COMENTARIO HISTÓRICO ARTÍSTICO DE LA GRAN OLA
ANÁLISIS ICONOGRÁFICO
Vemos una típica de representación de yoko-e, es decir, una composición formada por un paisaje compuesto por tres elementos principales, en este caso: el mar, el monte y las barcas.
En primer plano observamos el nacimiento de la ola y en segundo plano la gran ola que da nombre al cuadro. Pero un elemento destacable es el monte del fondo, ligeramente desplazado a la derecha de la composición.
Vemos la cima elevada que nos permite reconocer la fundación rocosa como el Monte Fuji, que queda relegado en la lejanía de la escena, es tan protagonista como el turbulento mar, y ha sido icono de diferentes obras artísticas a lo largo de los años.
Por este motivo se convirtió en símbolo identificativo de la identidad japonesa, convirtiéndose en un icono para su arte nacional interpretado como un motivo sagrado y símbolo de belleza natural.
Partiendo de la ola y la montaña ya podemos situarnos en un espacio concreto, que en este caso corresponde a Japón.
Es interesante como la comunidad japonesa decidió mediante la tradición artística, a lo largo de los años, que fuera el monte Fuji lo que les identificará y como, nosotros, hoy día, al ver una obra con esta característica nos transportamos directamente a tierras japonesas.
De esta manera gracias al fenómeno mental de conectar imágenes y ponerlas en relación podemos alcanzar el significado y esencia de aquello que vemos.
El tercer elemento mencionado son las barcas, las tres oshiokuri-bune, son barcas rápidas que se dedican a transportar peces vivos desde las penínsulas de Izu i Bösö hasta los mercados de la bahía de Edo. Vemos estas tres barcas en medio de la tormenta, amenazadas por la gran ola.
Cada barca está tripulada por ocho trabajadores, más dos en el frente de la embarcación, así tenemos un total de treinta hombres que aparentemente están en peligro.
ANÁLISIS FORMAL
Observamos a unos hombres enfrentados directamente contra la naturaleza, una naturaleza desenfrenada y agitada, que podría interpretarse como un castigo de los dioses contra las embarcaciones.
Siguiendo con el elemento de las oshiokuri-bune, donde van los personajes, existen dos lecturas posibles según la procedencia del observador de la obra. Un observador occidental podría interpretar que las barcas se encuentran en un intento de alejarse de la tormenta, intentando ir hacia la derecha huyendo del mar.
Pero un observador japonés, como el autor de la misma obra, teniendo en cuenta que su método de lectura es de derecha a izquierda, ven como las barcas van directamente hacia la tormenta, es decir, hacia la ola.
Esta tormenta marítima, que venimos comentando desde el principio, es el punto focal de la gran fuerza de la composición, codificada en la gran ola la cual ocupa un espacio mayor dentro del marco representativo.
Estamos observando el momento álgido de la ola, captada en su total majestuosidad y congelada en su forma ya espiral, interpretada como un marco simbólico para el verdadero referente del cuadro: el monte Fuji.
El artista y autor de la obra, Hokusai, vivió el terror del océano desbocado, envolviendo su propio país. De esta experiencia el autor supo plasmar su brutalidad, la fuerza del agua que casi toca el cielo.
En este punto tiene gran relevancia el cromatismo, un azul profundo del mar tormentoso compaginado con la blanca espuma del mismo mar que rompe y se agita. Es especial también la cumbre de la ola, su espuma, donde la forma se asemeja a zarpas de animales, haciendo hincapié en la brutalidad del mar, de la que caen pequeñas gotas.
Hemos de tener en cuenta que el arte no imita directamente la naturaleza sino que el arte es el encargado de realizar un proceso de expresión de la misma.
Vemos en la obra de Hokusai como no hay pinceladas de estilo naturalistas sino que se caracteriza por un fuerte grafismo, alejado de la realidad, pero representando la esencia de la escena y adquiriendo una verdad presente en su representación.
Es decir, frente a esta obra de cierta abstracción, el observador puede reconocer el mar, a los pesqueros y trabajadores en sus barcas y el gran monte Fuji.
En este punto debemos recordar a Nietzsche quien dijo que el arte está inscrito dentro de la propia naturaleza, la cual es artística y contiene impulsos estéticos en sí misma.
De esta forma Hokusai, recibe unas impresiones directamente del medio natural, que asimila y plasma sobre el soporte artístico creando su propio arte, con la técnica y formas que él considera que se adaptan mejor para representar su origen y la fuerza del mar.
VIDEO EXPLICATIVO
BIBLIOGRAFÍA
Nietzsche, F. (2011) El naixement de la tragèdia. Cataluña; Adesiara editorialFarthing, S. (2010) ARTE, TODA LA HISTORIA. Barcelona:
BLUME Carpenter, J. (2014) Hokusai’s Iconic “Great Wave”. Consultado en: https://www.metmuseum.org/blogs/now-at-the-met/2014/great-wave
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