COMENTARIO HISTÓRICO ARTÍSTICO DE LA ESTRELLA
ANÁLISIS FORMAL: Un impresionista anti-impresionista
Edgar Degas es conocido, principalmente, por sus obras relacionadas con el ballet; éste fue su tema predilecto (o, sí más no, el que lo convirtió en uno de los grandes de su época y de la Historia del Arte) y se sirvió de él para crear multitud de obras, cada una de ellas con su propia alma, como La estrella.
Teniendo a las bailarinas como protagonistas, dejó inmortalizados momentos tan diversos como ensayos en las clases y en el escenario, actuaciones, descansos, escenas de baño y de entre vestuarios. Sus obras se caracterizan por ser tan detallistas como inacabadas y rebosan de la magia de la captura de un omento concreto y todo lo que transmite.
El caso de La estrella representa la actuación en solitario de una joven bailarina en el escenario. Lleva un precioso vestido blanco que adorna con flores rojizas y anaranjadas (que también lleva entre sus cabellos en forma de corona) y una cinta negra que le rodea el cuello.
Por la iluminación de la zona que la enmarca, parece que la tela del vestido se funda con su piel y el difuminado del tutú y las mangas del vestido le da un aire más fino y le confiere una delicadeza etérea, como si flotara sobre la tarima.
En La estrella se distinguen tres figuras más además de la bailarina protagonista: detrás de la decoración del escenario se adivinan los tutús de tres bailarinas más y una figura masculina vestida con un elegante traje de gala negro con camisa blanca y pajarita.
Si fijamos la atención de nuevo en la bailarina del primer plano, vemos que Degas ha captado el instante más radiante de la chica; está completamente entregada a ese momento y, por la expresión de su rostro sonrojado, los ojos cerrados y esa amplia sonrisa, denota que no quiere estar en ningún otro sitio.
En su movimiento de balanceo sobre una sola pierna está entregada a ese momento de gloria y con su cuerpo transmite con elegancia la armonía de la música que inunda el espacio; podemos imaginar qué siente la joven artista.
Un mismo cuadro, dos trazos distintos

Las obras de Degas se caracterizan por su frescura y en esta obra se distinguen dos tipos de pinceladas según la zona y su proximidad a la figura central.
Ya hemos podido ver que la figura de la bailarina está muy bien definida y con un gran lujo de detalles, como las flores del vestido y la corona, las pulseras que lleva en sus muñecas. Ya se ha visto antes que la difuminación en el vestido es intencionada para crear una atmósfera de fantasía en la figura de la bailarina.
Dejándola a ella de lado por un momento para fijarnos en la parte trasera del escenario, vemos que los decorados están dibujados con trazos muy rápidos y cargados de expresividad.
El caso de la figura masculina y el resto de bailarinas están hechos con trazos algo más cortos, pero no se ha centrado en los detalles. Como mucho hace un contraste en los colores del vestido anaranjado de la primera bailarina, pero no le dibuja ninguna expresión.
Si bien es cierto que, a pesar de la ausencia de detalles, Degas se ha tomado la molestia de dar rasgos distintivos para diferenciar a las demás artistas del escenario: una lleva un vestido anaranjado, la otra un vestido blanco sin medias y, la de detrás de todo, lleva medias blancas y el vestido tiene un tono verdoso muy sutil.
Por lo que respecta al hombre del traje, no se molesta en dibujar su cabeza para mantener esa aura de misterio sobre esa figura y nos permite elucubrar sobre la relación entre el hombre y la chica. Él está en una posición totalmente estática y muy firme, con las manos en el bolsillo y, muy seguramente, está concentrando su mirada y pensamientos en la bailarina.
Por lo que a los decorados se refiere en La estrella, hace la combinación entre amarillos dorados, ocres, naranjas, verde oscuro y marrón oscuro, pero la pared del fondo contrasta con una mezcla de blanco, gris claro y azul grisáceo. Con el suelo ligeramente verdoso y marrón se funde el color blanco del tutú de la figura central y el negro del hombre de la izquierda.
ANÁLISIS ICONOGRÁFICO: La doble cara del ballet
La figura de la bailarina en el s.XIX era como una moneda; en una misma chica existía la dualidad entre una grácil artista que flota con la música junto con la de una joven que se ve obligada a vender su cuerpo.
Esta obra es el reflejo de una práctica muy común en el París del s.XIX y una demostración de cómo los sueños podían transformarse en pesadillas. Y es que más allá de esta bailarina que se muestra radiante encima del escenario se escondía el oscuro mundo de la prostitución.
Degas fue el pintor del ballet, los ensayos en la ópera y los teatros en la vida nocturna parisina y en esta obra deja patente la dualidad de la figura de la bailarina: un alma sedienta de fama entregada a la danza encerrada en un cuerpo condenado a entregarse carnalmente a otros mientras anhela la libertad.
De hecho, la presencia de la figura negra en medio de ese ambiente de color, música y fantasía es algo que a simple vista choca a los ojos del espectador y se pregunta qué pinta una figura masculina vestida de negro detrás del escenario, ya que en las otras obras no se hace patente o no se ve tan claramente.
Desde este análisis se plantean dos posibles respuestas para justificar su presencia en el escenario: Entre ambos ya existe esa relación entre el artista y su representante y la está controlando para llevársela consigo una vez termine su función. Ella ya ha tenido su momento de gloria y debe volver al mundo al que pertenece.
El hombre se ha fijado en la chica y simplemente actúa de observador desde un puesto más que privilegiado con la intención de encandilarla después para meterla en el oscuro mundo por el que él se mueve.
La estrella representa uno de los peligros de dedicarse a la danza en esos tiempos, pero no es la única. En la obra La clase de danza, vemos una escena de interior con las jóvenes bailarinas y su profesor en la sala de clase, pero no son las únicas que aparecen.
En el fondo, aunque algo escondidas, están las madres de esas niñas que están controlando que no pase nada raro, por lo que podemos pensar que se conocía que era una práctica habitual y que el sueño de esas madres por ver a sus hijas saltar al estrellato con el ballet se viera truncado por la visita del hombre equivocado.
BIBLIOGRAFÍA
BENEDECK, Nelly S. «Degas’s Artistic Style«. Metropolitan Museum of Art. (2004)
CORBIN, A. La prostituta en Francia del siglo XIX. Dialnet
GROWE, B. DEGAS. Taschen (2016)OCAMPO, E. El impresionismo: pintura, literatura, música. Editorial Montesinos, 1981.
REFF, T. Degas: the artist’s mind. Metropolitan Museum of Art (1976)
TURNER, J. From Monet to Cézanne: Late 19th-century French Artists. Grove Art. New York (2000)