Gioconda

Ficha técnica

Título: Gioconda
Autor: Leonardo Da Vinci
Cronología: 1503-1506
Estilo: Renacimiento Italiano
Materiales: Óleo sobre tabla
Ubicación: Museo del Louvre, París
Dimensiones: 77 cm x 53 cm

COMENTARIO HISTÓRICO ARTÍSTICO DE LA GIOCONDA O MONA LISA

ANALISIS ICONOGRÁFICO

La Gioconda se trata de un retrato, recibe este nombre por la tesis más aceptada acerca de la identidad de la modelo, se piensa que es la esposa del banquero Francesco Bartolomeo de Giocondo, cuyo verdadero nombre era Lisa Gherardini, de donde viene el otro nombre que se le da a la obra «Mona Lisa».

Leonardo da Vinci, uno de los pintores más importantes del Renacimiento italiano, retocó esta obra en varias ocasiones a lo largo de su vida. La crítica está de acuerdo en afirmar que la obra fue realizada en Florencia, en la misma época en la que el pintor trabajaba en la Batalla de Anghiari, pero no hay seguridad alguna al respecto a la identificación del personaje que representa. 

En realidad, otros muchos personajes realizados por el artista tienen la misma sonrisa sutil e irónica de labios cerrados que la protagonista de esta famosa tela, entre ellas las figuras de la Virgen y Santa Ana en el cartón de la National Gallery.

Cartón de la Virgen y Santa Ana, Leonardo da Vinci, 1501-1505

El sello del maestro se ha impreso en el rostro de cada una de ellas mediante aquella sonrisa que no tiene nada de ambiguo, pero que causa autentico asombro por lo que de irónico y alusivo proyecta.

La ausencia de documentos precisos ha dado lugar a una amplia literatura acerca de la protagonista del cuadro. De medio busto, sentada y algo inclinada hacia delante, la estructura del retrato superó a todos los realizados hasta entonces y fue motivo de inspiración para artistas como Rafael, Lorenzo Lotto o Hans Holbein el Joven. 

Una sonrisa de este tipo no fue, figurativamente hablando, invención de Leonardo. Se encuentra en ciertas esculturas florentinas del siglo XV, como en la Virgen de Antonio Rossellino en el tondo marmóreo de la capilla del cardenal de Portugal en San Miniato in Monte, y mucho más difusamente en las obras de su maestro Verrocchio. Leonardo, que seguramente se había inspirado en este tipo de esculturas, otorgó a la sonrisa una función y un significado diferentes. 

La obra fue adquirida por el rey Francisco I de Francia  por 12.000 francos, a comienzos del siglo XVI y desde entonces es propiedad del Estado Francés. Tras la muerte del rey, la obra pasó a Fontainebleau, luego a París y más tarde al Palacio de Versalles.




Con la Revolución Francesa llegó al Museo del Louvre, lugar donde se trasladó en 1797. En 1800 Napoleón Bonaparte ordenó sacar el cuadro del museo para colocarlo en su dormitorio del Palacio de las Tullerías hasta que se devolvió al museo en 1804.  

Se puede decir que, mediante la elaboración de La Gioconda, Leonardo logró expresar de un modo completo esta exigencia primaria de su intelecto y su arte, y en esa armonía es donde hay que buscar la grandeza y el valor de esta pintura. 

ANALISIS FORMAL

Gioconda
Gioconda

Antes que nada, Leonardo dibujó el esbozo del cuadro y después aplicó el óleo diluido en aceite. En esta obra utiliza la técnica del sfumato, la más característica de él. La técnica consiste en prescindir de los contornos precisos y envolverlo todo en una especie de niebla que difumina los perfiles y produce una impresión de inmersión total en la atmósfera, algo que da a la figura una imagen tridimensional.

Lamentablemente su colorido original es menos perceptible debido al oscurecimiento de los barnices. Utiliza varias capas de óleo superpuestas para crear las transparencias del velo y de las capas de paños, utilizando para ello colores muy diluidos. Gracias también a estas capas superpuestas, Leonardo consigue efectos de luces y sombras que aportan gran naturalidad al rostro.

La modelo se encuentra sentada, apoyando sus manos sobre el brazo del sillón y aparece levemente girada al espectador. Se encuentra en un paisaje fantasmagórico de atmósfera húmeda.

Para acentuar el aire misterioso de la obra, Leonardo utilizó un complicado recurso, los dos lados del cuadro no coinciden exactamente, sino que el paisaje del lado izquierdo está más alto que el del lado derecho, de modo que al centrar la mirada en el lado derecho del cuadro, la mujer parece más alta y más erguida.

La expresión también cambia al observarla desde uno u otro lado y lo que más llama la atención de esta obra es la enigmática mirada y la sonrisa de la modelo, además carece de cejas y pestañas, posiblemente por una restauración demasiado agresiva en siglos pasados.

El pintor pone de manifiesto en esta obra no solo su maestría, sino también el progreso técnico alcanzado en la época. La luz y el cromatismo son más sombríos de lo habitual, dulcificando el retrato hasta el punto de convertirse en una obra inigualable.

La pose de La Gioconda, en apariencia tan simple y evidente, destaca en el conjunto de un retrato en el que el dominio de la técnica pictórica del que hizo gala Leonardo se percibe, por lo demás, en detalles tan puntuales como la gradación de la luz o el suave modelado del rostro y las manos. 

Más allá de la fascinación que ejerce su sonrisa, el encanto del retrato queda resumido en la perfecta armonía entre la protagonista y la atmósfera vaporosa que envuelve la naturaleza que le sirve de fondo. A pesar de los peñascos oscuros y toscos, detalles como una carretera con curvas introducen el elemento humano.

OTROS DATOS DE INTERÉS

Durante varios siglos, los interrogantes sin respuesta acerca de la obra de Leonardo han indo creciendo, originando apasionadas polémicas en muchos autores e investigadores. frente a la gran cantidad de preguntas, las respuestas no suelen ser demasiado convincentes, por lo que los debates siguen abiertos. 

Las manos sobre el vientre han hecho pensar a diversos investigadores que la modelo se encontraba embarazada en el momento de posar, para comprobarlo, los investigadores utilizaron un escáner de infrarrojos en tres dimensiones. A día de hoy no se sabe a ciencia cierta si estaba embarazada o no.

A PEDRADAS CONTRA LA GIOCONDA

El 30 de diciembre del año 1956, durante una visita al Museo del Louvre, el boliviano Hugo Unzaga Villegas se detuvo ante la Mona Lisa y le arrojó una piedra. A raíz del golpe, la pintura, que por aquel entonces tan sólo estaba protegida por un sencillo vidrio, sufrió un leve desperfecto a la altura del codo. El motivo de la agresión no trascendió a la opinión pública.

TEORÍAS SOBRE LA IDENTIDAD DE LA GIOCONDA

BIBLIOGRAFÍA

TRIADÓ TUR, Juan Ramón: «Leonardo da Vinci». Editorial Tikal, 2009.

KOLDEHOFF, Nora y Stefan: «Historias y anécdotas del arte». Editorial Robinbook, 2012.

HAGEN, Rose Marie: «Los secretos de las obras de arte». Editorial Taschen, 2015.

GARCÍA SERRANO, Federico: «Robos, expolios y otras anécdotas del arte viajero». Editorial Larousse, 2017.

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