, ALICIA; Historial de Arte UNED. 2010.
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VV.AA. Enciclopedia “Arte al Detalle”. Volumen “Del arte paleocristiano a 1400”. Círculo de lectores. DK Limited, 2013.
TURISMO PRERROMÁNICO.
https://www.turismo-prerromanico.com